La tumbo en la cama lentamente, notando como acaricia mi
espalda por debajo de la camiseta. No pararía de besarla. Nos miramos más que
ninguno de estos días. Es como si algo hubiera cambiado, como si algo no fuera
igual. Después del día de hoy, no es igual. No me siento igual. No le he
mentido cuando le he dicho que hoy siento que he avanzado. No le he mentido
cuando le he dicho que, desde que he llegado aquí, he cerrado cosas que pensé
que nunca cerraría. Y no sé si es el sitio, o ha sido ella. Si me quedo
mirándola, no tengo dudas. Ha sido ella. Hay personas que, simplemente, saben
curar. Curan a los demás. Y a esas personas hay que tenerlas cerca siempre.
Beso su cuello de forma lenta, todavía no nos desnudamos,
solo nos acariciamos mutuamente. Me da la sensación que ella tampoco está
igual. Está más tierna, más cariñosa y más intensa en las caricias. Y en las
miradas. Me mira distinto, bonito, pero distinto. Beso su cuello y voy subiendo
hasta su oreja, lamiendo el lóbulo y escuchando como gime levemente. Resoplo al
escucharla. Me apetece tanto hacerlo… pero suave, despacio, con mucha
intensidad pero despacio.
Me tumbo completamente encima de ella, besándola con mis
labios bien abiertos, moviendo nuestras lenguas al compás. Me acaricia el pelo
y yo acaricio su costado izquierdo con mi mano derecha, por encima de la
camiseta, hasta que cuelo mi mano por debajo. No me puedo imaginar dejar de
hacer esto con ella. Ese pensamiento se me clava en la mente, me hace parar de
besarla y apoyar mi cabeza en su hombro. Me supera ese pensamiento. Joder, no
puede estar pasando tan rápido. La necesito. Siento que la necesito. Siento que
quiero estar con ella… me repongo rápidamente, no quiero que note nada, y
vuelvo a besar su cuello, bajando por su escote. Solo lleva la camiseta de
manga corta y unos pantalones de pijama. Tiene parte de su ropa ya aquí. No
lleva nada más, así que, al subir más mi mano derecha, rozo su pecho izquierdo.
Suspira al notar el tacto de mi mano.
Es todo más lento, menos desesperado. Como si tuviéramos
todo el tiempo del mundo o, por el contrario, quisiéramos detenerlo. Voy
subiendo despacio su camiseta hasta que noto como sube sus manos para que se la
quite. Ella hace lo mismo con la mía. Nos tocamos. Me toca el torso, pasando
sus manos lentamente por él hasta llegar al abdomen, acariciándolo. No dejamos
de mirarnos, y de sonreírnos de forma muy sutil.
Mis manos también se pasean por su cuerpo. Rozo fugazmente
sus pechos, pasando mis manos por el borde inferior, acariciándola, bajando
hasta su abdomen y volviendo a subir. Gime sutilmente, pero lo más impactante,
es su mirada. No la aparta. Y yo tampoco. Siento ganas de más contacto y agarro
sus pechos con ambas manos, apretándolos lentamente, tocándolos sin ningún
pudor. Me mira y se muerde el labio inferior, entrecerrando los ojos. Arqueo mi
espalda hacia adelante y comienzo a besarla. De nuevo lento, con los labios
bien abiertos.
Noto como mueve su pelvis y la muevo con ella, a su mismo
compás. Cada vez la mueve más rápido, para aumentar nuestro roce, hasta que me
pone una mano en el pecho y me obliga a ponerme boca arriba. Se sienta sobre mí
y comienza de nuevo a moverse. Mis manos van automáticas a sus pechos,
tocándolos de nuevo con mucho deseo. Me incorporo un poco para poder besarlos.
Apoya sus manos a cada lado de mi cuerpo y gime levemente al notar mis labios
en ellos, mientras sigue moviendo las caderas.
