martes, 19 de febrero de 2019

CAPÍTULO 30: VOLVER A INTENTARLO

La observo desde el jardín cuando Carlota me da alguna tregua. Qué cielo de niña, pero qué incansable es. No puede parar. La verdad es que he respirado cuando la niña me ha perdonado. Me sentía tan mal. El caso es que, si me paro a pensarlo, no les conozco de nada. Y me abren las puertas de su casa, como si tal cosa. Y ayer me acosté con ella. Y esta mañana también. Y esta tarde estábamos enfadados y yo estaba dispuesto hasta a dejar de verla. Pero luego lo pensaba y me daba un infarto. Esto no es Algeciras, esto es gran hermano. Unos días y ya las relaciones son como si hubieras pasado meses conociendo a alguien. Siento como si hiciera meses que llegué aquí. Como si hiciera meses que pasó lo de Carlota en la playa.

Vuelvo a observarla. Está hablando con Vero y con su madre. Se ríen. Sonrío sin querer. Entonces, veo como Vero se dirige hacia nosotros.

-Carlota cariño, entra que hay que merendar

-Pero yo quiero seguir jugando – responde pero recibe la mirada de su madre y rectifica – vale… - dice de forma conformista –

Me limpio un poco los pantalones y, cuando alzo un poco la mirada, la veo bajar las escaleras hacia mí. Sonríe. Sonríe mucho. Me contagia pero la miro extrañado.

-Tú también quieres merendar? – pregunta como si nada – lo digo porque como pareces un niño también… - me señala los pantalones, manchados por el césped –

-Qué graciosa… - digo irónico sonriendo – todo bien? – acaricio su brazo levemente –

Asiente y se acerca un poco más a mí. Miro instintivamente hacia su salón y no detecto a nadie, pero, instintivamente, doy un paso atrás.

-Sigues enfadado conmigo? – pregunta mirándome –

-No… - suspiro – a mi los enfados me duran poco… - digo mirando al suelo – y tú? – me mira – sigues enfadada por haberte provocado una crisis de ansiedad? – sonríe y mira al suelo – tu madre debe adorarme…

-No digas tonterías… - se acerca de nuevo a mí y vuelvo a dar un paso atrás –

-Pero por qué huyes? – pregunta en voz baja riéndose –

-Porque está tu madre dentro… - digo mirando hacia la puerta – y te acercas así y…

-Y qué? – pregunta de forma provocadora. No entiendo esa actitud – me ha encantado lo que has hecho con Carlota… - dice de forma tímida de repente –

-No he hecho nada… - digo avergonzado mirando al suelo –

-No sé cómo he podido pensar algo malo de ti… - dice de repente, mirándome de nuevo, de forma intensa –

-Olvídate de eso… - digo algo incómodo pensando en la discusión que hemos tenido – además, apenas me conoces… - justifico su reacción -

-Iba en serio? – le miro extrañado – lo de que lo hacemos a mi manera…

Resoplo levemente y miro al suelo. Sonrío algo avergonzado. Decido no achantarme. Creo que piensa que me pone muy nervioso, es totalmente cierto, pero también sé que yo puedo hacer lo mismo.

-Sabes qué? – le digo acercándome entonces a ella – sabes qué es lo que más me apetece ahora mismo? – me mira alzando una de sus cejas y dando un paso atrás – te invitaría a cenar, pero eso sería muy machista…

-Hugo! – exclama dándome un manotazo y bajando la mirada –

-Jajajajaja! – estallo en una carcajada al ver su reacción – es broma… - vuelvo a acercarme a ella – bueno, es broma a medias… - me mira extrañada – porque si que me gustaría cenar contigo otra vez… - veo su mirada, como suspira, sé lo que piensa, sé que le agobia la proposición por lo que pasó ayer – pero a tu manera… - me mira extrañada – te recuerdo… - me acerco más a ella y me atrevo a pasar mis manos por su cintura – que tengo una terraza con vistas al mar…

Sonríe ampliamente pero no deja de mirarme. No se aparta. Se me ha olvidado por completo dónde estamos. En el jardín de la casa de su padre. Así agarrados. Tonteando. Debo estar fatal de la cabeza.

-Ese plan me gustaría… - dice tímidamente –

-Si? – pregunto con tono tierno, sin soltar su cintura –

-Si, pero hay una cosa que me apetece más ahora mismo… - responde mirándome y la miro intrigado – pero mejor cuando terminemos esa cena…

Sin más, hace que me separe de ella y camina hacia el salón, dejándome allí parado. Paralizado. Joder, cómo puede ponerme tan nervioso? Cómo puede hacer que no pueda parar de mirarla? Cuando llega a la puerta que da a su salón, se gira levemente, sonriendo y me mira. La miro sin poder evitar reírme al ver esa mirada pícara. La noche va a ser larga. Muy larga…

1 comentario:

  1. Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

    ResponderEliminar