Abro los ojos despacio. Veo un poco de luz en la habitación,
pero está todo casi a oscuras. Escucho su voz. Está hablando por teléfono con
tono bajo.
-Si hola – cierro los ojos por si acaso se da la vuelta y me
ve despierta – llamo de la 512… quería pedir un desayuno para la habitación… -
aprieto los labios, intentando no hacer ruido – bueno, uno no… dos… - dice algo
nervioso – si si, se carga a la habitación… sin problema… - carraspea – pues… -
le veo pensativo y cierro otra vez los ojos justo cuando se da la vuelta – zumo
y café… eh… - dice dudoso – tostadas… pero suba tomate, aceite, mantequilla y
mermelada… - le oigo reírse – si bueno… si, también croissant… - intento no
sonreír, no sé si me está mirando todavía – y algo de fruta… - vuelvo a escuchar
con ríe algo tímido – exacto, un poco de todo… - abro los ojos levemente y le
veo de espaldas – oiga y… - carraspea de nuevo, como si estuviera nervioso – no
tendrán alguna rosa o algo así… - hago serios esfuerzos para no reírme y cierro
los ojos fuerte – si… algo romántico si… - espero mientras creo que escucha –
eh… - habla dudoso – blanca mejor creo… - hablo un ojo levemente y sigue de
espaldas – vale, gracias…
Le escucho colgar, mis ojos cerrados y mi respiración
tranquila hacen que, probablemente, piense que sigo durmiendo. Así que era
verdad lo del desayuno. Y es romántico. Una rosa? Y blanca, como a mi me
gustan. Y no sabe que me gustan así. O a lo mejor se hace el romántico para
liarme. Bueno, ya me ha liado de todas maneras. Lo último que recuerdo de
anoche es que estaba apoyada en su pecho y me acariciaba la espalda.
Seguramente me quedé durmiendo así. Noto como se mete en la cama. Creo que me
está mirando. Concéntrate Malú. No tienes que reírte, ni hacer ninguna mueca,
ni mover los ojos aunque estén cerrados. Dormida profunda.
Con los ojos cerrados, fingiendo que sigo dormida, noto como
sube un poco la sábana para cubrirme los hombros. Le escucho soltar aire por la
nariz levemente, como si se hubiera reído. Me está mirando, lo noto. Hago un
esfuerzo brutal para no moverme cuando noto que me toca el pelo. Entonces a mi
cabeza viene el momento de anoche, mientras estábamos haciéndolo, y cómo se
detuvo a acariciarme el pelo, mirándolo. Me pareció un gesto tan poco común…
tan especial… recuerdo esa punzada en el estómago. Como un vuelco. Como algo
raro. Como si, de repente, no quisiera solo acostarse conmigo, sino que se
fijara en otras cosas. La noche fue increíble. La sensación que tuve durante
toda la noche fue de estar cómoda. Incluso en el bar cuando quise irme. Esa
forma de acariciarme la espalda, como si entendiera cómo me sentía en ese
momento. Como si entendiera que me había agobiado. Me sentí comprendida por
primera vez en mucho tiempo.
Noto como se recuesta, creo que está de lado, creo que noto
su codo apoyado en la almohada. Sigue mirándome, o eso creo. No sé ni cómo
estoy manteniendo la cara de dormida. De pronto pienso que debo estar horrible.
Sin maquillar, con el pelo revuelto, recién levantada. Yo, cuando me miro por
las mañanas, me veo horrorosa. Sigue acariciándome el pelo, no en la cabeza,
sino por las puntas.
De pronto, suena la puerta. Un par de golpes suaves. Noto
como se levanta de la cama. Abro los ojos levemente y le veo ir hacia la
puerta.
-Hola, buenos días – le escucho decir –
-Buenos días caballero – responde la otra persona – los
desayunos que ha pedido
Noto como parece que esa persona va a entrar y me tenso, me
quedo paralizada.
-No no, ya lo paso yo… - escucho que le detiene rápidamente
– es que sigue durmiendo… - escucho que dice en voz baja y no puedo evitar
sonreír –
-Ah, perdone… - le responde la otra persona – no se preocupe
por esto, cuando quiera que lo recojamos, solo tiene que llamar a recepción –
-Gracias… - sonrío de nuevo – tome…
-Ah, gracias caballero… - creo que le ha dado una propina –
que disfruten del desayuno
-Gracias… - vuelvo a escucharle decir mientras cierra la
puerta –
Me tenso. Escucho unas ruedas, creo que es una camarera de
estas donde, seguramente, está el desayuno. Estará en bandeja? Madre mía, noto
como se acerca. No sé si estoy respirando normal o se nota que respiro algo
acelerada. Se acerca por mi lado, le noto a mi espalda. Se acerca más, noto su
aliento.
-Buenos días… - me susurra en el oído y noto como todo mi
cuerpo se eriza – su desayuno está listo… - finjo que me voy despertando poco a
poco, pero tengo unas ganas de sonreír inmensas – dormilona… - dice de forma
cariñosa apartándome un poco el pelo –
Me estoy derritiendo, literalmente. De dónde ha salido este
tío? No sé si es excesivo, quizá sí, apenas nos conocemos, pero me encanta que
sea tan cariñoso. Finjo que voy abriendo los ojos y hago un sonidito como de
desperezarme. Me giro y me está mirando, sonriendo.
-Hola… - digo tímida – huele a café… - digo fingiendo no
enterarme de nada –
-Claro… - me acaricia la mejilla, dejándome algo sorprendida
– te chantajeé con un desayuno, te acuerdas? – río sin querer – has dormido
bien? – pregunta sin apartarse, sigue muy cerca de mí. Asiento levemente – no
roncas… - dice acercándose a mí boca lentamente –
-Seguro? – susurro algo nerviosa al notar que se acerca para
besarme –
-Seguro… - susurra justo antes de besarme –
Nos besamos primero de forma tímida, después entreabriendo
nuestros labios. No sé qué estoy haciendo. Pienso en lo poco que le conozco y
me frena mucho la idea, pero luego vuelvo a pensar en cómo me besa, y se me
olvida todo. Se separa lentamente y el beso se acaba. Debe haberme pillado con
los ojos cerrados y con cara de imbécil. De repente me da mucha vergüenza. Me
da vergüenza imaginarme mi cara de recién levantada.
-Ya te dije ayer que era imposible… - dice mirándome todavía
muy cerca y pongo cara de extrañada – lo de que tengas una cara horrible… -
alzo las cejas a modo de sorpresa – que es imposible… - me acaricia la mejilla
de nuevo de forma lenta – estás preciosa…
-Hugo… - digo con risa nerviosa y revolviéndome un poco,
muerta de la vergüenza –
-Ya paro… - se aparta rápidamente y alza sus manos – a ver…
siéntate y ponte cómoda… - dice dirigiéndose hacia donde veo la mesa – no sé
muy bien qué desayunas… así que… - dice algo tímido – he pedido un poco de
todo…
Le observo sentada en la cama, apoyándome con la almohada en
el cabecero. Me acaba de decir que estoy preciosa recién despierta. Es ciego.
Es ciego o es experto en subirme el autoestima. Se acerca a mí con una bandeja
con las patas abiertas y la coloca sobre mí. Se da la vuelta y coge la suya, la
deja sobre la cama primero, se sienta a mi lado, y pone su bandeja sobre sus
piernas. Miro la mía y veo la rosa que he escuchado que nombraba antes por
teléfono.
-Y esto? – digo señalándola –
-Ah… - me mira un poco tímido y aparta la mirada – desayuno
personalizado… - dice intentando aparentar seguridad – te gusta?
-Me encanta… - respondo sin pensármelo, mirándole fijamente
–
Nos quedamos mirándonos unos segundos. Por un momento,
pienso en tirar todo esto al suelo y sentarme encima de él, comenzar a besarle
y no parar. Me aparta la mirada, sonríe, y bebe un sorbo del zumo. Sonrío
mirando hacia la bandeja. No sé por donde empezar. Me encanta todo.
-No sabía con qué te gustan las tostadas… - dice algo
avergonzado – te gustan no?
-Con tomate… - digo sin mirarle pero sonriendo –
-Como a mi… - le miro de reojo y veo como sonríe –
Doy un mordisco a la tostada y no puedo evitar soltar un
pequeño gemidito de aprobación.
-Tú haz esos sonidos que verás donde termina el zumo… - dice
sin mirarme –
-Jajajajaja – no puedo evitar soltar una carcajada – es que
está rica… - digo señalando la tostada –
-No es lo único que está rico aquí… - dice con doble sentido
y me hace mirarle levantando una ceja – la fruta… - señala los trozos de sandía
– está buenísima…
Le miro un instante mordiéndome el labio inferior y niego con la cabeza. Tengo la firme convicción de que, cuando acabe el desayuno, vamos a hacer la digestión uno encima del otro.
Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaáaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminar