Hace un rato que se ha ido a casa y todavía sigo aquí, en la
terraza, dándole vueltas a todo. No sé qué me pasa con ella. Tiene un imán. No
puedo sacármela de la cabeza. Esto no es un lío. Tampoco es que haya tenido
muchos, nunca me ha gustado eso de acostarte con alguien sin sentir nada… pero
es que diría que hasta cuando nos acostamos hace 2 días, no era solo sexo. No
era amor, ni lo es ahora, pero hay más cosas. Es una conexión extraña, desde el
principio. Anoche vi su parte más vulnerable. Y vi que es una parte muy grande.
Me recuerda a mí. Es como si supiera lo que siente y me da tanta rabia que se
sienta así. La vida le ha dejado marcas, no físicas, sino internas, las más
difíciles de curar.
Hace un rato que se ha ido y la echo de menos. Joder, ya?
Cojo el móvil sin darme cuenta y busco su número en el whatsapp. Dudo. Dudo
mucho en si hacerlo o no. Pero no puedo evitarlo. Escribo un “te echo de menos”
y lo envío. No se puede ser más cursi que yo. No quiero agobiarla, sé que puedo
hacerlo, pero no puedo evitarlo. Es la verdad. La pura verdad es que la echo de
menos.
Me enciendo otro cigarro y una sensación de vértigo se me
agarra en el estómago. Echo de menos a una persona que hace días que conozco,
que es una de las cantantes más famosas de este país. De pronto me imagino
escondiéndome. De pronto me imagino rodeado de gente sacándonos fotos. Me da
miedo, mucho miedo. Y vértigo. Mi móvil suena de repente. Es ella. Me tiemblan
hasta las manos. “Yo también gordo”. Joder. Se me están derritiendo los pies.
Esto es una locura, una maldita locura. Me estoy pillando. Lo sé. Sé lo que me
está pasando.
Me encanta como camina, hasta cuando cojea un poco y luego
deja de hacerlo. Me encanta como huele. Me encanta como se ríe. Me encanta como
mueve las manos cuando habla. Me encanta su voz. Me encanta cuando se aparta el
pelo de la cara. Me encanta su cara cuando duerme. Me encanta como baila. Me
encantan sus grititos cuando se asusta con algo. Me encanta como le habla a
Carlota. Me encantan tantos detalles que, de repente, me doy cuenta de todo en
lo que me he fijado estos días. En esos pequeños detalles que nada tienen que
ver con su cuerpo, con su físico, sino que tienen que ver con su forma de ser.
Evidentemente físicamente me encanta también. Me atrae mucho
más de lo que creo que me ha atraído nadie nunca. El sexo es increíble, en mi
vida me había sentido así haciéndolo con nadie. Tan desesperado, como si me
faltaran manos para tocarla. No había sentido tanto deseo. Ni había sentido que
alguien se entregaba así. Es una forma recíproca, creo que nunca lo había
sentido así.
Me asusta mucho esto. Joder, la estoy liando. Pienso en lo
que se puede venir encima y, por un momento, pienso en cortar esto. Pero luego
pienso en todo lo que me encanta y es imposible. Es imposible frenarlo, además
de absurdo. No es nada malo, no hacemos nada malo. Además, después de la
conversación que tuvimos anoche, después de ver cómo lloraba, se me hace
imposible ni siquiera plantearme frenar esto. No me imaginaba que era tan
insegura. No me imaginaba que su autoestima estaba tan bajo. No lo aparenta.
Las personas no son lo que aparentan. Ese aura triste que detecté que la
envolvía cuando estábamos en su casa, era cierto. Y yo también lo he tenido.
También me he sentido así, aunque ahora las cosas no sean como antes, pero he
pasado por momentos así.
Metido en mis pensamientos, mi móvil vuelve a sonar. “Donde
siempre en la playa?” Abro los ojos de par en par. “Carlota no para de
nombrarte, si no vienes no se baña”. Sonrío tiernamente. Respondo rápidamente
“Solo quieres que vaya por Carlota?” pregunto de forma irónica y añadiendo un
emoticono con gesto triste. “Claro que no” responde rápidamente. “Yo tampoco
quiero bañarme si no vienes”, responde instantes después. Joder, me acaba de
temblar todo. Meterme con ella en el agua? Ya lo he probado y no es algo que
quiera volver a hacer en público. Decido responderle de forma pícara “No puedo
meterme contigo en el agua, ya sabes lo que pasa”. Veo su estado. Escribiendo.
Espero impaciente y un montón de “ja” aparecen en la pantalla. “Eres muy
imbécil” responde. “Bajamos ya, mi madre ha preparado un bocata para ti, no
tardes” escribe. De repente pienso en su madre, en su padre, en Vero y en todas
las miradas que voy a recibir a mi llegada. Otra vez ese vértigo, pero el miedo
no me puede. “A sus órdenes, jefa” le respondo. Me contesta con un emoticono
partiéndose de risa. Sonrío, dejo el teléfono en la terraza y entro para
ponerme el bañador. Me he puesto nervioso de repente. Bañador, camiseta,
chanclas y toalla. Nada más no? Bueno, el móvil y la cartera. Y las gafas de
sol. Y la tarjeta de la habitación. Bien, necesito entonces llevarme la pequeña
mochila. Sigo nervioso, maldita sea. El tabaco, no se me puede olvidar el
maldito tabaco. Tengo que dejarlo en cuanto pueda.
Salgo de la habitación y bajo hasta con prisa. Llego a la
arena en menos de dos minutos. Les veo. Veo a su padre. Trago saliva.
Encontrarme con su padre no me lo esperaba para nada. Su padre, su madre, Vero
y la niña. La excelente compañía para presentarme como el tío que está
durmiendo con Malú. Durmiendo y lo que no es dormir. Joder Hugo, camina
tranquilo tío. Me hablo a mi mismo antes de llegar a su altura. Dos sombrillas
y varias sillas de playa. Una nevera. Unas mochilas y varias toallas. Me
recuerda tanto a cuando íbamos con mi padre todos a la playa que me da hasta
nostalgia.
La primera que me ve llegar es Carlota, que, como ya es
costumbre, sale corriendo en cuanto me ve y se me tira encima. Ya hasta salta
sabiendo que la voy a agarrar en brazos. No sé lo que ha pasado estos días pero
es como si todos me conocieran de hace tiempo. Con la niña en brazos, llego a
la altura de las sombrillas. Malú me mira a través de sus gafas de sol y sonríe
bajando la cabeza. Hago exactamente lo mismo. Respira hondo Hugo, compórtate
como una persona normal.
-Buenas! – saludo en general al llegar – Hola Pepe – alargo
mi mano y me la estrecha mirándome con gesto relajado –
-Hijo, te gusta el pollo con pimientos verdad? – me pregunta
Pepi casi sin dejarme darle dos besos –
-Si, claro – respondo extrañado –
-Menos mal – dice girándose – ya pensaba yo que no te iba a
gustar el bocata…
Sonrío enternecido. Su madre es especial. Supongo que de
algún lado tiene que venir su hija.
-Hola Hugo… - Vero me da dos besos – Carlota por Dios,
suéltale… - Carlota no para de tirarme de la pierna, haciéndome reir –
-Es que quiero que se bañe conmigo – responde con voz de
niña –
-Pero que acaba de llegar… - veo como Vero pone los ojos en
blanco – perdónala – hago un gesto como para que no se preocupe –
-Hola… - Malú me mira, plantada a mi lado, sonriente, y se
acerca a mí, haciéndome dudar sobre lo que va a hacer –
Me da un beso en la mejilla y respiro. Me hubiera explotado
el corazón si me da un morreo bajo la atenta mirada de sus padres.
-Hola jefa… - digo casi en voz baja, notando como contiene
la risa –
-Hugo porfa – Carlota tira de mi mano – vente a la orilla…
-Carlota, por favor! – exclama Vero alzando un poco el tono
de voz –
-No te preocupes Vero… - digo tocando su brazo – si me
apetece mucho bañarme… - veo como Carlota me mira sonriente –
Me quito las gafas de sol y dejo la mochila al lado de las
suyas. Saco mi toalla y la extiendo en la arena. Sé que Malú no me quita ojo,
pero también sé que el resto tampoco. Me quito la camiseta intentando contener
la vergüenza que me está dando y, sin decir nada más, me doy la vuelta y le
agarro la mano a Carlota, que me mira sonriente.
-Venga, vamos a ver lo fresca que está – digo caminando con
ella hacia la orilla –
Carlota se suelta de mi mano y sale corriendo, saltando
sobre el agua en la orilla, de lo más feliz. Sonrío. No tiene miedo, eso es muy
bueno.
-Has visto? – dice ilusionada – ya no me da miedo
-Ya veo – contesto sonriente – así tiene que ser… - digo
metiéndome hasta las rodillas – está fría no? – digo notando como mis pies se
contraen –
-Un poco… - responde como si tal cosa, salpicando con los
pies –
-Sabes qué? – digo agachándome para coger un poco de agua –
antes de meterse en el agua hay que hacer tres cosas – me mira atenta – mojarte
el cuello – me tiro agua en la zona y noto como me tensa el agua tan fría – las
muñecas – vuelvo a meter las manos en el agua – y coger aire – noto como me
mira asustada y empiezo a reírme –
Sin decir nada más, me zambullo dentro del mar, todo el
cuerpo, de golpe. Siempre he odiado meterme poco a poco en el agua, es mucho
peor. Es mejor de golpe. Noto como mi cabeza se queda sin ideas de lo fría que
está el agua al principio, pero salgo a la superficie y comienzo a notar como
la temperatura se aclimata.
-No puedo hacer eso! – grita Carlota mirándome y riéndose –
-Claro que puedes… - digo acercándome a ella – o quieres que
te ayude? – da varios pasos hacia atrás riéndose – ven aquí! – salgo corriendo
detrás de ella y consigo alcanzarla –
-No! – grita riéndose a carcajadas mientras la agarro en
brazos –
-Primero la nuca… - digo echándole agua sin soltarla, la
tengo agarrada con un brazo –
-No! – grita de nuevo sin parar de reir –
-Las muñecas… - mojo sus manos – y coge aire – me mira
asustada pero riéndose – al agua! – exclamo justo antes de zambullirme con ella
–
Salgo enseguida, para que no se agobie, y la pongo de pie.
-Ah! – grita por el frío y, a la vez, se ríe – no vale! –
grita haciéndose la indignada –
-Si es mejor así! – exclamo metiéndome de nuevo en el agua,
ya sin notar el frío – ya no está fría no?
Veo como se lanza a por mí y se agarra al cuello, intentando
hundirme. Finjo que me hunde y escucho su risa desde el agua, para, poco
después, salir.
-Ahora verás… - la agarro de la cintura y, de un movimiento,
hago que se siente en mis hombros –
Camino un poco más hacia dentro y, cuando el agua me llega
casi por el pecho, agarro sus manos.
-Plántate – le digo torciendo la cabeza hacia arriba. Veo
como me mira riéndose y me hace caso –
Se planta en mis hombros, no suelto sus manos.
-A la de tres, saltas – digo convencido –
-Si hombre! – exclama riéndose –
-Una… - se ríe todavía más – dos… - suelto sus manos – y
tres!
Noto como se da impulso en mis hombros, salta y cae al agua.
Alargo mis manos y la saco, de nuevo para que no se agobie. Sale riéndose.
Buena señal.
-Anda, vamos más para fuera… - se agarra a mi cuello – ya
sabes que tienes que estar siempre donde hagas pie no? – responde asintiendo –
-Tengo una pelota! – exclama poniéndose de pie y corre hacia
las sombrillas –
Sonrío al ver como corre y veo como toda su familia me está
mirando. Decido disimular, pero Malú me está mirando, ya sin gafas de sol, con
un gesto que diría que es de ternura. Al momento, llega Carlota con una pelota
de playa, desinflada, y me la da.
-Ah, que la tengo que hinchar yo también? – digo irónico y
vuelve a comenzar a reírse –
La hincho en un momento y se la tiro. Nos metemos un poco en
más, a una altura que la niña haga pie, y comenzamos a tirarnos la pelota. La
tira con ganas, como para ganarme. Es competitiva, pero de manera sana. No se
enfada si pierde. Es buena señal en un niño. Una de las veces, la lanza alto y,
por el viento, llega hacia mi un poco más alto de lo que llego. Como si yo
fuera también un niño, salto, la agarro y caigo en el agua. Como si fuera el
mismísimo Casillas en sus mejores tiempos, parando penaltis.
-Ala! – exclama Carlota – mamá! Has visto? – me señala
mirando a Vero que, casualmente, está al lado de Malú – parece un portero!
-Carlota hija, deja a Hugo que va a tener agujetas! – grita
Vero y escucho como Malú se ríe a carcajadas –
Las miro y levanto las cejas. Eso ha ido con segundas.
Genial, me encanta que Malú le haya contado que… bah, me da igual lo que le
haya contado. Si se lo ha contado será por algo. Por algo bueno supongo. Niego
con la cabeza y veo como Carlota sale corriendo con la pelota, dejándome
desconcertado. Al momento, aparece con dos palas de playa. No tiene final, eso
es cierto.
-Sabes jugar? – pregunta de manera inocente –
-Bueno… - digo fingiendo que no mucho – hace mucho que no
juego – digo sincero y me da una pala – venga va, pero en la orilla – le
advierto y me hace caso – te has echado crema? – me mira y asiente –
-Me ha echado crema la tata – dice señalándola, haciendo que
me gire y viendo como me está mirando otra vez, creo que no ha dejado de
hacerlo. Sonrío y vuelvo a girarme hacia Carlota –
-Venga, pues vamos a ver quien gana – digo haciendo que
Carlota se motive –
Alternamos algunos golpes hasta que Carlota le da demasiado
fuerte y no alcanzo a darle. Se ríe a carcajadas.
-Tengo que ir yo? – le pregunto y se ríe asintiendo –
tramposilla… - digo dándome la vuelta y trotando hacia la pelota –
-Tírame desde ahí a ver si llegas! – grita Carlota desde
lejos –
Suspiro y le hago caso, pero me paso. Me paso mucho y la
lanzo dentro del agua. Veo como Carlota no duda en ir a por ella pero salgo
corriendo hacia ella.
-Eh eh… - la agarro cuando el agua le llega ya por la
cintura – qué hemos dicho antes? – me mira y baja la cabeza – solo donde hagas
pie – asiente – anda cógeme la pala – asiente y sale del agua mientras yo
comienzo a nadar hacia donde está la pequeña pelota –
Al agarrarla, intento hacer pie, pero casi no llego. Menos
mal que he frenado a la niña. Nado de nuevo hacia la orilla, apenas hay
corriente, así que no me cuesta salir. Al llegar a la orilla, la niña vuelve a
darme la pala y se coloca en posición. Vuelvo a alternar algunos golpes hasta
que vuelve a lanzarla lejos, a la arena, y vuelve a estallar en una carcajada.
-Esto ya no vale eh? – le señalo con la pala trotando otra
vez hacia la pelota –
Cuando vuelvo caminando hacia la orilla, Malú se interpone
en mi camino, ya con el bikini. Hasta ahora llevaba un vestido por encima.
-Yo también quiero jugar – dice mirándome y alzando una de
sus cejas –
-Toda tuya… - le doy la pala y señalo a Carlota, que espera
impaciente –
Malú me mira entrecerrando los ojos, como indignada.
-No me estás haciendo ningún caso… - dice en voz baja – no
me echabas tanto de menos? – sonríe sin mirarme –
-No seas mala que tengo la mirada de tu padre en mi nuca –
susurro –
No vale de nada susurrar ni hablar en voz baja porque
empieza a reírse de manera escandalosa.
-Venga Carlota – dice Malú llegando a su altura – que juego
yo contigo…
Sonrío y me giro hacia el resto. Vero me mira sonriendo como
sintiéndose culpable.
-Tú no tienes una hija… - digo llegando a su altura
respirando con dificultad – tú tienes una atleta…
Escucho una risa leve por parte de su padre, le miro y está
sentado, leyendo el periódico. Pepi, por su parte, lee una revista y veo como
también sonríe.
-Te machaca eh? – dice Vero dándome golpecitos en la espalda
– te pasa por darle cuerda…
-Es un cielo de niña… - digo dándome la vuelta y viendo como
Malú juega con ella, aunque sin moverse demasiado –
-Y tú un cielo con ella… - dice con voz tierna que hasta me
sorprende y me hace mirarla – no se ha querido meter en el agua hasta que has
llegado… - sonrío negando con la cabeza – te ha cogido mucho cariño…
-Y yo a ella… - sonrío –
-Solo a ella? – pregunta Vero, de forma directa, mirándome,
y dejándome mudo unos segundos –
-Eres siempre así de directa? – pregunto y escucho cómo se
ríe – no, no solo a ella… - respondo dirigiendo mi mirada a Malú –
Escucho como Vero se ríe tímidamente. Observo a Malú. La
pelota un poco alejada, intenta llegar a ella y apoya mal el pie derecho,
dejando todo el peso, y cayendo a la arena. Como si fuera un acto reflejo,
corro hacia la orilla. Cuando llego, ya se está levantando.
-Estás bien? – pregunto agarrándola de la cintura para
levantarla del todo –
-Tata te has hecho daño? – pregunta Carlota a mi espalda
preocupada –
-No cielo… - responde sonriendo – pero creo que tenemos que
descansar un rato no? – escucho como Carlota dice que si a mi espalda –
-Dame la mano anda… - digo agarrando su mano izquierda con
fuerza y noto como deja parte del peso en ella – te duele verdad?
-Como cuando me levanto rápido… - veo como cojea levemente –
-Hija… - Pepi llega a nuestra altura, también Pepe… y Vero –
-Mamá, que estoy bien… - camina todavía cojeando – ha sido
un mal paso…
-Lo siento tata… - dice Carlota con voz culpable – es culpa
mía…
-No es culpa tuya cariño… - dice Malú sonriendo –
-Anda, siéntate… - digo agarrándola y haciendo que se siente
en la arena – te lo has torcido?
-No… - mira su pie y me mira – he dejado el peso solamente…
-A ver… - cojo su pie y toco suavemente el tobillo –
-Au… - se queja levemente –
-Voy a por hielo al chiringuito… - me levanto decidido pero
su madre me para –
-Tengo hielo yo aquí en la nevera… - dice algo nerviosa –
Malú, es que no te estás quieta…
-Mamá! – se queja – si no he hecho nada… - dice mientras la
observo –
-37 años y sigue igual que cuando era pequeña… - dice su
padre – y la bicho esa es igualita… - señala a Carlota –
Su madre me pasa el hielo, como si yo fuera el encargado de
curarla o algo así. Se lo pongo en el tobillo y se queja.
-Te perdías toda la temporada… - digo en voz baja – y te
empeñas en jugar…
-No me eches tú la bronca también vale? – dice algo molesta
–
La miro y bajo la cabeza algo cortado. Suspira y, sin decir
nada, alarga su brazo y toca el mío. La miro de nuevo y me mira con gesto de
niña, como si me pidiera perdón por una gamberrada. Sonrío sin querer mientras
mantengo el hielo en su tobillo.
-Mejor? – asiente e intenta levantarse – dónde vas? – digo
obligándola a sentarse otra vez – hielo 10 minutos mínimo… - resopla –
-Pues trae – lo agarra – que ya puedo hacerlo yo…
Otra vez ese tono borde. Me levanto negando con la cabeza y Vero me mira con gesto de perdón. Supongo que sabe que Malú se pone así habitualmente, sobre todo con lo del tobillo. Camino hacia mi mochila y agarro el paquete de tabaco para encenderme un cigarro. Lo necesito ahora mismo.
Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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