martes, 26 de febrero de 2019

CAPÍTULO 49: DÉJAME, QUE YO TE AYUDO


Abro los ojos y me encuentro sola en la cama. Alargo mis brazos hacia los dos lados y no está. Frunzo el ceño. Me desperezo lentamente y me levanto de la cama. Me pongo la camiseta ancha y mis braguitas. He dormido desnuda por completo. Voy al baño pensando que está allí, pero la puerta está abierta. Pienso en coger el móvil para llamarle, me está empezando a poner tensa la situación. Descarto llamarle cuando veo su móvil en su mesita.

Entonces le escucho. Escucho un llanto contenido pero sonoro. Viene de la terraza. Descorro lentamente las cortinas, no se ha dado cuenta. La puerta está casi cerrada. Sentado en una silla, con las manos en la cabeza, encogido, llorando. No entiendo nada, no sé lo que pasa, pero necesito saber qué ocurre.

-Gordo… - digo de forma dulce cuando salgo a la terraza –

Cuando me escucha, se reprime. Veo como se incorpora un poco y pasa sus manos por sus ojos, supongo que para apartar las lágrimas. No se da la vuelta, se levanta y se apoya en la barandilla de la terraza, de espaldas a mi.

-Qué te pasa? – pregunto algo temerosa acercándome a él –

No obtengo respuesta, solo veo como niega levemente con la cabeza. Mientras sigo acercándome, veo como posa su cabeza sobre su brazo apoyado en la barandilla y vuelve a comenzar a llorar. Me empiezo a asustar. Pienso que algo ha ocurrido. Algo malo en su familia quizá, o algo así.

-Eh… - susurro tocando su espalda – vamos… - acaricio su pelo suavemente –

Sin decir nada, se da la vuelta y se me abraza. Me pilla de sorpresa. Me quedo con los brazos abiertos que no sé muy bien donde ponerlos. Su llanto es tan conmovedor que me supera. Le abrazo fuerte, todo lo fuerte que puedo. Acaricio su espalda, sin decir nada, no quiero agobiarle. Creo que necesita desahogarse, pero me está matando no saber qué le pasa exactamente. Por un momento pienso que es algo relacionado conmigo. Me da miedo pensar en eso. Mi cabeza da vueltas y pienso que va a contarme algo que no va a gustarme, y que va a irse. Que vamos a dejarlo. A dejarlo. A dejar el qué exactamente, si no lo sé ni yo. Se separa tras un largo abrazo y vuelve a darse la vuelta. Veo su cara. Sus ojos rojos completamente, sus párpados hinchados y sus lágrimas cayendo por sus mejillas. Vuelve a ponerse de espaldas, apoyándose en la barandilla.

-Joder… - susurra entre sollozos –

-Hugo… - vuelvo a poner mi mano en su espalda – qué es lo que pasa? – resopla intentando parar de llorar – me estás asustando…

-Hoy es el día… - dice entre sollozos –

El día? Qué día? No entiendo nada. Sigo acariciando su espalda, pero sigo pensando por un momento que puede tener que ver conmigo y que esto se termina aquí. El miedo me invade. El miedo. Me da miedo no volver a verle. Me da miedo que me de miedo.

-Hoy hace justo 8 años… - solloza –

De pronto lo entiendo. Al escuchar esos “8 años”, enseguida lo entiendo. No sé qué hacer ahora. Su padre. Cómo consuelas a alguien por la muerte de su padre?

-Gordo… - digo conmovida abrazándole por la cintura con una mano – lo siento…

No dice nada, solo vuelve a abrazarse a mí. Creo que sabe que he descubierto lo que le ocurre. No puedo soportar verle llorar, me acabo de dar cuenta. Le abrazo e intento consolarle.

-Se me había olvidado… - dice llorando abrazado a mí – cómo se me ha podido olvidar que era hoy? – pregunta de forma amarga –

-Hugo… - respondo conmovida – necesitas ir a casa? – pregunto de forma dulce y se separa de mí, mirándome mientras solloza – me voy contigo si quieres…

No sé por qué he dicho eso. Me voy con él. Donde sea. En tan pocos días y lo digo convencida. Veo como me mira y ríe levemente mientras sigue sollozando.

-Por qué eres tan jodidamente perfecta? – pregunta mirándome justo antes de agarrarme la cara y dándome un beso sonoro en los labios – por qué entiendes lo que me pasa sin decirte nada? – me pregunta sin soltarme –

-Hugo… - sonrío mirando al suelo – te lo he dicho en serio… - digo sin mirarle – si quieres ir a casa lo entiendo… - me hace mirarle y me está mirando con gesto emocionado – y si no te quieres ir solo, me voy contigo…

Me mira con un gesto emocionado y tierno. Se me abraza de nuevo, esta vez más fuerte. Tanto que me levanta un poco del suelo. Sonrío sin querer.

-No quiero irme… - dice sin soltarme, dejándome en el suelo – quiero que te quedes conmigo… - dice sin soltarme todavía –

Noto como va a volver a comenzar a llorar, pero me separo un poco y agarro su cara.

-Vamos a hacer una cosa… - digo mirándole – si te apetece, salimos de aquí… - me mira y suspira – conozco un sitio que te va a gustar y te vas a distraer… - me mira con las cejas arriba, como sorprendido – te apetece? – digo de forma dulce y asiente, volviendo a abrazarme – ay gordito… - digo todavía más dulce, tanto que me sorprendo – no puedo verte llorar…
Se separa de nuevo de mí, mirándome con un gesto que todavía no conocía. No sé explicarlo, pero me mira de forma muy intensa. Me acaricia la cara y vuelve a besarme. De nuevo un beso sencillo, pero muy significativo.

-Sácame de aquí o salimos nadando… - dice de forma irónica, intentando parar de llorar –

Sonrío tiernamente y le agarro de la mano para que entre en la habitación. Al entrar, cierro la puerta y me abrazo a él. Le beso de forma lenta, abriendo mis labios y notando como los recibe. Se me abraza mientras le beso. No es un beso de pretender nada, es un beso de intentar reconfortarle, de intentar que se sienta mejor, acompañado. Me ha sorprendido que no quiera volver a casa, que quiera quedarse aquí. Pero lo ha dicho tan seguro, que ni le he preguntado más. Mi única finalidad hoy es hacer que se olvide un poco del día y que se le pase rápido. Me ha sorprendido también mi forma de reaccionar. Mi forma tan cariñosa de hablarle. Mi forma de tratarle… es como si… fuéramos… suspiro al pensar en la palabra. Novios.

1 comentario:

  1. Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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