jueves, 14 de febrero de 2019

CAPÍTULO 20: LA CLAVE


Camino abrazada por su brazo. Me sujeta como si no quisiera ni que me fuera ni que me cayese al suelo. Resbala, está lloviendo mucho.

-Entramos por el parking si quieres… - dice convencido –

Lo agradezco. Solo sonrío, pero estoy muy nerviosa. Mucho. Cómo he podido atreverme a proponerle ir a su hotel? En la vida pensé que me atrevería a hacer algo así. Y si es un psicópata y me mata?. Sonrío ante el pensamiento. Pinta de psicópata no tiene. Más bien tiene pinta de estar nervioso. Entramos al ascensor del parking, mi chaqueta está empapada y tengo algo de frío. Saca su tarjeta y marca el 5. El quinto piso. Pasa la tarjeta por el lector y el ascensor comienza a moverse.

Me mira y no puedo apartarle la mirada. Se acerca un poco a mí. Aquí, en el ascensor. Me pone nerviosa, no tengo escapatoria. Le miro no sé si con cara de aterrada, pero me sonríe. Me sonríe de una manera muy… tierna. Me aparta un mechón de pelo que está cayendo por mi frente. Tengo el pelo empapado. Me veo de refilón en el espejo del ascensor y me veo horrible. Al apartarme el mechón, me acaricia la mejilla. Se acerca más a mí, hasta hacerme pegar mi espalda al espejo. Respiro aceleradamente. Creo que va a besarme, hasta que suena el sonido de haber llegado al quinto piso. Le veo resoplar levemente y baja la cabeza medio riéndose. Le imito y salgo del ascensor tras él. Camino por el pasillo de la izquierda, hasta llegar al final del pasillo. La puerta está alejada de la siguiente puerta, supongo que porque es una suite grande.

Abre la puerta con la tarjeta y me hace un gesto para que pase. Paso muy cortada. Mucho. Observo la suite al encenderse la luz. Lo primero, el baño a la izquierda. No alcanzo a ver cómo es. La cama, enorme, presidiendo la habitación. Una tele enorme también, frente a la cama. Dos sillones, parecen cómodos. Una mesa a modo de escritorio. Qué recogido está todo. Al fondo de la habitación, unas cortinas de estas opacas, que no dejan ver la calle. Supongo que ahí está la terraza.

Noto como camina detrás de mi. Estoy cada vez más nerviosa. No puedo controlarlo. Tengo la sensación de no tener que haber venido. La sensación de pánico.

-Quítate esto anda… - dice desde atrás, cogiendo mi chaqueta – está empapada…

Estoy temblando. No soy capaz de darme la vuelta. Empiezo a imaginarme que me va a quitar el vestido y no sé si me da miedo o tengo muchas ganas de que lo haga. Me siento muy insegura.

-Toma – me giro para mirarle – ponte esto… - me ofrece una chaqueta de chándal –

Estoy paralizada, mirando la chaqueta. Noto como me mira algo extrañado.

-Malú… - le miro – póntela anda… - vuelve a ofrecérmela – qué pasa eh? – se acerca a mí y doy un paso atrás – eh… - dice con gesto preocupado –

Me mira interrogante y preocupado, no soy capaz de hablar. Noto el frío en mis brazos, así que cojo la chaqueta temerosa y me la pongo. Noto como huele. Huele muy bien. Huele a él, o eso creo.

-Malú… - resopla bajando la cabeza – quieres que te lleve a casa?

Le miro sorprendida. Supongo que se nota que no estoy cómoda. Ha sido de repente, ha sido al pensar demasiado. Me apetece estar aquí, estoy a gusto con él… qué ha pasado? De qué tengo miedo? Sigue mirándome interrogante, no se acerca. Estamos los dos plantados, al lado de las cortinas, yo casi pegada a la pared, con su chaqueta puesta sin abrochármela.

-Hugo… - digo algo nerviosa –

-Ven… - dice haciéndome un gesto para que me acerque –

No puedo evitar acercarme, aunque lentamente. Abre los brazos y me abraza. Me abraza fuerte y me abrazo a él casi sin querer. Frota mi espalda, como cuando estábamos andando por la calle.

