CAPÍTULO 28: LA NIÑA

-Tata, estás bien?

La voz de Carlota aparece en el salón. Yo, con un vaso de tila en las manos, rodeada por Vero, mi madre y Hugo. Finjo una sonrisa, tengo que hacerlo. Seguramente lo ha presenciado todo. No tiene edad para saber por qué pasan las cosas, pero si empieza a darse cuenta de las cosas que ocurren a su alrededor.

-Si cariño – respondo sonriente –

-Te has puesto nerviosa? – pregunta inocente y me hace mirar a Vero instantáneamente –

-Un poco cariño, pero no pasa nada – digo mientras sigo sonriendo –

-Oye Carlota – Hugo habla a mi lado con tono cariñoso – salimos al patio a jugar? – sé que lo propone para sacarla de aquí y que deje de pensar en esto -

-No – responde rápido –

-Si cariño – dice Vero – sal un poco con Hugo y jugáis –

-No quiero jugar con él – responde seria –

Miro a Vero rápidamente y se tapa la cara fugazmente. Intuyo el gesto de Hugo. Le miro de reojo y diría que está hasta abatido.

-Pero cielo… - dice Hugo con voz dulce – por qué no quieres jugar conmigo?

La niña suelta sus manos rápido y le mira seria.

-Porque la tata se ha puesto así por tu culpa

Resoplo agobiada, sobre todo por él. Veo como Vero se levanta para hablar con Carlota, pero Carlota se aparta. Me mira. Me mira con un gesto que no sé descifrar. Mi madre se levanta también para ponerse a la altura de Carlota pero, en ese momento, Carlota empuja a Vero y sale corriendo hacia las escaleras.

-Joder…

Hugo susurra esa palabra a mi lado. Le miro. Tiene la cara tapada con las manos, con sus codos apoyados en las rodillas y echado hacia adelante. Me siento tan mal. Carlota no ha entendido nada y no tiene por qué entenderlo. Seguramente ha escuchado antes cuando le he echado de casa, y ahora ha visto o escuchado nuestra nueva discusión y me ha visto así… y ha relacionado que es su culpa. No tiene por qué entender nada, pero sé que esta situación con la niña le ha agobiado.

-Hugo, perdónala… - escucho como Vero se acerca a nosotros –

-No – veo como se levanta del sofá – lo siento… yo… - le observo – es culpa mía… - le noto agobiado.

Veo como va a irse. Lo veo en su mirada. Le agarro la mano, como diciéndole que se siente.

-Pero cómo va a ser tu culpa? – dice Pepi – lo que pasa que la niña…

-Hugo, yo hablo con ella vale? – dice Vero agarrándole la otra mano – olvídate porque es que esta niña es así… - me mira – como su tata… - dice levantándose y yendo hacia las escaleras -

Sonrío sin querer y bajo la cabeza. Tiene razón, es posible que Carlota sea impulsiva como yo. Hugo sigue de pie, creo que no sabe qué hacer.

-Anda hijo, siéntate… - mi madre va hacia él y pone una mano en su hombro –

Veo como se sienta y mi madre se aleja hacia la cocina. Vuelve a taparse la cara.

-Hugo… - paso un brazo por sus hombros –

Le escucho resoplar. No sé si está llorando hasta que le escucho. No puedo verle así, es superior a mis fuerzas.

-Hugo… - digo con tono apenado – ven…

No me deja ver su cara, se me abraza. Le abrazo fuerte. Sé que está llorando por muchas cosas y todas son mi culpa. Me siento responsable. Se separa tras unos segundos, de forma rápida, como si no quisiera mantener el abrazo, y se levanta del sofá rápidamente.

-Qué cojones tiene esta casa? – pregunta en voz baja y limpiándose los ojos – termino llorando siempre, cojones…

Le miro y no puedo evitar sonreir de forma enternecida. Entiendo por qué dice eso. Me levanto y me acerco a él.

-Oye… - le agarro una mano – sube conmigo a hablar con Carlota…

-Malú… - niega con la cabeza – es normal que esté enfadada conmigo… - dice sin mirarme – es lista…

-Pero es una niña… - digo con voz cariñosa – hazme caso… - digo tirando de su mano – no te vayas…

Me mira durante varios segundos. Tengo ganas de besarle. De repente, aparecen. Me las aguanto, pero aparecen. Miles de pensamientos se me pasan por la cabeza hasta que Hugo asiente y caminamos hacia las escaleras. Subimos hacia la habitación donde sé que Vero ya estará haciendo “terapia” con Carlota.