Los besos por el cuello terminan desplazándose casi sin
pensarlo hacia su oreja. Me encanta cómo suspira cuando hago eso. Vuelvo a
cogerla en peso y la devuelvo a la mesa, sentada.
-No saltes eh? – le susurro a escasos centímetros de su
boca, que veo como esboza una pequeña sonrisa –
Beso sus labios de nuevo, esta vez plantado entre sus
piernas. Vuelvo a pasar mis manos por su vestido y subo un poco la parte de la
falda para poder tocar bien sus muslos. Suspira de nuevo, esta vez un poco más
hondo. Paso mis manos por su pelo. Qué tacto tan suave. Me encanta hacer esto.
Me encanta tocarle el pelo. La descubro mirándome con media sonrisa y sonrío
levemente algo avergonzado. Me da vergüenza que me pille haciendo algo así.
-Me encanta tu pelo… - digo casi sin querer –
-Ven aquí… - me agarra del cuello de mi camisa y vuelve a
pegar sus labios a los míos –
Beso sus labios con pasión, abriendo mi boca y dejando que
mi lengua contacte con la suya, que se mueve al mismo ritmo que la mía. Me
encanta como besa. Me encantan sus labios. Creo que no hay nada que no me guste
o que me guste menos. Su vestido comienza a sobrarme. Intento encontrar una
cremallera en su espalda, pero no está. Se ríe mientras le beso.
-Está en un costado – dice señalando su costado izquierdo –
Río y dirijo mis manos hacia la cremallera. Se pone en una
posición que me permite bajarla. Al bajarla, veo que no lleva sujetador.
-No llevas nada… - susurro pegado a su oído –
-No… - responde susurrando igualmente –
-Me vas a matar… - digo un tanto desesperado –
Bajo sus tirantes despacio. La bajo de la mesa y la dejo
plantada en el suelo. Me dirijo hacia la terraza. Las cortinas se meten en la
habitación y entra algo de fresco. Cierro la puerta y vuelvo a su altura. Sigue
mirándome con una mirada que me pone muy nervioso. Paso mis manos por sus
brazos hasta llegar a los tirantes. Los bajo poco a poco, hasta que el vestido
se va deslizando por su cuerpo. Sus pechos quedan al aire y trago saliva al
verlos de nuevo. Los miro y luego la miro a los ojos. Me mira como pidiéndome
que se lo quite del todo. Cuando lo hago, al bajar el vestido, noto que no
lleva braguitas, sino que es un tanga.
-Joder… - susurro al ver como el vestido cae al suelo y la
deja prácticamente desnuda –
Se muerde el labio inferior. Ese gesto no puedo soportarlo.
La cojo en brazos y comenzamos a besarnos de nuevo. La pared de al lado de la
cama ya parece estar acostumbrada a que haga esto. Exclama levemente al notar
la pared algo fría en su cuerpo. Mis manos se dirigen a su trasero. No puede
gustarme más su cuerpo. Me encanta, entera. Duramos poco en la pared, me doy la
vuelta y la dejo caer en la cama, tumbándome encima. Me quita la camisa, mi
chaqueta hace tiempo que ya no estaba sobre mi cuerpo. Me desabrocha los
botones con mucha prisa. Me incorporo un poco para quitármela y sus manos van
directas al cinturón, pero agarro sus manos y las dejo encima de su cabeza. El
primer gemido, el primer gemido sonoro de la noche. Comienzo a besarla con
tantas ganas que creo que me voy a quedar sin aire. Bajo lentamente por su
cuello hasta llegar a sus pechos. Me flipan. No pararía de besarlos nunca. Me
pone muy cachondo escuchar como sus gemidos van en aumento mientras me paseo
por ellos.
Mi mano derecha se mueve por su costado y su abdomen, hasta
llegar a su tanga. Masajeo la zona por encima de la prenda y noto como sus
caderas se mueven lentamente. Mi boca vuelve a sus labios y los reciben
respirando profundo. Mi mano comienza a moverse un poco más deprisa.
-Hugo… - gime nombrándome – Por qué sabes tocarme así, joder?
– pregunta gimiendo –
-Calla anda… - digo riéndome levemente – que te voy a quitar
el tanga ese a mordiscos… - digo cachondo perdido –
La oigo resoplar y reírse débilmente, y dirijo mi boca hacia
el borde del tanga. Me acomodo para quitárselo pero, en el último momento,
decido no hacerlo como pensaba.
-Date la vuelta… - digo susurrando –
Me mira como dudando un segundo, pero sonríe poco después.
Se da la vuelta puedo ver la parte trasera de su tanga. Mis manos, sin pedirle
permiso a mi cabeza, se dirigen a su trasero. Lo masajeo y la escucho resoplar.
Mi boca se dirige hacia el borde del tanga y lo voy bajando, ayudándome de las
manos. Cuando la prenda desaparece, mi boca se dirige a su trasero. Lo beso, lo
sigo masajeando con las manos. Me encanta. Me pone mucho hacer esto así.
Subo con mi boca por su espalda, dejando besos por ella,
hasta llegar a su nuca. Aparto su pelo y comienzo a besar su cuello, mientras
mis manos se pasean por sus costados.
-Date la vuelta otra vez… - susurro pegado a su oído –
Esta vez ni se lo piensa. Se da la vuelta rápidamente. Puedo
ver su gesto. Está relajada, está sonriente, quizá algo avergonzada cuando mi
mirada parcialmente lasciva vuelve a repasar su cuerpo por delante. Mi boca se
vuelve a dirigir a sus pechos. Alternativamente, uno primero, el otro después,
y así sucesivamente. No me canso de hacer esto ni de escucharla. Paso mi mano
por su entrepierna y noto como está igual de excitada que yo. Me separo de sus
pechos y vuelvo a bajar mi boca. Ayer me flipó hacerle esto. Me flipó
escucharla desde aquí. Reconozco que me encanta hacerlo, que me provoca más
placer que el que me lo hagan a mí. Debo ser raro, pero es así.
Abro sus piernas, no opone resistencia. Se tapa la cara y
noto como sonríe levemente al notar mi aliento en la zona. Soplo levemente y
escucho como gime y arquea sus caderas, buscando que mi boca contacte con ella
de una vez. No le hago esperar más. Pego mi boca a la zona y saco mi lengua a
pasear. Comienzan esos gemidos, esos gemidos que tan cachondo me ponen. Me
esfuerzo con mi lengua, cada vez más rápido, guiándome por lo que escucho. Alzo
mi mirada levemente y alcanzo a ver su barbilla. Tiene la cabeza arqueada sobre
la almohada. Todavía me motiva más. Alzo mis manos y consigo contactar con sus
pechos. Suelta un gemido increíble, de esos que hasta creo que me ponen los
pelos de punta. Los masajeo mientras sigo moviendo mi lengua de forma cada vez
más rápida.
Cuando noto que los gemidos van en aumento, decido hacer
algo más. Mi mano derecha se dirige cerca de mi boca y uno de mis dedos se
introduce despacio en ella. Otra vez ese gemido intenso. Noto como alza su
mirada y alzo la mía. Contactan. Me mira sorprendida y luego con una cantidad
de deseo que me deja casi sin aliento. Acompaso los movimientos, cada vez más
rápidos, hasta que sé que esos gemidos son los que preceden a su orgasmo. No
dice nada, solo noto las contracciones y escucho los gemidos profundos,
acompañados de movimientos leves pero marcados de sus caderas. Acaba de pasar.
Noto su mano en mi cabeza que me indica que pare. Me separo de la zona y me
incorporo hasta llegar a su altura. Sigue con los ojos cerrados, con la boca
entreabierta, hasta que abre los ojos y me mira. Creo que me mira como no me
había mirado nadie. Se muerde el labio inferior muy fuerte. Sonrío satisfecho.
Era exactamente lo que quería.
-Joder… - susurra apartándose el pelo de la cara – qué
fuerte… - sigue susurrando –
-Qué pasa? – digo mirándola –
-Nada… - niega con la cabeza – ven aquí anda…
Empuja mi pecho con la mano y me hace sentarme en la cama.
Me tumbo para ayudarla a que me quite la ropa que me queda. Cuando dirige su
cabeza hacia abajo, hacia donde creo, la detengo. Me mira extrañada. No
necesito que haga eso porque yo lo haga. Lo que necesito es que se ponga sobre
mí. Agarro sus manos y tiro de ella hasta que cae sobre mi cuerpo.
-Por qué no me dejas que lo haga? – dice de forma juguetona
–
-Porque me gusta más que estés aquí… - digo besándola y
mordiendo parcialmente su labio inferior –
Me mira con gesto muy lascivo. Tanto que me estremezco. Se
sienta sobre mí, intento detenerla, pero no me deja. No llevo nada puesto. El
contacto es completo. Y mi gemido también.
-Malú… - susurro –
-En seguida paro… - dice mirándome mientras mueve sus
caderas y comienza a gemir –
Joder. Me muero. Tengo sensación de morirme de placer. Dura
solo unos segundos. En seguida se aparta. Suspiro y me mira apretando los
labios, como intentando no reírse.
-Cabrona… - susurro mientras me intento levantar a la mesita
de noche, pero ella es más rápida –
-Anda… - me da uno – póntelo que al final la liamos… -
sonríe mirándome –
Una vez puesta la protección, le hago un gesto para que
vuelva a donde estaba. Me mira de nuevo con ese gesto y vuelve a sentarse
encima, haciendo que me introduzca en ella de forma más rápida por su
excitación. Vuelve a gemir y vuelvo a gemir yo. Algo me dice que lo que me
espera ahora mismo es el placer absoluto. Y comienzo a descubrir que no me
equivoco. Me agarra las manos y las entrelaza con las suyas justo antes de
comenzar a moverse encima de mí. Movimientos circulares al principio. Tengo que
cerrar los ojos y contenerme para que los gemidos que me salen no sean
demasiado intensos.