-No te fías de mí? – pregunta sin deshacer el abrazo –

-No es eso… - me separo rápidamente – de verdad…

-Vale… - sonríe y vuelve a agarrarme para abrazarme – oye… - suspiro, tengo hasta ganas de llorar… creo que estoy haciendo el ridículo totalmente – tú querías terminarte esa copa no? – se separa un poco y me mira sonriente – mira – corre las cortinas de un movimiento y veo la terraza. Está lloviendo menos que antes, está techado… - nos fumamos un cigarro y te relajas?

Pufff. Se ha dado cuenta que me he tensado completamente. Siento mucha vergüenza. Le veo buscar en una bolsa y saca una botella de ginebra.

-No pienses que soy un borracho eh? – dice mientras echa un poco de ginebra en cada vaso – cuando llegué, pensé… - le observo – yo me voy a tomar aquí, mis gintonics, en mi terracita… - dice de forma graciosa haciéndome sonreir – pues mira – me enseña la botella, prácticamente llena – te apetece no? – se agacha mirándome y saca un par de hielos de la nevera del minibar –

Asiento casi sin querer. Me da el vaso de plástico, lo agarro y le miro un instante. Abre la puerta de la terraza, no hace tanto frío. Apoyo el vaso en la mesa y me abrocho la chaqueta.

-Si quieres secarte el pelo – dice tocándolo y produciéndome de nuevo algo de nerviosismo – hay un secador en el baño…

-No importa… - respondo sentándome en la silla, sin mirarle –

-Eh… - se sienta enfrente de mí y pone una mano en mi rodilla – Malú… - le miro un tanto avergonzada – solo tienes que decirlo… - le miro extrañada – si te quieres ir… - resoplo y aparto la mirada algo frustrada – hablo en serio, te acompaño… - dice seguro – no pasa absolutamente nada…

-Ay Hugo… - digo algo desganada – eres así siempre? – pregunto sin pensar –

-Así como? – agarra su paquete de tabaco y me ofrece un cigarro –

-Tan… - agarro un cigarro – comprensivo… - digo sincera –

-Comprensivo? – pregunta sorprendido – estás incómoda… - voy a hablar pero me corta – no sé si quieres irte… - cierro los ojos agotada – pero si quieres quedarte… - le miro – puedes irte cuando quieras… - vuelve a poner su mano en mi rodilla – y te voy a acompañar…

-No estoy incómoda… - digo encendiendo el cigarro – es solo que… - suspiro –

-Es raro… - dice sonriendo levemente y asiento – en la suite de un tío que has conocido hace 3 días… - ríe – te juro que no soy un psicópata – dice alzando la mano de forma solemne –

-Ya lo sé… - digo riéndome – es que creo que no he hecho esto en mi vida…

-Tomarte una copa con alguien en una terraza? – dice restándole importancia – con vistas al mar? – señala y miro… se ve algo la playa – no es tan raro… - sonrío irónica –

-Hablo en serio… - digo dando una calada – dejarme llevar tanto no es una cosa a la que esté acostumbrada precisamente… - digo sincera –

-Malú… - le miro y veo como bebe un sorbo del vaso – tú quieres dejarte llevar?

Le miro y me asusto de nuevo. Esa es la pregunta. Esa es la clave. Quiero dejarme llevar el todo? Me mira y alza las cejas levemente y pone gesto comprensivo. De nuevo ese gesto que me encanta. Es como si me entendiera.

-Ahora estoy bien… - respondo soltando un poco de tensión –

-Si tienes frío entramos dentro – dice viendo como subo un poco más la cremallera de la sudadera –

-Es que dentro no se puede fumar… - asiente – no hace tanto frío ahora…

-Ya… - me mira –

La situación se calma. En gran parte, gracias a que él sabe perfectamente cómo hacerlo. No sé como lo sabe, pero sabe calmarme. Se pone a contarme anécdotas, yo le cuento algunas… y la situación se destensa por completo. De hecho, comienzo a reírme mucho. Apenas he bebido nada de la copa. No por nada, sino porque no me apetece. No voy borracha para nada. Me está gustando la sensación de estar en un lugar al aire libre en el que estoy segura que nadie me observa. Bueno, a veces noto que me observa él. Sobre todo cuando me pongo a hablar. Me mira, me mira a los ojos. A veces siento que me intimida un poco. Tiene una mirada muy bonita.

-Jajajajajajajaja – estallo en una carcajada ante la última anécdota que me cuenta –

-Es increíble, pero te juro que fue así… - dice riéndose –

-Para… - digo sin poder parar de reírme – me voy a mear encima…

-Tienes un baño ahí eh? – dice de forma graciosa –

-Ay joder… - digo pasando mis dedos por debajo de mis ojos, he llorado incluso de la risa –

-No llores mujer, que todo tiene solución… - dice de broma y me hace reírme de nuevo – jajajajaja – ríe conmigo – tienes una risa muy contagiosa… - dice riéndose –

-Mira, no puedo más… - me levanto y me dirijo hacia donde sé que está el baño –

Entro al baño todavía riéndome. Al entrar, descubro que tiene jacuzzi. Joder, pues si que se las gasta bien este hotel. Una ducha amplia y un váter que me hace ver el cielo abierto. Me meo muchísimo. Cuando termino, tiro de la cadena y me miro al espejo. Dios, estoy horrible. El pelo todavía algo mojado, el rímel algo corrido. Cojo un trozo de papel e intento arreglar algo mis ojos. Niego con la cabeza, qué está pasando? Por qué me importa tanto mirarme y sentirme bien? Tiro el papel a la basura y salgo del baño hacia la terraza. Creo que no se da cuenta de que llego, está mirando su móvil y se asusta al escucharme.

-Joder… - se lleva la mano al pecho – qué susto me has dado…

-Jajajaja – río – perdona… - me siento de nuevo – qué hora es?

-Casi las 3 – dice dejando su móvil sobre la mesa y me mira –

Suspiro. Tengo que decidir. A ver qué cojones hago. Me quiero quedar? Me quiero ir? Pfff… no tengo ni idea. Me enciendo otro cigarro y me imita, aunque arquea su espalda para acercarse un poco a mí.

-Otra vez te has puesto tensa… - dice mirándome –

-Deja de leerme la mente vale? – digo sonriendo sin querer –

-Te has limpiado los ojos… - dice mirándome y me hace sonrojarme un poco –

-Parecía un mapache – digo justificándome –

-Para nada… - me mira, esta vez, con un punto más de intensidad – te lo has pasado bien esta noche? – le miro y sonrío –

-Muy bien… - digo sincera – me lo he pasado genial… - sonríe y noto como acaricia mi rodilla izquierda con su mano –

Miro su mano automáticamente con gesto creo que de susto, aunque no lo pretendía. Mi vestido tapa mis piernas, pero noto el tacto de su mano perfectamente. Aparta la mano rápidamente al ver mi reacción. Creo que ha pensado que no me ha gustado que haga eso.

-Yo… - me aparta la mirada – yo también me lo he pasado genial… - le miro, parece ahora algo cortado – hacía mucho que no me reía tanto…

-Y yo… - digo riendo –

-Venga… - se levanta sorprendiéndome – te llevo a casa vale?

Le miro interrogante. Apaga su cigarro y entra a la habitación. Qué acaba de pasar? Quizá ha pensado que no quiero nada con tanta forma de esquivarle y, sobre todo, con esa mirada asustada cuando me ha tocado. La he cagado. Ahora lo único que me apetece es quedarme. Ahora qué hago?. Apago mi cigarro y veo como se pone una chaqueta de chandal, parecida a la que llevo yo.

-Hugo… - se gira para mirarme –

-Tengo una bolsa donde puedes meter tu chaqueta… - dice apartando la mirada – está chorreando…

-Hugo… - agarro su mano haciendo que me mire –

Nos quedamos los dos, frente a frente. Respiro de forma acelerada ahora. Igual que él. Me tranquiliza notar que él también se pone nervioso.

-Pfff… - resoplo bajando la mirada – soy una imbécil… - digo frustrada –

-Por qué dices eso? – se acerca a mí y vuelve a abrazarme – no pasa absolutamente nada…

Es como si pensara que me he arrepentido por completo de haber venido aquí. Y para nada. No quiero irme. No quiero, ahora lo veo claro. Así soy yo, llego a conclusiones a veces demasiado tarde. Estamos muy cerca de la puerta, pero no quiero ir allí. Alzo mi mirada y, desde su altura, me mira. Me mira interrogante, creo que no entiende cómo le estoy mirando.

-Soy un desastre… - susurro mirándole –

Sonríe y me acaricia de nuevo la mejilla. Cierro los ojos un poco al sentir el contacto, incluso inclino un poco mi cara hacia su mano para intensificar el contacto. Cuando abro los ojos, me está mirando fijamente. Me mira a los ojos y luego a los labios. Hago lo mismo. Quiero besarle. Quiero que me bese. Quiero dejarme llevar de una puta vez. Dirijo mi mano a su cara, creo que se sorprende. No deja de mirarme alternativamente a los ojos y a los labios. Mi corazón va a mil. Por dios, bésame ya. Es lo único que pienso. Cuando noto que se encorva un poco hacia mí, trago saliva sutilmente. Mi respiración se acelera todavía más. No cierra los ojos, me mira, sigue mirándome, como buscando alguna señal por si quiero que pare. Por si se equivoca. Creo que piensa que la está cagando, pero yo en lo único que pienso es que sino lo hace ya, lo haré yo. Miro sus labios y no puedo evitar morderme levemente el labio inferior. Creo que es el gesto que necesitaba para atreverse del todo.

Lentamente, acerca su boca a la mía. Cierro los ojos un segundo y los vuelvo a abrir. Vuelven a cruzarse nuestras miradas, a escasos centímetros. Noto su aliento salir de su boca. Acelerado, como el mío. Acaricia de nuevo mi mejilla, no había quitado su mano de ahí. Cierro los ojos y segundos después, lo noto. Noto sus labios en los míos. Primero de forma tímida. Me paraliza, no sé qué hacer. No puedo pensar. Solo muevo los labios sutilmente. Acaricio su mejilla yo esta vez, y el beso se intensifica. Poco a poco, despacio, como si ninguno de los dos quisiéramos correr. Abro mis labios levemente y él hace lo mismo. Entonces se funden bien. Se funden completamente. Suelto todo el aire por la nariz, como si acabara de respirar después de salir del agua. Noto que hace exactamente lo mismo, su mano izquierda agarra mi cintura suavemente y abre más los labios. Giramos las cabezas en direcciones contrarias y entonces nuestras lenguas se encuentran. Gimo levemente, no puedo evitarlo. Me encanta. Me encanta como besa, me encanta este momento. Dejo de tocar su mejilla y cruzo mis manos por detrás de su cuello, acariciando su pelo por su nuca. Da un paso hacia delante y pega mi espalda a la pared, haciéndome suspirar, casi gemir de nuevo. Su mano aprieta un poco mi cintura, como queriendo pegarme más a él. Mi corazón va a mil por hora, pero me encanta. Hacía mucho que no me sentía así. Siento ganas de abrazarme más a él, de que me toque, de que me pegue más a esa pared. Siento que no puedo apenas respirar y, sin otra pretensión que coger aire, pongo una mano en su pecho. Me sorprende porque para automáticamente. Es como si estuviera pendiente de lo que quiero en todo momento. Como si estuviera alerta.

-Espera… - digo respirando acelerada – joder… - susurro pensando en lo que acaba de pasar –

Noto que me mira con cara de culpabilidad. Creo que piensa que la ha cagado, que me voy a ir. Pego mi cabeza en su pecho y cierro los ojos. Vuelvo a estar nerviosa, pero estoy segura de lo que quiero hacer.

-Eh… - acaricia mi pelo suavemente – Malú…

Miro a la puerta y, sin decirle nada, me dirijo a ella. No voy a irme, solo he visto el cartel de “no molesten” y tengo la necesidad de ponerlo. Voy a quedarme y aquí no va a entrar nadie más. Cuando abro la puerta, noto su mano en mi brazo.

