viernes, 22 de febrero de 2019

CAPÍTULO 40: LA ORILLA

Me pongo la camiseta y las gafas de sol. Me apetece largarme. Ahí sigue, sentada en la arena sin hablar con nadie, sosteniendo el hielo, con gesto enfadado. Suspiro y me acerco a Vero.

-Voy a pasearme un rato – Malú me mira extrañada – vengo ya…

Sin decir nada más, comienzo a caminar por la orilla. No me giro porque se que va a estar mirándome. No debería preocuparme tanto por ella, si, total, no somos nada. Quizá le molesta eso. Quizá le molesta que esté demasiado encima de ella. Apenas hay gente en la playa, cosa que me sorprende, porque hace un día estupendo. Aquí el tiempo varía rápidamente, no sé si es así siempre. Por alguna razón, no me apetece para nada volver hacia donde están. La verdad no me apetece volver para escuchar borderías. Lo mismo me trata con una dulzura tremenda, que con un desdén que me pone enfermo. Por qué me molesta tanto? Quizá por lo que he estado reflexionando esta mañana. Cuando se me acaba el cigarro, lo apago en la arena y me dirijo a una de las papeleras. No me gusta tirar colillas al mar ni dejarlas en la arena. A mi padre tampoco le gustaba, cogí esa manía por él. Camino de nuevo por la orilla, les veo al fondo. Me da hasta vergüenza acercarme otra vez. Mi salvación es ver a Carlota sentada en la orilla. Acabo de decidir que voy a ir hacia ella, sin mirar a nadie más.

Me siento a su lado, está sin ningún juguete, solo sentada, así que la imito.

-No te apetece jugar o qué? – digo sentándome, pero no me contesta – te has vuelto a enfadar conmigo? – me mira sorprendida y niega con la cabeza – entonces? – le pregunto –

-La tata se ha hecho daño por mi culpa – dice con cierta congoja – está enfadada conmigo…

-No… - suspiro – eso no es así Carlota… - me mira – no es tu culpa y está enfadada pero no contigo…

-Contigo? – pregunta mirándome y me alzo de hombros –

-No lo sé… - digo con tono distendido – Carlota… - me sabe fatal que la niña tenga esa idea de que siempre alguien tiene que tener la culpa de todo – a veces pasan cosas y nadie tiene la culpa…

-Eso dice mi madre… - dice dibujando en la arena – pero no lo entiendo…

-Lo entenderás… - digo seguro – a veces cuesta entenderlo… pero lo entenderás… - me mira – tu tata se ha hecho daño sin darse cuenta y sin que sea tu culpa… - sigue mirándome atenta – y está seria porque no le gusta que le duela el pie… - acaricio su espalda – nada más vale? – asiente – anda, ve con ella y pregúntale como está… - me mira un tanto dudosa – seguro que le gusta que vayas… - sonrío –

Veo como la niña se levanta, haciéndome caso, y desaparece de mi vista. No me apetece levantarme de allí, me apetece quedarme mirando al mar, escuchar las olas. Debería irme seguramente. Pero no sé cómo hacerlo. Crea tensión sin darse cuenta. Me doy la vuelta disimuladamente y veo como Carlota y Malú se abrazan. Vero me mira instantáneamente y desvío la mirada de nuevo. Resoplo. Estoy agobiado. Vuelvo a pensar en irme y no sé cómo hacerlo. Pienso en meterme al agua, pero tendría que dejar la camiseta y las gafas donde están ellos, y tampoco me apetece acercarme. Nah, tengo que irme, esto es una gilipollez. No tengo por qué estar incómodo. Me levanto, cojo mis cosas, digo que me encuentro regular y me voy al hotel. Fin de la historia, así de fácil.

Cuando estoy dispuesto a hacerlo, noto como alguien se sienta a mi lado. Estaba tan concentrado pensando en cómo irme de allí, que no me he dado cuenta que alguien se acercaba. Cuando miro a mi izquierda, veo que es Malú. Resoplo sin querer y miro al frente. Segundos de silencio. No pienso decir una palabra. Esa decisión me dura unos segundos.