No puedo más y tiro de su pantalón y de sus braguitas. Nos
miramos y se ríe. Me contagia la risa. Nos separamos un momento y nos
desnudamos del todo rápidamente. No me deja ni moverme, vuelve a sentarse sobre
mí, ahora sí, totalmente desnudos. Cuando noto su roce en mi entrepierna, me
estremezco. Está excitada. Y yo también. Muchísimo. Volvemos a la misma
posición, se arquea hacia mí, con sus manos apoyadas en la cama, y comenzamos a
besarnos. Ahora los besos son más intensos, sin llegar a ser desesperados.
Cuidadosos, pero me la quiero comer.
Mueve sus caderas rozándome y torturándome sin parar. Me mira
y, al ver mi cara y escucharme resoplar, se ríe. Apoya su cabeza en mi hombro,
todavía riéndose, y comienza a besarme el cuello. La hemos liado. Me encanta
que me bese el cuello y escuchar su aliento tan de cerca. Y sus leves gemidos
pegados a mi oreja mientras mueve las caderas lentamente, rozándome de forma
intensa.
Seguimos así durante unos minutos creo. Tengo muchas ganas,
pero también tengo ganas de seguir haciéndolo así.
-Ponte uno ya – me susurra muy bajito, pegada a mi oído,
mientras va besándome primero la oreja y después el cuello –
Resoplo y le hago caso. Se aparta de encima pero de nuevo,
sin dejar que me mueva, vuelve a sentarse encima de mí, con las piernas
abiertas, a horcajadas. Resoplo de nuevo, esta vez de forma más fuerte, y la
observo. Observo su cuerpo desnudo y me muero de ganas de estar dentro de ella.
Vuelve a rozarse mientras me besa. Me está desesperando, pero de una forma que
me gusta.
De pronto, noto como ella misma toma la iniciativa y se
coloca de tal manera que hace que, con un movimiento muy suave, me introduzca
en ella. Suelto un gemido al notarlo, igual que ella. Se mueve lentamente, muy
lento, haciéndome gemir cada vez que lo hace. Nos miramos mientras lo hace. No
soy capaz de moverme, solo dejo que ella haga lo que quiera. Se incorpora un
poco, apoyando sus manos en mi pecho, y comienza a moverse en esa posición,
todavía lento, aumentando el volumen de sus gemidos.
Me deshago al verla así, echando la cabeza hacia atrás,
dejando caer su melena por su espalda, mientras se mueve sobre mí. Me incorporo
hasta llegar a sus pechos y comienzo a besarlos de nuevo. Se agarra a mi pelo,
no tira de él, solo se agarra y lo acaricia. Me está pareciendo tan… íntimo. No
sabría describirlo. Es sexo, pero no es solo eso. No después de todo lo que nos
hemos contado, de todo lo que hemos hecho estos días. Nos miramos en esa
posición, ella sentada, erguida, sobre mi, moviéndose lentamente, y yo abrazado
a su espalda. Se arquea un poco y nos besamos, sin que deje de moverse. Varios
besos, largos.
Durante esos besos lo confirmo. Estoy pilladísimo. Mucho. Me
da un acojone importante, y, al mismo tiempo, me encanta sentirme así y que
todo haya sido tan natural. Cuando terminan los besos, nos miramos muy de
cerca. Sonríe levemente y pone una mano en mi pecho para que me tumbe. Se
arquea sobre mí, sin llegar a tumbarse, y comienza a moverse un poco más
rápido, volviendo a besarme. Joder… no sé ni cómo tocarla, ni donde poner las
manos. Se van directas a su trasero sin pedirme permiso, y sigo sus movimientos
con mis manos.
Casi sin darme cuenta, se agarra al cabecero de la cama,
dejando sus pechos a la altura mi cara, y sigue moviéndose algo más rápido,
gimiendo cada vez más. Sus pechos a la altura de mi cara y yo sin besarlos? Ni
de coña. Los agarro con mis manos y los beso con tanto deseo que hasta me
apetece morderlos. Gime todavía más cuando hago eso y aumenta más la velocidad,
sin soltarse del cabecero y sin cambiar la posición.
