domingo, 10 de febrero de 2019

CAPÍTULO 10: EL MIEDO

La niña se me tira encima y no puedo evitar sonreír.

-Carlota! – escucho a su madre gritar – Carlota! Déjale!

-No te preocupes… - digo incorporándome con la niña abrazada a mi cuello – hola Carlota… - digo tocándole el pelo – cómo estás?

-Bien – contesta algo tímida – mami, es él! – exclama mirándola haciéndome sentir una ternura tremenda –

-Todo bien? – digo levantándome con la niña en brazos, no quiere soltarse de mi cuello – veo que si no?

-Si… - contesta tímida – la tuvieron unas horas en observación pero nos dijeron que… - carraspea algo nerviosa – que como se había hecho todo muy rápido, no había sido nada grave… - asiento algo tímido – oye, vente… - me agarra del brazo – ni siquiera tuvimos tiempo de darte las gracias…

Camino dejando a Carlota en el suelo y noto como me voy poniendo nervioso por momentos.

-No te preocupes… - digo intentando frenarla – si no hay nada que agradecer… - la niña me agarra de la mano –

Cuando me quiero dar cuenta, allí estoy. La mujer mayor se pone de pie y la chica de pelo ondulado me mira sorprendida.

-Ay hijo! – la mujer mayor se me abraza – gracias! Pensábamos que no íbamos a volver a verte… - sonrío sin querer – fue todo tan rápido…

-Ya… no si… - no sé muy bien qué decir – me alegro de que esté bien… - señalo a la niña –

-Ven, siéntate y tómate algo con nosotras – dice la señora mayor haciéndome abrir los ojos con gesto de sorpresa –

-Yo soy Vero por cierto – la madre de la niña me da dos besos y un fugaz abrazo –

-Yo Pepi – dice la señora, dándome dos sonoros besos –

-Hugo… - contesto queriendo que me trague la tierra – encantando…

Me quedo mirando a la chica que sigue sentada y veo como se levanta. Me da la sensación que obligada.

-Malú – dice mirándome –

-Si eh… - sonrío sin querer – ayer no te reconocí… - digo sin saber muy bien qué estoy haciendo y por qué estoy nervioso – como fue todo muy rápido… - me excuso - caí por la noche…  

Sonríe casi obligada, le doy dos besos de rigor y hay un silencio algo tenso. Veo como me observa fugazmente y vuelve a sentarse. Parece incómoda. Está claro, tengo que irme de allí cuanto antes.

-Bueno pues… - digo rascándome la cabeza – me alegro de que fuese todo bien y…

-Yo soy Carlota – noto como la niña me agarra de la mano –

Miro hacia abajo y me muero de ternura. Me agacho y sonrío.

-Lo sé… - sonríe un poco avergonzada – me das un beso?

No solo me da un beso sino que me da un abrazo de esos que dan los niños y que te parten en dos. De esos en los que parece que te transmiten su inocencia. Reprimo un poco la emoción que me sobreviene y deshago el abrazo acariciando su pelo suavemente. Me pongo de nuevo de pie, dispuesto a irme. Noto como las miradas de las tres están clavadas en mí y siento que me estoy poniendo colorado. Noto como la niña me agarra de nuevo de la mano.

-Puedes venir conmigo a la orilla?

Miro a su madre instintivamente. Veo como mira a Malú y ella mira a la señora. Me miran con un gesto que no consigo entender. Como sorprendidas. Malú aparta la mirada enseguida y mira al suelo. Suspiro y me vuelvo a agachar.

-Claro cielo – contesto agarrando su mano –

Al llegar a la orilla, la niña me aprieta la mano un poco más fuerte. No hago nada, solo me siento en la orilla. La niña me mira con algo de miedo, pero me imita.

-Mira – digo estirando los pies – estíralos…

-Me da miedo… - dice algo agobiada –

-Ya… - digo comprensivo – es normal… - apoyo mis manos en la arena – pero te gusta el agua verdad? – asiente mirando como el agua roza sus pies – a veces hay cosas que dan miedo, pero que nos gustan… - me mira – y si te gustan, tienes que hacerlas…

-Y si me vuelve a pasar? – dice temerosa –

-No te va a volver a pasar porque ya sabes que no tienes que alejarte de la orilla sola – digo mirándola y asiente – además, estamos aquí… - digo girándome y señalando a su madre. Veo como nos están mirando – yo me quedo aquí sentado y tu caminas hasta que te llegue a las rodillas vale? – niega con la cabeza –

La observo. El miedo nunca es bueno. El miedo irracional a algo, se puede quedar clavado para siempre. Me pongo de pie y agarro su mano.

-Vale, entonces camino contigo – me mira un poco dubitativa hasta que me levanto – hasta tus rodillas vale? – asiente –

Da pequeños pasos, apretándome la mano fuerte, hasta que llegamos a la altura que hemos acordado.

-Ves? – la miro – a que no pasa nada? – niega mirándome y sonriendo levemente – quieres llegar a la cintura? – tuerce el gesto – yo no te suelto, te lo prometo – me mira y asiente –

Caminamos despacio de nuevo hasta que el agua le llega por la cintura. A mi apenas por encima de las rodillas.

-Pues ya está… - me siento dejando que el agua me cubra un poco más – a que no es tan difícil? – me mira con cierto gesto de ilusión – qué calor no? –

Sin decir nada más, me dejo caer de espaldas y hundo mi cabeza en el agua. Al salir, veo su gesto de susto.

