El agua está fría, pero me viene bien. No se cómo puedo
pasar de llorar a no poder parar de besarla. Su bikini me pone nervioso. Me
encanta su cuerpo. Me encanta ella. Es tan sensible. Tan empática. Siento que
puedo contarle cualquier cosa. Hoy necesitaba estar con alguien así. Hoy y, a
este paso, siempre. Cada cosa que conozco, hace que me guste cada vez más. Me
gusta tanto…
-Dios, qué fría… - dice quejándose –
-Como Carlota… - susurro – ven aquí… - digo agarrándola de
la cintura y levantándola del suelo –
-No! – grita riéndose – ni se te ocurra! – exclama
amenazante –
-Una… - escucho como grita mientras se ríe – dos…
-Hugo por favor! – grita dándome manotazos como puede –
-Y tres! – exclamo dejándome caer dentro del agua –
-Ah! – suelta un gritito antes de entrar al agua que me hace
reírme bajo el agua – te voy a matar! – exclama al salir –
Comienza a darme manotazos, vuelvo a agarrarla de la cintura
y la arrastro hacia algo más profundo. Los manotazos se transforman en otra
cosa algo más suave.
-Odio meterme de golpe en el agua… - dice todavía indignada
–
-No podíamos ser iguales en todo… - digo alzándome de
hombros –
Le agarro de la cintura y la pego a mi. Me mira con una
sonrisa pícara cuando hago eso. Sin avisar, cruza sus piernas por mi espalda y
se agarra a mi cuello. Trago saliva.
-Ahora qué? – pregunta desafiante – Qué vas a hacer ahora? –
dice pegada a mis labios –
-Si me dejaras… - digo hablando con la misma actitud – te
hacía de todo… - susurro pegándome a su oído –
Noto como se le eriza la piel cuando le digo eso.
-Tú no puedes pensar en otra cosa? – dice juguetona, no me
molesta que lo diga así, hace como que va a besarme y se aparta después –
-Aquí contigo… - digo moviendo mis manos hacia su trasero –
con ese bikini y ese cuerpo… - se ríe – y esa cara… - resopla sin mirarme – y
esos labios? – vuelve a mirarme con mucha vergüenza – y esa mirada… - resopla
de nuevo – no, no puedo pensar en otra cosa…
-Pues vas a tener que controlarte… - dice advirtiéndome –
-Ya… - digo mirando sus ojos y sus labios alternativamente –
Comenzamos a besarnos, esta vez, con algo más de prisa. Algo
más rápido. Con más pasión. Me pone tanto. Mucho más que nadie en mi vida. Parece
una exageración decir eso, pero es así. Noto como mi excitación va en aumento.
Se balancea sobre mis caderas mientras nos besamos. Tengo que poner algo de
cordura o se me va la cabeza. Hago que se separe, resoplando fuerte. La
observo, con mirada triunfante. Le encanta ser mala. Y me encanta que lo sea.
-Cagao… - dice mirándome mientras camina hacia la orilla –
Niego con la cabeza y salgo del agua. Mi excitación es
bastante evidente. Menos mal que la playa está desierta. Es pequeña, corta,
como una pequeña calita en medio de la nada. Cuando Malú se sienta en la
sombra, con su melena mojada y me ve llegar, me mira la entrepierna y empieza a
reírse tras poner un gesto de sorpresa.
-Qué quieres? – me alzo de hombros – tú de rositas, pero mírame
a mí… - me señalo la entrepierna –
-Qué barbaridad… - dice poniendo cara automática de no haber
querido decir eso –
-Explica eso que me acabas de decir – me siento a su lado,
apoyado con mis codos en la toalla, dejando que se note bien lo excitado que
estoy –
-Hugo… - no me mira, solo se ríe – no está bien que
presumas… - dice sin mirarme –
-Es cierto… - digo avergonzándome un poco –
-Aunque puedes presumir y mucho… - dice de repente,
mirándome con cara pícara –
Alzo mis cejas sorprendida. Así que piensa que puedo
presumir. No pretendía hacerlo, pero, por lo visto, le gusta. Nunca he pensado
que el tamaño importase, nunca me he comparado con nadie. No suelo mear mirando
los penes de los demás, seré raro. La miro de reojo y la pillo mirando
disimuladamente a mi entrepierna de nuevo.
-Se me pasa enseguida… - digo sin mirarla – si no te mueves
ni hablas… se me pasa…
-Jajajajajajajaja – estalla en una carcajada – no puedo
contigo… - se tumba en la toalla –
-Puedes colgar aquí tu ropa en vez de en la sombrilla… -
digo con tono serio, aunque irónico –
-Jajajajajajajajajaja – vuelve a reírse, removiéndose en la
toalla –
Me río contagiándome con ella. Me encanta su risa. Es tan
contagiosa… La veo incorporarse, tocándose los ojos, como si hubiera llorado de
la risa. Busca en su bolso su paquete de tabaco y se enciende un cigarro,
todavía con una leve risilla. Vuelve a mirarme disimuladamente.
-Ves? – digo mirándola – ya se me pasa… - se ríe de nuevo –
-Eres un cachondo mental… - dice riéndose – me encanta…
Nos miramos un momento, solo es un momento, pero lo resume
muy bien todo. Tenemos mucha confianza que no sé de donde ha salido. La gente
suele coger confianza con tiempo, y, precisamente tiempo, no es que hayamos pasado
mucho. Quizá lo que influye es la intensidad de los momentos que hemos
compartido estos días.
Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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