-Buah… - resoplo – estoy lleno… - digo tocando mi tripa –
estaba bueno? – la miro –
-Mucho… - sonríe levantándose con la bandeja en las manos –
No me acordaba. Va sin pantalones. Veo sus braguitas negras,
con mi camiseta ancha. Tremendamente sexy. Lo mejor es que lo es sin
pretenderlo.
-Madre mía… - susurro pensando que no va a escucharme… pero
sí lo hace –
-Qué pasa? – me mira sin entender nada hasta que ve como la
estoy mirando y baja la cabeza – ya me visto… - dice convencida –
-No no… - me levanto rápidamente con mi bandeja en la mano y
la dejo en la mesa – ni se te ocurra vestirte… - digo con una voz que hasta me
sorprende a mí –
Se queda plantada, al lado de la mesa con ruedas, mirándome
y mirando al suelo de forma alternativa. Me acerco lentamente, no se aparta,
pero noto como está algo avergonzada. Al llegar a su altura, rozo su cintura
por encima de la camiseta y noto como se estremece levemente. Vuelvo a tocar su
pelo. No sé qué me pasa con su pelo, pero me flipa. Estaría tocándolo todo el
día. Esta mañana, mientras dormía, no podía parar de mirarla. A ella y su
melena. Su gesto totalmente relajado. No sé qué estoy haciendo, no nos
conocemos apenas, pero hay una conexión innegable. Hay atracción.
Pego su cuerpo un poco más a mi y noto como intenta ponerse
de puntillas, pero no lo hace. Hace un gesto de dolor sutil.
-Te duele? – pregunto mirando su pie –
-No… - niega no muy convincente y vuelve a hacer un gesto de
dolor –
-Ven anda… - agarro su mano y hago que se siente en la cama
– túmbate…
Me mira sorprendida. Creo que piensa que voy a hacer otra
cosa. Me siento a sus pies y cojo su pie derecho, poniéndolo encima de mis
rodillas. Me mira con los ojos bien abiertos, sorprendida de nuevo.
-Caminamos demasiado ayer… - digo comenzando a tocar su tobillo
de manera suave –
-No… - balbucea, creo que se ha puesto nerviosa – no te
preocupes… au – se queja levemente –
-Quieres que pare? – digo mirándola pero me niega con la
cabeza –
-Me alivia… - dice algo tímida – también eres fisio? –
pregunta medio riéndose –
-En 35 años me ha dado tiempo a hacer muchas cosas – digo
masajeando despacio el tobillo – pero no a estudiar tanto… - sonrío y se ríe –
solo que me gusta dar masajes… - digo concentrado – aunque como no tengo mucha
idea… tampoco quiero empeorarte nada… - hablo comedido –
-No me haces daño… - dice sonriendo – me alivia, de verdad…
- suena sincera –
No puedo evitarlo y dirijo mi mirada hacia arriba. Mi mirada
se cruza de nuevo con sus braguitas. Mierda. No tenía que haber mirado. Se
recuesta un poco y, sutilmente, hace algún sonidito como de placer… Joder, cómo
me pone. Mis manos se van deslizando despacio, sin pedirme permiso, desde su
tobillo hacia su pierna. Cuando llego a la rodilla, alza su mirada. La miro
creo que con gesto serio. Serio o cachondo perdido. Se incorpora y se sienta,
poniendo su rostro a mi altura.
-Gracias por el masaje…
El tono ese que pone, que ya escuché ayer, es el detonante.
No puedo soportarlo. Deslizo mi mano derecha desde su rodilla hasta su muslo
derecho. Suspira, todavía con su rostro pegado al mío. Mi mano sobrepasa la
altura de su muslo y llega hasta sus braguitas. Suspira de forma sonora y
cierra los ojos. Joder, que calentón tengo ahora mismo. Abre los ojos y me mira
intensamente. Se muerde el labio inferior al notar que mi mano acaricia sus
braguitas.
No decimos nada. Me sigue mirando así y ya no lo evito más.
Acerco mi boca a la suya y es ella la que hace desaparecer la distancia entre
nuestros labios. Se incorpora algo más y me besa. Me besa al principio con los
labios sellados. Suficientes segundos como para que quiera más. Abro mis labios
y ella abre los suyos. Mi mano izquierda se posa en su hombro y la tumbo poco a
poco. Me tumbo sobre ella sin quitar mi mano de su entrepierna y sin dejar de
besarla. Muevo mi mano sobre sus braguitas y escucho como comienza a gemir.
Resoplo al escucharla. Comienzo a besar su cuello y lo arquea hacia un lado
para que pueda hacerlo mejor. Le levanto la camiseta y noto como no lleva
sujetador. Vuelvo a resoplar. Me provoca tantas cosas que soy incapaz de
controlarlo.
Sus manos se dirigen a mi camiseta y la levantan, sin decir
nada, ni una palabra. Sigo tumbado sobre ella, sigo masajeando la zona, notando
como, poco a poco, se va excitando. Con mi mano izquierda, deslizo la camiseta
hacia arriba. Alza sus manos sin decir nada, besándonos, y se la quito. Vuelvo
a ver sus pechos desnudos. Mi excitación ya no necesita mucho más, aunque no
voy a detenerme. Mi mano derecha vuelve a su entrepierna y mi boca se dirige
primero a su pecho izquierdo. Comienza a gemir de nuevo. Me encanta escucharla.
-Joder Hugo… - resopla y gime tras decir la frase –
Noto como está sudando, y yo también. Creo que nos hemos
pasado con la temperatura de la habitación y ya parece que hace sol en la
calle. Ayer tormenta, hoy sol. Y calor. Mucho calor. Sin pensármelo demasiado,
la agarro en brazos. Cruza sus piernas por mi espalda, como ayer. Qué cachondo
me puso eso. Y qué cachondo me ha puesto ahora. Camino hacia el baño haciendo
una parada contra la pared. Gime mientras no paro de tocarla. Toco sus muslos,
sus costados. Se agarra a mi cuello con suavidad. Me muevo de nuevo y entro en
el baño. La siento sobre el lavabo y me mira sorprendida un segundo. Solo un
segundo porque, poco después, agarra mi cara con las dos manos y me besa de
nuevo. Con rabia. Como si me fuera a morder los labios. Nuestras lenguas se
fusionan y no se separan apenas. Dirijo mis manos a mis pantalones y los bajo
de un movimiento. Creo que no se ha dado ni cuenta, no para de besarme. Vuelvo
a cogerla en brazos y tiro de sus braguitas hacia abajo. No puedo quitárselas,
sus piernas están cruzadas en mi espalda. Me meto en la zona de la ducha. Las
paredes no son las típicas, sino que son de diseño. Las paredes no están frías.
La apoyo en la pared de la derecha y, con la mano izquierda, enciendo el grifo.
No dice nada, sigue agarrada a mí. Hago que se baje un segundo, la dejo
suavemente con sus pies en el suelo de la ducha, y termino de bajar sus
braguitas y dejarla desnuda. Sus manos se dirigen a mis boxers y me los baja.
Moviendo mis piernas, me los quito del todo. Alargo mi mano izquierda y el agua
está a la temperatura perfecta.
La agarro de la cintura y hago que de dos pasos hacia el
agua. Suelta un gemido al notar el agua por su espalda y comienzo a besarla de
nuevo. Mis manos van directas a su trasero. Lo aprieto contra mí, escuchando
como suelta un gemido más intenso que los previos. Le doy la vuelta, cojo sus manos
y las apoyo en la pared de la izquierda. Quedándome a su espalda, aprieto sus
muslos y me pego a ella, dirigiendo mi mano derecha a su entrepierna.
-Dios… - susurra flexionando un poco sus piernas, creo que
por el placer que le acaba de producir que haga eso –
Beso su espalda mientras sigo con mi mano en su entrepierna,
moviéndola lentamente. Veo como sus manos se agarran al borde superior de la
pared de la ducha. Sutilmente, abre más sus piernas. Joder, cada cosa que hace
me hace ponerme todavía peor. Su melena mojada cae sobre sus hombros y cubre
parcialmente su espalda. Aparto su pelo con la mano izquierda y comienzo a
besar su hombro derecho, subiendo hacia el cuello y hacia su oreja. Lamo
durante varios segundos el lóbulo, escuchando como gime. Creo que le encanta
que haga eso.
-Me vuelves loco Malú… - digo con voz seca, ronca, como si
no me saliera de otra manera, como si hubiera perdido mi tono normal –
Gime. Gime profundamente al escucharme. Mi mano izquierda se
posa en su pecho izquierdo. Mi mano derecha comienza a moverse más rápidamente,
vuelve a flexionar sus rodillas, haciendo que su trasero roce mi pelvis.
Resoplo y apoyo mi cabeza en su hombro derecho. Me pone. Me pone muchísimo… Los
movimientos de sus piernas y su roce hace que se me vaya casi la cabeza del
todo. Me controlo mucho. Primero ella, eso lo tengo claro. Primero quiero
escuchar como se corre. Por el sonido de sus gemidos, creo que está llegando.
Mueve sus caderas más rápido, como diciéndome que mueva mi mano más rápido, y
le hago caso. El agua nos cae por encima. Apoya su cabeza en la pared, sin
parar de gemir, y luego estira su cuello hacia mi, sin soltarse de la pared. No
sabía que se podía gemir tan alto, me flipa, me encanta que se ponga así. Mi
mano ya se mueve a una velocidad vertiginosa. Noto como se tensa un poco,
vuelve a apoyar su cabeza en la pared y vuelve a estirar el cuello hacia atrás,
hacia mí, agarrándose con una mano al mío. Gime sin control hasta que noto como
los gemidos se vuelven más profundos. Flexiona de nuevo sus caderas y arquea su
espalda, agarrándose a la pared y a mi cuello al mismo tiempo. Creo que acaba
de llegar. Sus gemidos se transforman en suspiros, su respiración se va
calmando. Me mantengo a su espalda, sosteniéndola por la cintura.
-Joder… - susurra – agárrame que me fallan las piernas…
Sonrío y la agarro suavemente de la cintura, acaricio su
abdomen despacio y noto como se estremece levemente. Apoya su cabeza de nuevo
en la pared, noto como respira todavía algo acelerada. No puedo evitarlo. Paso
mis manos por sus muslos, subo por los costados y llego a sus pechos. Los
aprieto levemente y devuelvo mis manos a la cintura.
Se da la vuelta. Su mirada es tremenda. Me traspasa, no la
baja, no está avergonzada. Me mira y resopla. La miro de arriba abajo. No puedo
más. Me observa cuando voy a salir de la ducha. Alargo la mano hasta el lavabo.
Allí está la caja, anoche la dejé allí. Doy gracias de no tener que salir de
ese baño. Me pongo uno y entro de nuevo a la ducha. Me espera con una mano
apoyada en la pared, en una posición que me parece extremadamente sexy. Qué
locura más increíble. Me acerco a ella y no pienso en decir nada. Vuelvo a
tocar sus muslos, vuelvo a subir a sus pechos. Los beso de manera lenta. Es
solo la antesala de lo que se va a desatar. La agarro del trasero y vuelvo a
pegarla a la pared, como al principio. Solo que, esta vez, voy a ir más allá.
Con mis brazos sujetándola a peso, aunque apenas me parece que pese nada, me
introduzco lentamente en ella. Me agarra del pelo y me mira sorprendida, con la
boca entreabierta, hasta que deja salir un gemido de nuevo.
-Hugo joder… - exclama –
No lo susurra. Lo exclama. Como si necesitara gritar ahora
mismo. Como si yo no necesitara gritar. Me contengo, pero no puedo evitar gemir
cada vez que me muevo dentro de ella. Se agarra fuerte a mi cuello. No se los
minutos que pasamos así. Creo que son minutos. De manera lenta, como queriendo
alargarlo mucho. Cuando intento ir más deprisa, casi me resbalo, casi nos
caemos al suelo de la ducha. Suelta un gritito y se ríe levemente, no la he
soltado, no ha tocado ni el suelo. Menos mal que las paredes me han frenado.
Río sin querer y empieza a reírse conmigo. Vuelvo a la posición en la que
estábamos y nos miramos. Agarrada a mi cuello, esconde su rostro en mi hombro
mientras vuelvo a moverme despacio y vuelvo a escuchar como comienza de nuevo a
gemir.
-Llévame a la cama… - susurra –
Lo dice de una manera que no puedo evitar mirarla. No puede
más y yo tampoco. Y la posición no me va a permitir hacerlo sin correr el
riesgo de meternos una hostia contra el suelo. Se me va a ir de las manos y no
quiero hacerle daño.