-Qué fresquita! – digo salpicándola al mover mi pelo –

-Para! – dice riéndose –

-Quieres hacerlo tú? – mira a todas partes, hasta que mira a su madre. Sé que nos están mirando –

-No me sueltes – suplica –

-Claro que no – digo seguro – venga, arrodíllate – me hace caso – a la de una… - sonrío al ver como me mira – a la de dos… - mira el agua y noto como respira un poco acelerada – y a la de…

-Tres! – exclama metiendo su cabeza en el agua y sacándola al instante, secándose los ojos –

-Vamos! – exclamo – eso es una chica valiente! – pongo mi mano para que la choque y lo hace – ves? – abro mis brazos – no pasa nada! – exclamo – incluso… - digo juguetón – no pasa nada si te salpico no?

Comienzo a salpicarla y la escucho reírse. No había escuchado la risa de esa niña todavía. Comienza a salpicarme ella a mí también. Ya está, se ha soltado y ya no siente miedo.

+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

-Estoy flipando… - dice Vero haciendo que deje de mirarles por un momento – pero si no quería ni meterse conmigo…

-Tu hija es que es mu lista… - dice mi madre con doble sentido haciéndome poner los ojos en blanco con una leve sonrisa – qué hará aquí solo un chico así?

-Eso me estoy preguntando – dice Vero mirándome, haciéndome arquear una ceja de puro cansancio –

-Tata has visto?? – viene Carlota corriendo, empapada, y se me abraza – ya no me da miedo…

-Claro que lo he visto… - digo con voz tierna –

-Gracias – oigo como Vero le dice a Hugo –

Le veo con el torso mojado y aparto la mirada enseguida. Alcanzo a verle un gesto de vergüenza que diría que es propio de mí. De repente vuelve de nuevo ese gesto serio a mi cara. No me permito fiarme de alguien que no conozco.

-Ahora si que te tienes que quedar a tomarte algo nosotras… - dice Vero, aumentando mis ganas de matarla –

-No, de verdad… - dice tímido y vuelvo a ver ese gesto que yo también hago, ese de mirar al suelo –

-Estás solo? – pregunta mi madre y casi le suelto un codazo – esperas a alguien?

-Eh… - veo como la mira y niego con la cabeza levemente – no… - niega con la cabeza de nuevo - estoy solo… de… - noto como titubea – de vacaciones…

Frunzo el ceño y le miro. Por qué ha titubeado con la respuesta? Será un paparazzi? Un fan? De vacaciones si ya ha terminado la semana santa? Suspiro casi imperceptiblemente cuando mi madre comienza a abrir la nevera.

-No pero Pepi… - dice todavía de pie – eso es vuestro… dejadme que os invite yo… - señala el chiringuito –

Conozco esa mirada de aprobación de mi madre. Le cae bien. A ella y a Vero. Y a mi me inquieta y me incomoda. Y mi ahijada está enamorada de él. Qué panorama.

-Cerveza? – pregunta al aire y recibe una respuesta afirmativa de Vero y mi madre –

Me mira interrogante y decido responder con todo mi aire borde posible.

-No me gusta la cerveza – respondo apartando la mirada –

-Eh… - noto que le he dejado cortadísimo – un tinto? – propone y me alzo de hombros, como si me la sudara todo – bien pues… - camina hacia el chiringuito – ahora vengo…

-Tía! – exclama Vero justo cuando se aleja – estás tonta? – la miro alzando las cejas – puedes ser amable por una puta vez en tu vida?

-La niña… - dice mi madre a mi espalda, recriminando nuestro lenguaje – ay hija, es que eres borde como tú sola…

-O sea… - me incorporo un poco hasta arrodillarme – aparece aquí de la nada, dice que ayer no me reconoce… viene solo, titubea porque no sabe cómo explicar por qué viene solo… - digo de corrido – y yo me tengo que fiar? – digo indignada – y si es un fotógrafo? O un periodista?

-O el tío que le salvó la vida a tu ahijada – dice Vero seria – que casi se ahoga rompiendo la cuerda… - la miro seria – eres de lo que no hay Malú… - dice con cierto tono de decepción – normal que estés como estás…

-Y cómo estoy eh? – digo alzando un poco la voz –

-La niña – exclama en voz baja mi madre, mientras la mira jugando en la arena – podéis parar de discutir? – cierro los ojos y respiro hondo – Malú por favor, es que se te ha olvidado lo que pasó ayer? – voy a hablar pero me corta – ese chico se va a tomar algo con nosotras porque a mí me da la gana y si tienes algo que decir, lo dices en casa… - suspiro – pero te comportas educadamente… - Vero me mira con gesto triunfante –

-Bueno… - vuelvo a sentarme al escuchar cómo llega – las dos cervezas… - veo como se las da a mi madre y a Vero – tu tinto… - lo cojo casi sin mirarle – y mi cerveza – se alza de hombros –

-Y para mí? – pregunta Carlota a su espalda con gesto de pena. Igualita que su madre –

-Ostras… - dice escondiendo un helado en su mano derecha a su espalda – se me había olvidado… - mi ahijada es única poniendo caras de pena – que no… - saca el helado y la cara de ilusión de Carlota me hace hasta sonreír – puede no? – pregunta mirando a Vero y asiente –

-Gracias! – exclama Carlota dándole un beso en la mejilla de forma efusiva –

-Es muy efusiva… - dice Vero excusándose – perdónala…

-Qué va… - dice sentándose en la arena – es un cielo…

Acabo de sonreír. Como una gilipollas. Quito la sonrisa en cuanto me doy cuenta. Sigo sin fiarme de él, las cosas como son. Pero parece buen tío. Ha aparecido de la nada, sí. Pero bueno, a ver, no tiene que ser nada extraño… o sí? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario