jueves, 21 de febrero de 2019

CAPÍTULO 38: BURBUJAS

-Sabes que la cosa que más me gusta del mundo es desayunar en la cama? – digo sentándome con la bandeja en mis piernas –

-Lo que más? – me mira con cara de pícaro –

-Idiota… - sonrío bebiendo zumo – lo de la rosa es ya tradición? – digo enseñándosela –

-Te gusta? – pregunta mirándome y asiento – entonces si – dice convencido – será tradición…

Sonrío sin mirarle. No sé si tengo más ganas de desayunar o de terminar de una vez. Escucho el sonido del jacuzzi y me pongo hasta nerviosa. No lo he hecho nunca ahí. Nos miramos de reojo, le veo engullir y me aguanto la risa, hasta que no puedo más y empiezo a reírme casi sin poder comer.

-Estás loca verdad? – dice mirándome mientras me río –

-Es que estás comiendo muy rápido… - digo riéndome –

-Hombre pues claro… - dice metiéndose casi toda la tostada en la boca – el jacuzzi espera… - dice hablando con la boca llena –

-De verdad… - digo riéndome – eres de lo que no hay…

-De hecho… - se levanta y deja la bandeja en la cama – yo te espero allí…

-Jajajajajaja – estallo en una carcajada al ver como camina dando saltos hacia el jacuzzi – pero que no he terminado! – exclamo –

-Termínalo luego! – grita desde el baño –

Sonrío y me convence. Casi sin pensármelo. Hago lo mismo, dejo la bandeja en la cama y entro en el baño. Me espera dentro del jacuzzi, con los brazos apoyados en el borde, sentado ya dentro. Me mira alzando una de sus cejas, con gesto provocativo. Sonrío avergonzada.



-Me tengo que desnudar? – pregunto haciéndome la remolona –

-Tú verás… - dice alzando los hombros –

-Tú vas desnudo? – pregunto quitándome la camiseta –

-Qué me has preguntado? – dice mirándome de arriba abajo – no puedo pensar ahora mismo…

-Hugo! – exclamo quejándome –

-Te queda una prenda… - señala a mi tanga – con eso no se puede entrar aquí…

Pongo los ojos en blanco y, con mucha vergüenza, me desnudo por completo y entro al jacuzzi bajo su atenta mirada. Me siento enfrente de él. Sí, está desnudo. Me pongo algo nerviosa, pero dura poco la sensación. Se transforma en deseo, a pesar de que mis muslos me dicen que como me mueva mucho, no podré andar en varios días. Espero pacientemente, mirándole de forma provocativa, hasta que veo con sonríe pícaramente y se acerca a mí.

-Estás cómoda? – pregunta pegado a mi boca –

-Mucho… - respondo mirándole los labios –

No me da tiempo a decir nada más. Comienza a besarme, primero despacio. Puedo detectar el sabor del zumo de naranja en su boca todavía. Mi lengua y la suya contactan por completo, peleándose suavemente. Su mano derecha se va directa a mi pecho izquierdo y gimo levemente. Me hace falta poco más para notar lo excitada que estoy.

Mientras me toca, a mi cabeza viene sin querer la conversación de ayer. Le miro y me mira, sonriendo y apartándome la mirada solo para besarme o en la boca o en el cuello. No sé qué me pasa, me da miedo pensar en lo que me pasa. Me siento comprendida. Y deseada. Y más cosas que no sé explicar ni siquiera en mi cabeza. Su mano derecha deja de tocar mi pecho y se dirige a mi entrepierna. Todos los pensamientos se van cuando noto su tacto ahí. Echo la cabeza hacia atrás, como para intentar sentir más el tacto. Mis gemidos van en aumento poco a poco, pero no acelera, mantiene la intensidad y la velocidad en la que me toca.

Me besa el cuello lentamente también, sin pensamientos de acelerar por lo que parece. Mis manos se pasean por su espalda hasta llegar a su trasero. Lo acaricio y lo masajeo suavemente hasta que alza su mirada y me mira intensamente. Creo que le gusta que haga eso. No dice nada, solo se coloca entre mis piernas. Me hace deslizarme un poco más y noto el contacto con su entrepierna. Se mueve encima de mí, sin introducirse, solo rozándonos, aunque el roce es suficiente para notar que mi excitación y la suya van en aumento cada vez más.

Se aparta un poco y vuelve a tocarme. Vuelve a dirigir su mano a mi entrepierna. Me toca despacio al principio, y va aumentando el ritmo. Mis pechos quedan casi fuera del agua, a pesar de las burbujas, por la posición en la que estoy. Sin decir nada, me agarra y me da la vuelta. Me arrodillo en el suelo del jacuzzi y apoyo mis manos en el borde. Sé lo que va a hacer. Su mano derecha vuelve a mi entrepierna. Mis gemidos ya son bastante evidentes. Sube más la velocidad sin yo decirle nada, justo cuando lo necesito. Me agarro al borde más fuerte y arqueo mi cuerpo un poco más. Noto su entrepierna pegada a mi trasero, se va moviendo lentamente detrás de mi sin olvidarse de su mano. Más rápido, va más rápido y noto que va a ocurrir. No tardo apenas nada en notarlo. Gimo profundamente y muevo mis caderas al notar las corrientes. Mientras ocurre, su boca deja besos por mi cuello y su mano izquierda acaricia mi abdomen lentamente. No sé cómo me ha cogido de esta manera la medida, pero no tengo que hacer nada, no tengo que decirle nada para que consiga que me corra. Es totalmente intuitivo.

-Aquí dentro va a ser un poco difícil… - susurra a mi espalda – pero no sabes cómo me pone… - pone voz sensual y me hace estremecerme –

-Espera Hugo… - se aparta levemente y me siento todavía con la respiración entrecortada – Dios… - susurro y veo como me mira sonriendo –

-Todo bien? – pregunta casi riéndose al verme así y asiento, todavía fatigada –

-Por qué dices que va a ser un poco difícil? – digo mirándole –

-Pues… - se deja caer un poco sobre mí – me pone mucho, pero el agua a ti… - hace un gesto con los labios – no te va a venir bien… - le miro extrañada – la lubricación Malú…

Le miro sorprendida. No había caído en todo eso. Se sigue moviendo, frotándose conmigo.

-Además… - dice mirándome – el condón tampoco se lleva bien debajo del agua… - me tapo la cara casi avergonzada – se puede romper y no queremos eso no? – le miro algo asustada – peeero – dice pegado a mi boca – podemos jugar mucho y hacer todo eso fuera… - me río sin querer –

-Tú como sabes todas esas cosas? – le pregunto –

-Me informo… - responde con tono chulesco – no lo he hecho nunca así… - me mira – pero es que te voy a hacer daño… - le miro hasta con ternura al ver cómo se preocupa por eso – primero – dice poniéndose serio – me lo tengo que poner fuera o revienta…

-Jajajajaja! – estallo en una carcajada –

-Segundo – dice acariciándome los costados – aquí dentro se puede romper… y tercero – se acerca más a mí – y más importante… - me besa – te puede doler… - le miro intensamente – y no quiero hacer nada que te duela…

Le miro varios segundos. Está pendiente de todo o eso es lo que me parece. Me cuida. Y no me cuida porque crea que soy débil, ayer me dijo que le parecía muy valiente. Me cuida porque le sale hacerlo.

-Así que… - sus manos se pasean por mi cuerpo sin descanso – te voy a tocar aquí dentro lo que no está escrito… - dice pegado a mi oído – y luego te siento ahí – señala el borde del jacuzzi –

-Yo también tendré algo que decir no? – digo cortándole y dejándole algo sorprendido –

Me quedo seria para ver su reacción. Deja de tocarme y me mira interrogante hasta que no puedo más y empiezo a reírme. Veo como cierra los ojos al saber que ha caído en la trampa de mi enfado fingido.

-Es que me encantas… - digo sin pensar, moviéndome y agarrándome a su cuello, haciendo que se siente él en el jacuzzi –

-Si te pones aquí… - dice mirándome sentada sobre él – me vas a matar, te lo aviso…

-Una muerte dulce sería… - digo sugerente, comenzando a besar su cuello y escuchando como suelta un pequeño gemido –

-Joder Malú… - susurra excitado llevando sus manos a mis caderas y luego a mi trasero –

Me muevo sobre él, rozando mi entrepierna con la suya, sin penetración, solo rozándonos. Noto como su desesperación va cada vez más en aumento y me sale una sonrisa triunfante de forma intermitente. Le veo resoplar y mirarme con una cara de deseo que nunca había visto en nadie. Sin avisar, me agarra de las caderas y me sienta fuera del jacuzzi, en el borde. El jacuzzi tiene una repisa en la que puedo sentarme sin problemas. Cuando pienso que va a salir y va a hacer lo que ha dicho antes, me sorprende abriéndome las piernas. Parte de mis piernas siguen dentro del agua. Me agarra de las caderas y me hace sentarme justo en el borde, colocando su cabeza entre mis muslos. Le miro sorprendida y, sin decirme nada, su boca se fusiona con la zona. Suelto un gemido de sorpresa, de deseo, de placer. Sigue dentro del agua, su cabeza y sus hombros están fuera y sus manos se agarran a mis caderas como para evitar que me escape. Cómo voy a escaparme de aquí? Si me está matando de placer.

Su lengua se pasea sin control por la zona, haciéndome gemir sin parar. Apoyo mis manos un poco más atrás, como para intentar tumbarme más. No sé por qué, pero le encanta hacer esto. Y vuelvo a pensar lo mismo que ayer. Me encanta que le encante. Me provoca mucho placer, más de lo que piensa y más de lo que puedo expresar con gemidos. Su mano derecha se dirige a la zona y uno de sus dedos se introduce lentamente. Sólo con eso, siento algo de incomodidad, así que entiendo lo que decía sobre que podía dolerme. Es solo un momento, estoy fuera del agua y la zona se lubrica de forma natural y muy rápida.

-No pares… - me sale decirle muerta del placer, notando que estoy a punto de llegar de nuevo a un orgasmo –

No me responde, no despega su boca de la zona y no para de mover su lengua cada vez más rápido y su dedo al mismo ritmo. Poco más hace falta. Arqueo mi espalda y dejo casi todo mi peso sobre mis brazos, notando los latigazos en la espalda, en la pelvis, en las piernas… en todo el cuerpo. No he gemido, he soltado un grito de forma ahogada al notar el orgasmo. Cuando me recompongo, le miro y me está observando dentro del agua todavía. Siento tentación de meterme con él, pero no me da tiempo. Sale del jacuzzi y no puedo evitar mirar su entrepierna. Todavía me sorprende a pesar de haberla visto más veces. Totalmente excitado, imponente. Observo cómo se seca la entrepierna cuidadosamente con la toalla y se coloca el condón una vez está seco. Le miro con mucho deseo, no he podido moverme de donde estoy. Me gira un poco y se arrodilla en el borde. Sé lo que va a hacer y quiero que lo haga y que sea aquí. No es lo más cómodo del mundo, pero me da igual, me pone mucho.

Se coloca entre mis piernas y, casi sin previo aviso, se introduce lentamente. Ya no noto la molestia de antes con su dedo, al contrario. Noto como estoy correctamente excitada. Suspira al introducirse dentro de mi. Se mueve lentamente, mueve sus caderas despacio, hasta que, instantes después, me coge en peso, se sienta en el borde, apoyado en la pared, y me hace sentarme encima. Creo que le gusta esa posición, y a mi me encanta. Me mira apoyado en la pared, a los ojos, a la boca y a mis pechos que quedan casi a la altura de su cara. Poco tarda en dirigir su boca a ellos, haciendo que mueva mis caderas un poco más deprisa. El sonido de las burbujas me pone mucho, no sé bien por qué. Quizá porque tengo la sensación de que el sonido va a aislar el resto de ruidos y me da más libertad para gemir o gritar o lo que quiera hacer.

No son los únicos sonidos que se escuchan. Sus piernas están dentro del jacuzzi, igual que las mías. Con los movimientos, oigo como salpica. También oigo el sonido de nuestra piel golpearse cada vez que me muevo. Cualquier cosa que escuche, me va a poner todavía más cachonda. Fija mis caderas y comienza a mover las suyas a una velocidad más rápida. Subo mis manos hasta la pared, intentando agarrarme a algo, pero no hay nada a lo que agarrarme. Aprovechando la posición, vuelve a besarme los pechos. A lamerlos, por todas partes.

No sé cuanto tiempo estamos así, pero noto por sus gemidos, que va a correrse. No voy a pararle, quiero que lo haga, quiero ver su cara. Me mira y cierra los ojos con la boca entreabierta.

-No puedo más… - susurra –

-Córrete – digo encogiéndome, abrazándome a su espalda y escondiendo mi cabeza en su hombro –

Esa única palabra le hace acelerar todavía más, hasta que escucho como gime profundamente y sus movimientos se hacen más suaves. Me ha dado tiempo a incorporarme un poco y mirarle. Me voy a poner cachonda cada vez que me acuerde de esa cara. De placer absoluto. Resopla abrazado a mi espalda y se incorpora lentamente, haciendo que me baje de sus caderas. Sale un segundo del jacuzzi tras darme un fugaz beso y sonreir. Al momento, ya no lleva nada, se lo ha quitado. Le miro y creo que piensa que estoy algo preocupada, aunque no era precisamente esa mi mirada.

-No se ha roto – dice metiéndose en el jacuzzi – lo he comprobado…

-No te miraba por eso… - digo mirándole de forma lasciva. Me mira con la ceja levantada – qué bueno estás…

Me mira sorprendido. Creo que sabe que me da una vergüenza tremenda decir estas cosas. Bajo la cabeza un tanto avergonzada, pero, dentro del jacuzzi ya los dos, me hace mirarle. Comienza a besarme con mucha pasión, apoyándome en una de las paredes. Gimo al notar como me agarra el trasero. Me sienta y pasa mis brazos por su cuello, como para que me agarre. Sin decir nada, su mano derecha vuelve a mi entrepierna. Gimo como si le hubiera echado de menos, aunque haga nada que ha estado allí.

No sé cómo lo sabe, pero necesito un ritmo rápido de entrada. Lo hace. Lo hace y me mira. Creo que quiere verme la cara, igual que yo he querido vérsela a él. Que me haga esto dentro del jacuzzi me pone más que cualquier cosa que me hayan hecho hasta ahora. Me besa de nuevo con mucha desesperación, me agarro a su cuello y, cuando nota que va a ocurrir, se separa. Me está mirando y me pone tanto que lo haga que el orgasmo vuelve a llegar. No dice nada, sigue rozándome ahora más despacio, como si supiera que necesito que lo haga para alargarlo un poco más. Cuando puedo abrir los ojos, me está mirando. Me está mirando de una forma que no consigo comprender, pero me dan unas ganas locas de besarle. Lo hago sin miramientos, notando como nos hundimos un poco, pero no lo suficiente para dejar de besarle. No sé cuánto tiempo pasamos manteniendo ese beso tan pasional pero, cuando me separo, le veo durante unas décimas de segundo, con los ojos cerrados. Otra vez esa ternura. Cierra los ojos igual que yo y pone una cara tan tierna… Cuando se da cuenta que le he estado mirando, desvía la mirada un tanto avergonzado. Pega su cabeza en mi hombro, abrazándome y cruzando sus brazos por mi espalda.

-Quieres que nos quedemos aquí un rato? – pregunta de manera dulce. Lo único que hago es asentir –

Me acomoda en una de las zonas en las que podemos sentarnos y se coloca de tal forma que recuesta su cabeza en mi pecho. Sus manos acarician mis muslos y mis costados, pero sin pretensión ninguna. Solo los acaricia. Yo, por mi parte, acaricio su espalda y su pelo mojado.

-Me quedaría aquí todo el día… - digo en voz baja –

-Qué relajación verdad? – dice susurrando y haciéndome asentir – pfff – resopla – Malú… - alza su mirada y me enseña su brazo, erizado completamente por mis caricias – y todavía te preguntas por qué voy a alargar la reserva?

1 comentario:

  1. Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

    ResponderEliminar