-Te sigue doliendo? – pregunto sin mirarla y aparentando cierta indiferencia –

-No… - responde mirándome, noto que me mira, pero sigo mirando al frente – te he hablado mal verdad? – pregunta de manera comedida –

-Como siempre supongo… - respondo un tanto dolido –

-Joder Hugo… - resopla frustrada –

-Es mejor que me vaya al hotel… - digo decidido – no me encuentro muy bien…

-Hugo por favor… - me agarra del brazo – perdona… - la miro serio – lo siento, sé que te he hablado mal… - veo su gesto un tanto agobiado – no te vayas… - suspira – no me doy cuenta, te lo juro… - dice justificándose – lo del pie me está jodiendo mucho…

-Yo no tengo la culpa de eso… - digo manteniendo el tono un tanto distante –

-Ya lo sé… - me mira –

-A lo mejor te molesta que me preocupe por ti… - reflexiono mirando al frente – total, no nos conocemos prácticamente…

-Hugo para… - dice algo cansada – lo siento vale? – toca mi brazo y la miro. Su mirada es de arrepentimiento – no quiero que te vayas… - suspiro apartando la mirada – y no me molesta que te preocupes por mí… - la miro otra vez – al contrario… - sonríe levemente –

Otra vez un silencio de unos segundos de duración. Bajo la cabeza un poco. Noto cuando un enfado se me está pasando y no quiero que se me pase. Pero no puedo evitarlo.

-No he parado de mirarte cuando estabas con Carlota… - dice de forma dulce – me gusta mucho como eres con ella… - resoplo al escucharla hablar así – y me gusta mucho como eres conmigo… - la miro instantáneamente – soy muy imbécil, lo habrás comprobado estos días… - sonrío sin querer y aparto la mirada – pero me arrepiento en seguida… - le oigo suspirar un tanto agobiada – no quiero que pienses que me enfado contigo… - le miro de nuevo –

-Lo parece… - digo con un tono ya menos beligerante –

-Ya… - niega con la cabeza y desvía la mirada – pues no es así… - la miro de reojo – Hugo no te vayas por favor… - pone un tono de voz que ya no puedo soportar –

-Quieres bañarte? – pregunto de repente, viendo como me mira sorprendida –

-Eh… - sonríe nerviosa – está muy fría…

-Que va… - respondo restándole importancia – solo parece fría al principio… - le miro un poco resentido todavía – me recuerda a alguien.

Sin dejarle responder, me quito la camiseta y las gafas y voy hacia las sombrillas. Noto sus miradas, pero no abro la boca. Ni siquiera Carlota dice nada. Voy hacia la orilla y la veo rozando con su pie el agua. Paso por su lado salpicándole a posta y vuelvo a hacer lo mismo. Me meto de golpe, salpicándole por completo. Al salir, veo como me mira con gesto serio. Me pongo de pie y la observo, como retándola. Comienza a andar y, al llegar a mi altura, se mete del todo. Me adentro un poco más y noto como me sigue. Cuando el agua me llega casi al cuello, paro de caminar. Noto como va dando saltitos. Le agarro de las manos y hago que salgamos un poco más para que se pueda apoyar bien.

-Ya no estás enfadado? – pregunta con voz de niña pequeña –

-Carlota es como tú… - suspiro sonriendo levemente – una chantajista…

Sonríe y baja la cabeza. Disimulo un poco pero me acerco un poco a ella, pasando mis manos por su cintura. Veo su cara de pánico.

-No voy a hacer nada – digo rápidamente – tranquila… - acaricio su abdomen – a tu manera dijimos no? – sonríe un tanto avergonzada – me jode mucho que te enfades conmigo… - digo sintiéndome gilipollas por decirlo con ese tono de voz tan absurdo –

-Te jode? – me mira enternecida – Hugo, no me he enfadado contigo… - acaricia mi rostro levemente – siento haberlo pagado contigo…

-Olvídalo… - sonrío acariciando su cara también sutilmente – anda, vamos fuera porque estar en el agua contigo me pone nervioso… - digo susurrando –

-Pff… - resopla – si, vamos fuera anda… - me da un manotazo cariñoso en el hombro – 

1 comentario:

  1. Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

    ResponderEliminar