Me está matando, no puedo aguantar mucho más sin aumentar
más el ritmo. Apoyo mis pies en la cama y elevo algo más mi pelvis, haciendo
que me introduzca todavía más en ella. Gime profundamente cuando eso y no lo
dudo. Mis manos se quedan en sus caderas y comienzo a moverme yo. No dice nada,
solo se agarra más fuerte al cabecero y gime más alto. Primero me muevo
despacio pero profundo, con un contacto máximo. Cada vez que lo hago, suelta un
gemido grave.
Vuelvo a agarrar sus pechos y a querer comérmelos.
-Dios… - gime en voz alta – Hugo… - mueve sus caderas
intentando creo que vaya más rápido –
Devuelvo mis manos a sus caderas y, mirándola, aumento el
ritmo poco a poco hasta hacerlo rápido. Sus pechos se mueven delante de mi al
mismo ritmo, me vuelve loco verla así. No se ha soltado del cabecero.
-Sigue… - susurra entre gemidos sin mirarme – no pares… - me
mira esta vez y hace que me pongan los pelos de punta –
-Malú… - susurro reprimiendo los gemidos que me salen – no
puedo más… - digo mirándola y devolviendo mi mirada a sus pechos – no puedo… -
susurro de nuevo justo antes de volver a dirigir mi boca a sus pechos –
-Un poco más… - gime casi gritando – sigue… - suelta en voz
alta, oigo como acaba de dar un golpe al cabecero contra la pared –
Está a punto de correrse. Y yo también. Me concentro en
aguantar, sin bajar el ritmo, para que pueda llegar ella. La escucho, la
siento. Y ahí, automáticamente, me ocurre a mí. Suelto varios gemidos que se
entremezclan con los de ella, notando el escalofrío por la espalda hasta mi
cabeza. De nuevo sincronizados, como si nos conociéramos sexualmente tanto que
supiéramos cuando nos va a pasar a cada uno. Noto sus contracciones durante
varios segundos, con sus gemidos apagándose poco a poco, hasta que se deja caer
encima de mí, escondiendo su cara en mi cuello. Le escucho respirar
entrecortada, igual que yo. La abrazo. La abrazo fuerte contra mí, y comienzo a
dejar besos por su hombro derecho, acariciando su pelo suavemente.
-Joder Hugo… - susurra sin moverse –
Sonrío y comienzo a besar su pelo, acariciando su espalda
desnuda. Gime levemente al notar como la acaricio, pero no es el mismo tipo de
gemido… es como más tierno. Noto como besa levemente mi cuello, sin dejarme
todavía verla.
Cuando se incorpora, nos miramos y sonríe bajando la mirada.
Sonrío tiernamente sin dejar de acariciarla. Veo como se muerde levemente el
labio inferior, con un gesto de vergüenza que me mata. Me mira de reojo,
todavía con ese gesto. Mi sonrisa se amplia todavía más al verla así.
-Me encanta así… - dice en voz baja, sin mirarme, sin dejar
de poner ese gesto de vergüenza –
-Y a mí… - contesto de forma rápida – qué… intenso joder… - digo
riéndome levemente –
-Diferente… - dice sin mirarme, sonriendo avergonzada –
Diferente. Nada más y nada menos acaba de decir eso, con esa
sonrisa de vergüenza. Muy diferente. No sexo simplemente. Después de decirnos
que queremos seguir viéndonos, vamos y lo hacemos así de tierno y de intenso.
Me he pillado por completo. Alza su mirada, como buscando una respuesta a lo
que acaba de decir, como con una mirada algo temerosa. Sonrío levemente.
-Muy diferente… - respondo susurrando y acercándome a su
cara para besarla – cada minuto que pasa… - digo mirándola, refiriéndome a lo
que le he dicho en la playa –
Me mira con un gesto tan frágil que no puedo evitar abrazarla de nuevo fuerte. Posa su cabeza de nuevo en mi cuello. La escucho suspirar. Sonrío y, con una mano, sigo acariciando su espalda, mientras que, con la otra, acaricio su melena. Escucho como se ríe sutilmente. Lo que ha pasado no es algo que pase habitualmente. Lo que ha pasado no me ha pasado en mi vida.
Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminar