miércoles, 20 de febrero de 2019

CAPÍTULO 34: UNA Y OTRA VEZ

Le escucho respirar acelerado pegado a mi oído. Otra vez otro polvazo. Mi fondo de ayer a hoy ha mejorado algo. He conseguido llegar encima de él, me ha dejado más que satisfecha entre eso y lo de antes. Lo ha vuelto a hacer dios mío. Pensaba que igual era algo puntual, pero parece que no. Pago para que siempre sea así. Sonrío al pensarlo. Noto como su boca comienza a dejar besos por mi cuello y sonrío enternecida. Enternecida al principio, porque luego la sonrisa se me va de la boca, dejando paso a una mirada de sorpresa. Su cabeza se dirige de nuevo a mi entrepierna. Pero este hombre no tiene final? Resoplo al notar de nuevo su boca ahí. La verdad es que mis ganas no se han ido. Es como que necesito hacerlo más, más veces.

Tardo poco, muy poco en notar que su lengua va a hacerme volver a llegar. Y no me equivoco. Mis gemidos van en aumento y poco después, el orgasmo aparece. Hago que aparte su cabeza, si sigue haciendo eso me va a matar. Las corrientes siguen paseándose por mi cuerpo sin control. Se incorpora un poco para mirarme, sé que me está mirando, pero no puedo abrir los ojos. Cómo he podido llegar otra vez tan rápido?

-Ya? – pregunta acercándose a mi oído y asiento –

Le escucho reírse levemente y vuelve a pegar su cara a mi oído.

-Y los que te quedan… - dice con voz ronca, haciendo que toda la piel se me erice –

Le miro sorprendida y me sonríe. Su mano se dirige a mi entrepierna durante unos segundos pero, poco después, me agarra de la cintura y me indica que me arrodille. Me hace un gesto para que me gire y, de dos movimientos, aparta las almohadas y las tira al suelo. Me pega al cabecero de la cama y se arrodilla a mi espalda. Me agarro al cabecero sin saber bien qué va a hacer, hasta que noto de nuevo su mano en mi entrepierna. Gimo de nuevo y abro un poco más las piernas. Pega su pecho a mi espalda y su cabeza a mi cuello, lamiéndolo suavemente.

-Joder Hugo… - gimo mientras muevo mis caderas suavemente y alzo un brazo hacia atrás para poder agarrar su cabeza y que la pegue más a mi cuello –

Su mano derecha parece ya experta en saber cómo y cuando es el momento. La velocidad y la intensidad exacta. No hace falta que diga nada. En esa posición, agarrada al cabecero, con su boca paseándose por mi cuello, llega el latigazo de placer. Sabe hasta cuando debe parar el movimiento. Su mano derecha se pasea por mi abdomen, acariciándolo, mientras yo sigo sintiendo las corrientes y arqueo el cuello hacia atrás, buscando el aliento. Nadie me había hecho esto así. Me lo había pasado muy bien en la cama pero no así. Ni de lejos.

Acaricia mis pechos sin dejar de besar mi cuello y recupero parcialmente la calma. Pero no dura mucho. Noto como se mueve pero me impide que me mueva yo. Se tumba boca arriba justo debajo de mí y se mete entre mis piernas. Le miro entre asombrada y sobrepasada. No puede ser que vaya a hacerlo así. Con su boca comienza a estimularme. Sigo arrodillada, agarrada al cabecero lo más fuerte que puedo. Estoy empapada en sudor. Sus manos agarran mi trasero y lo masajean mientras su lengua sigue moviéndose. Otra vez siento que va a llegar muy pronto. Estoy excesivamente excitada para pararlo. No quiero pararlo. No me da ni siquiera pudor. Al contrario. Me pone muy cachonda todo lo que está haciendo. Mis gemidos se entremezclan con grititos, no quiero gritar, pero no puedo evitarlo. Es demasiado placer para hacerlo. Su lengua consigue que alcance de nuevo un orgasmo que, esta vez, me deja completamente agotada. Me tiemblan los muslos. Ni siquiera me doy cuenta que ha cambiado de posición y vuelve a estar detrás de mi. Lo noto porque me abraza. Me encojo y apoyo mi frente en el cabecero, completamente agotada.

Parece entenderlo, pero con sus manos agarradas en mi cintura, hace que me tumbe. Cuando mi mirada y la suya contactan, me hace sentirme completamente deseada. Resoplo y cierro los ojos.

-Estás bien? – dice con voz dulce pasando su brazo por encima de mi abdomen, tumbado a mi lado –

-No puedo moverme… - digo con un hilo de voz –

-Jajajaja – ríe –

Sin darme cuenta, le rozo. Rozo su entrepierna y vuelve a estar excitado. Joder, en serio? No tiene final, va a matarme. Aunque no dice nada, solo se mantiene medio abrazado a mí, acariciándome el brazo izquierdo. Giro mi cabeza y le miro alzando las cejas. Se ríe y esconde su cara en mi pecho.

-Qué quieres Malú? – dice riéndose – me pones mucho… - se acomoda en mi pecho – pero estás cansada, esto se me pasa enseguida… - dice como si nada, volviendo a pasar su brazo sobre mi abdomen -

-Ni de coña… - respondo mirándole –

Me mira sorprendido y, sin decir nada, se pone sobre mí. De nuevo alarga su mano a la mesita, esta vez más rápido que yo. Cuando quiero darme cuenta, de nuevo está dentro de mí.

-Dios Hugo… - gimo cuando noto que el ritmo aumenta pronto –

-Más despacio? – pregunta mirándome –

Le miro y parece que lo entiende, desciende el ritmo y no aparta su mirada de mí. Ni yo la mía. Le observo. Su mirada no sé qué significa. Es como si su mirada me transmitiera ternura y pasión a la vez. Su mano derecha acaricia mi pelo. De nuevo como el otro día, de nuevo como antes, cuando ha cogido mi melena con cuidado y me la ha apartado a un lado. De nuevo esa punzada en el estómago, como la de ayer. No sé si entiendo esa sensación. Me desarma, me desarma esa forma que tiene de… siento que esto es sexo… sexo del bueno, del que jamás he tenido, pero no es solo eso. Su forma de tratarme no es solo eso. Sino no tendría ganas de que viniera a mi casa. Si solo quisiera sexo, cuando terminásemos, desaparecería. Ayer podría haberlo hecho, pero no quise. Y hoy tampoco quiero hacerlo.

-Todo bien? – pregunta mirándome y parando de moverse –

-Ay Hugo… - digo sonriendo y agarrando su trasero con fuerza, hasta yo me sorprendo – como pares te mato…

Me mira contrariado pero esboza una sonrisa. Me he parado a pensar demasiado. Ahora lo que quiero es besarle. Me incorporo un poco y le beso de forma apasionada pero lenta. Muy lenta. Sus caderas comienzan a ir algo más rápido. Mientras no nos besamos, lo único que hace es mirarme. Me mira a los ojos y me hace tener otra punzada en el estómago. Se tumba un poco más sobre mí, acariciando mi cara, con un gesto de ternura que me vuelve a desarmar. Acaricio su cara y su pelo mientras noto como va in crescendo. Cuando el ritmo es mayor, pone sus dos manos a cada lado de mi cabeza, pero no deja de mirarme de nuevo. A los ojos otra vez. A los ojos y a mi boca. Estoy agotada pero noto como, si sigue a ese ritmo, con lo excitada que estoy, voy a correrme otra vez. Y habré perdido la cuenta. Le escucho gemir levemente y mi excitación va en aumento. Sobre todo al mirarnos. Me pone mucho que me mire. Me mira y me escucha gemir. Me mira la boca cuando sale un gemido por ella, y luego me mira a los ojos. Joder, qué cachonda estoy otra vez. Solo necesito un poco más de velocidad. Y parece que él también, porque acelera. No sé cómo puede acelerar, después de estar todo este tiempo sin parar. Qué aguante. Baja la cabeza gimiendo más fuerte y es lo último que necesito para notar que un nuevo orgasmo va a volver a llegar. Mis gemidos se mezclan con los suyos. Abro los ojos y me está mirando, de vez en cuando cierra los ojos, pero, cuando los vuelve a abrir, me mira de nuevo. Noto el orgasmo de nuevo y noto como le pasa a él también. Otra vez. Igual que ayer. Sincronizados.

Cae rendido pero aguantando parte de su peso con las manos para no hacerme daño. Esconde su cara en mi cuello, me encanta que haga eso. Así le escucho respirar más cerca. Creo que tardamos minutos en recuperarnos, minutos en poder movernos. Noto como se aparta un poco de mi y, al segundo, se pega a mi cuerpo, de lado, con su cabeza sobre mi pecho, abrazándome. No, no es solo sexo. No es amor, claro que no. No en tan poco tiempo. Pero hay una conexión entre nosotros increíble. 

1 comentario:

  1. Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

    ResponderEliminar