Le hago caso y, sin dejar que apoye sus pies en el suelo,
salgo del baño. Noto el cambio de temperatura levemente. No puedo evitar
apoyarla de nuevo en la pared antes de llegar a la cama. Me pone mucho hacer
eso. Ahí, plantados, al lado de la cama, vuelvo a introducirme en ella. Otra
vez despacio. Otra vez gime de forma pausada, profunda, agarrándose a mi
cuello. Me estoy muriendo del placer solo con escucharla.
Ya no puedo más. Doy dos pasos y dejo que caiga en la cama,
conmigo encima, totalmente empapados de la ducha. Creo que ni siquiera hemos
cerrado el grifo. Su pelo mojado se esparce por las sabanas y me parece de lo
más sexy. Abre más sus piernas hasta cruzarlas por detrás, y, ahora si, imprimo
una velocidad mayor. Me incorporo un poco, para verla. Me arrodillo, descruza
sus piernas, y las agarro con mis manos, elevándolas un poco y agarrándome a
sus muslos. Comienzo a ir más deprisa. Veo como sus pechos se balancean con cada
movimiento. Son perfectos. Me flipan. Me encanta como es su tacto y como se
mueven.
Se estira en la cama y estira sus brazos hacia arriba,
intentando agarrarse a algo, al cabecero o a cualquier cosa. Noto como con una
de sus manos, golpea el cabecero y gime más fuerte, como con rabia. La miro y
trago saliva, es muy sexual. Y me gusta. Me gusta mucho que sea así. Poco
después de hacer eso, se incorpora, me empuja levemente y me hace ponerme boca
arriba. Otra vez no. O, mejor dicho, otra vez si. Tortúrame así el tiempo que
quieras. Eso es lo que le diría ahora mismo. Su forma de moverse sobre mí es
simplemente perfecta. Mueve sus caderas despacio, con movimientos lentos pero
marcados, hasta que se encorva hacia mí, apoya sus manos una a cada lado de mi
cabeza, y comienza a mover las caderas arriba y abajo. Miro hacia abajo y sus
pechos caen casi rozándome el torso, moviéndose al mismo ritmo que ella. No
acierto ni siquiera a moverme yo. Solo me dedico a mirarlos.
Alterna momentos en los que mueve las caderas más rápido,
con momentos en los que lo hace lento y mueve sus caderas en círculos sutiles.
Se sienta de nuevo completamente a horcajadas, haciendo que el contacto sea
total, que entre del todo. Arquea su espalda hacia atrás, apoyando sus manos en
mis muslos, y se mueve de nuevo a un ritmo más rápido. No puedo sentir más
placer, nunca nadie me había hecho esto así. No recuerdo haber sentido tanto
deseo. No se corta, y eso me encanta. Se deja llevar. Eso a lo que tanto miedo
tenía, lo está haciendo. Se mueve sobre mi pelvis con total libertad, no pienso
pararla.
Tras varios minutos así… una vez más, pienso que son
minutos, aunque he perdido la noción del tiempo, arquea su espalda hacia
delante y esconde su rostro en mi cuello. Creo que está agotada, pero no deja
de mover su pelvis contra la mía. Creo que no ha llegado, y yo no he llegado
porque me he concentrado mucho en alargar esto, pero si me dejo llevar, me
habría corrido muy rápido. Es increíble cómo se mueve. Acaricio su pelo y
agarro sus caderas, elevando las mías, apoyando mis pies bien sobre el colchón,
y empiezo a mover yo las caderas, a llevar yo el ritmo. Se incorpora levemente
para mirarme y todo su pelo cae sobre mi cara, pero consigo ver la suya. Me
mira como agradecida y, al mismo tiempo, con una mirada de deseo que me hace
perder la cabeza. Me muevo rápido, cada vez más rápido. Noto como se agarra al
cabecero de la cama, oigo como lo mueve y golpea contra la pared y, sobre todo,
oigo como gime. Esa forma de gemir creo que la voy reconociendo. Tengo que
acelerar y no parar.