Cuando abro los ojos, me está mirando, no deja de gemir,
pero va despacio. Se mueve despacio pero haciendo que el contacto sea tremendo.
Mis manos se pasean por su cuerpo hasta llegar a sus pechos. Otra vez me aferro
a ellos. Me incorporo un poco, necesito besarla mientras sigue moviéndose así.
Con mis manos, agarro su cara y la beso de una manera que me hace hasta que me
cueste respirar. No deja de mover las caderas, mientras sigo sentado y ella
sigue sobre mí.
-Túmbate otra vez… - dice pegada a mi boca –
Le hago caso a regañadientes, pero creo que quiere poder
moverse más libremente. Efectivamente. Pone sus manos apoyadas en mi pecho y
comienza a mover sus caderas de nuevo arriba y abajo. Lentamente. Suelo ser
bastante silencioso, pero hoy se me está haciendo imposible. No gimo como ella,
que me encanta como lo hace, pero si que estoy dejando salir más volumen. Lo
necesito, no puedo callarme el placer que estoy sintiendo. Sus movimientos
comienzan a no ser tan lentos. Comienzan a aumentar en velocidad. La observo
desde abajo, con su melena que tanto me gusta, colgando y rozando mi cara. De
vez en cuando, hace un movimiento con el cuello que consigue apartar su melena
hacia un lado. Me flipa que haga eso.
Se incorpora un poco más y arquea su espalda un poco,
moviendo sus caderas de nuevo en círculos durante unos instantes. Resoplo,
estoy empapado en sudor, me está matando. Alza sus manos intentando recoger su
pelo, pero solo puede echarlo a un lado. Cierra los ojos mientras gime,
mientras sigue en esa postura. Pienso dejar que haga lo que quiera hasta que no
me pida otra cosa. Vuelve a doblar su espalda hacia delante, hacia mí, y deja
reposar su cabeza entre mi hombro y mi cuello. La escucho gemir todavía más
cerca, ahora más fuerte. Agarro su pelo y vuelvo a apartarlo hacia un lado.
Besa mi cuello y me imita, se acerca al lóbulo de mi oreja derecha y comienza a
besarlo, a pellizcarlo con sus dientes. Desde ahí, sus gemidos, sus suspiros,
se escuchan mucho más, y me ponen mucho más.
-Me encanta… - susurra pegada a mi oído para, poco después,
incorporarse un poco y dirigirse a mi boca –
Me besa con furia y sus caderas vuelven a moverse más
rápido. Cada vez más. Agarro sus costados, pero no hago nada, dejo que lo haga
todo ella. Arquea su cuello hacia arriba, dejándome verlo entero y gimiendo
hacia arriba, cada vez más fuerte. Su espalda también se arquea y sus caderas
se mueven a una velocidad que en la vida pensaba que podrían moverse. Si sigue
así, no va a hacer falta que yo haga nada, va a hacer que me corra. Pero se
adelanta. Noto como se contrae, como sus gemidos aumentan y termina gimiendo
profundamente, cayendo rendida encima de mi cuerpo.
-Joder… - susurro – el desfibrilador cielo… - digo de broma
–
Noto como se ríe pero se incorpora y me mira, todavía con la
respiración agitada, todavía riéndose levemente, hasta que me mira.
-Como me has llamado? – pregunta con media sonrisa –
Cierro los ojos y suspiro algo avergonzado, apartándole la mirada, pero me agarra la barbilla y me hace mirarla de nuevo. Trago saliva. Llamarla así me ha salido del alma. Decido no contestar, solo la agarro de las caderas y la tumbo boca arriba. Es mi turno. Me mira con una ceja alzada, pero no me detengo. Vuelvo a introducirme en ella, primero de manera lenta, pero, poco después, aumento el ritmo. Necesito que mi cuerpo y el suyo contacten, necesito besarla mientras me muevo. Me mira sorprendida por el ímpetu y cierra los ojos, alargando sus manos hacia el cabecero. Ese gesto creo que sé lo que significa. Creo que le gusta. Agarro su muslo derecho con mi mano para intentar moverme más rápido y lo consigo. La velocidad a la que muevo mis caderas creo que es demencial, igual que sus gemidos, mezclados con gritos. No puedo más. Busco su mirada y, justo cuando la encuentro, lo noto. Mis embestidas son más lentas pero intensas mientras lo noto. Mi cabeza cae casi a plomo entre su cuello y su hombro. Respiro acelerado, estoy muerto ahora mismo, pero, al mismo tiempo, tengo ganas de más.
maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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