-Hugo! – exclama – sigue! – exclama de nuevo y vuelve a
mirarme, con toda su melena casi tapándome su cara –
Le hago caso, sigo, sigo todo lo rápido que puedo. Escucho
como los gemidos se han transformado en gritos. En gritos muy sonoros. Joder,
no puedo más. Voy a correrme. Quiero aguantar pero no se si puedo. Entonces la
veo, veo arquear su espalda hacia atrás y soltar esos gemidos profundos y,
justo en ese momento, a esa velocidad tan frenética, llega el mío. A la vez. En
mi vida me había pasado esto. Cae rendida sobre mi y yo apoyo mis caderas en la
cama, agotado. Respira de forma entrecortada, soltando algún pequeño gemido
mientras mueve un poco, levemente, sus caderas todavía. Me mata de placer eso,
pero no podré soportar que lo siga haciendo mucho más. Demasiado placer que
haga eso justo ahora. En el momento justo, para de moverse. Mi respiración se
va acompasando con la de ella. No me mira, no alza la mirada, solo la oigo
respirar pegada a mi oído y noto el olor de su pelo. Ni después de haberlo
mojado con lluvia y con agua de la ducha, se va ese olor. Creo que es el olor
más agradable que he olido en mi vida. Es que creo que ella huele así, como su
pelo. Me pongo demasiado ñoño cuando acaba esto. Mejor que todo esto lo esté
pensando en lugar de decirlo.
-Dónde has estado? – pregunta riéndose – qué me estás
haciendo? – dice todavía con una ligera risa –
-Dónde has estado tú – digo con voz segura – me matas… -
alza su mirada por fin –
-Tengo muy poco fondo… - dice apoyando su cabeza en mi pecho
–
-Y cuando tengas fondo que va a pasar? – pregunto irónico –
tendré que tener aquí un desfibrilador o algo no?
-Jajajajaja – exclama – Joder Hugo… - me mira un segundo y
vuelve a apoyar su cabeza en mi pecho – llevaba mucho tiempo… - noto como se
corta un poco al decir eso –
Apoya de nuevo su cabeza, esta vez, escondida en mi hombro.
Llevaba mucho tiempo. Supongo que se refiere a no tener relaciones. Joder, pues
menos mal. Acaricio su espalda, no parece querer moverse de allí y yo no pienso
moverme ni un centímetro. Nos quedamos en silencio y, de repente, escucho el
sonido de la ducha. Se incorpora y me mira extrañada en un principio y luego un
tanto avergonzada, con una leve sonrisa.
-Quieres ducharte conmigo? – digo de forma mimosa, quizá
excesiva –
Me mira con una cara que, yo diría, es hasta de ternura, y
asiente. Caminamos hacia el baño sin hablar, rozo su cintura al entrar y da un
pequeño respingo. Me río y la miro a través del espejo del baño. Veo su cuerpo
desnudo reflejado en él y no puedo evitar abrazarla por la espalda. Ese gesto
que ya me parece característico, vuelve a aparecer. Agacha la mirada y me muero
de la ternura. Dejo un beso cariñoso en su cuello y hago que entre a la ducha,
que está encendida desde no sé cuánto tiempo. El agua sigue saliendo a una
temperatura perfecta. Nos miramos al entrar y observo detenidamente como el
agua cae por su cuerpo. Se lleva las manos a su pelo para retirarlo hacia
atrás. La miro de arriba abajo, sin pudor. Me aguanta la mirada. Resoplo. Va a
sonar muy bruto pero tengo que decírselo.
-Qué buena estás… - digo sin dejar de mirarla –
-Ay – se queja avergonzada - de verdad Hugo… - niega con la
cabeza con media sonrisa y se da la vuelta en busca del gel. Le da una
vergüenza tremenda que le diga cualquier cosa parecida –
-Hablo en serio… - la abrazo por la espalda – eres preciosa…
- esta vez soy más mimoso –
-Para… - dice riendo nerviosa – quieres gel? – dice
girándose un poco intentando cambiar de tema –
Asiento y deshago el abrazo. Entiendo que puedo estar agobiándola un poco. Nos duchamos mirándonos de reojo. Me echo un poco de champú y le paso en bote a ella. La observo. Su melena larga llena de espuma me encanta. Acabo de descubrirlo. Sonrío y bajo la cabeza al ver que me ha pillado mirándola de nuevo.
Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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