-Malú… - dice acelerado – lo siento… - alzo mis cejas mirándole – no te vayas sola vale? – habla acelerado – déjame que te acompañe…

-Hugo… - resoplo y no puedo evitar reírme mientras cierro la puerta – solo estaba… - me mira extrañado – poniendo el cartel de no molesten…

Me mira al principio sorprendido y luego avergonzado. Se pone rojo y baja la cabeza. Ay madre mía, qué ganas tengo de volver a besarle ahora mismo.

-Así que… - digo mirándole hasta con ternura – si en algún momento… - camino hacia él y me mira con una mezcla de deseo y miedo a partes iguales – quiero irme… - me mira atento – me acompañarás?

-Claro – contesta rápido –

-Cuando sea? – me acerco a él de una manera bastante insinuante, mirándole con mucho deseo –

-Cuando sea… - noto como traga saliva nervioso –

Llego a su altura y volvemos a ponernos casi en la misma posición en la que estábamos, yo casi pegada a la pared y el enfrente de mi. Me mira de nuevo intentando saber qué quiero. Lo que quiero es que siga lo que estaba haciendo. Sonrío pícaramente al mirarle y no puedo aguantarle la mirada. Bajo la cabeza sonriendo.

-Me encanta cuando haces eso… - dice con voz grave pero en un tono bajito –

Le miro. Ese tono de voz me acaba de poner más cachonda todavía. Por si hacía falta más, claro. Se acerca a mí y vuelvo a dar un paso atrás, pegándome a la pared. Vuelve a poner una mano en mi cintura y la otra en mi cara. No tardamos tanto como antes. Nos miramos unos segundos y comenzamos a besarnos. Al principio, el beso es lento, como antes, pero luego la velocidad se intensifica. Respiro fuerte por la nariz, gimo levemente, con mi espalda apoyada en la pared. De un movimiento, me levanta del suelo y me pone a su altura. Como si fuera un movimiento que tuviéramos ensayado, cruzo mis piernas por su espalda. Nuestros rostros ahora están ya a la misma altura. Nos miramos un segundo. Su cara es de absoluto deseo. Supongo que igual que la mía. Vuelve a besarme, esta vez con más fiereza. Me agarro a su pelo por la parte de la nuca. No me puedo creer lo que está pasando, y no quiero pensar en lo que va a pasar. Pero quiero que pase. Quiero que me desnude. Quiero desnudarle. Quiero dejarme llevar del todo. Quiero que follemos en esa cama. Me sorprende ese pensamiento, siento todavía más calor. Noto como sus manos deslizan su chaqueta por mis brazos hasta que cae al suelo.

-Me encanta tu vestido… - dice besando mi cuello, sin moverse de esa pared, con esa voz tan sexy que ha puesto antes –

-Hugo… - digo completamente cachonda – joder… - susurro de placer al notar sus labios pasearse por mi escote –

Tiro la cabeza un poco hacia atrás y agarro su cara con las dos manos. Me mira y no hace falta decir nada más. Volvemos a besarnos como si fuera lo último que fuéramos a hacer en la vida. Quiere comerme, parece que quiere comerme. Y yo me lo quiero comer. Me mueve de repente, sin bajarme al suelo, y se sienta en la cama, conmigo encima. No puedo evitar balancearme un poco encima de él. Necesito hacerlo. No deja de besarme pero escucho un leve gemido cuando empiezo a balancearme. Lo noto. Noto que está igual de cachondo que yo. Le pongo. Qué chute de autoestima. Sonrío sin querer, mientras le beso, y se separa un poco para mirarme.

-Qué pasa? – pregunta mirándome sonriendo levemente –

-Nada… - digo riéndome levemente –

-Joder… - dice mirándome la cara y después, mirando hacia abajo, hacia mi escote – cómo se quita esto… - dice tirando del vestido levemente –

-Una cremallera detrás – digo mirándole mordiéndome el labio inferior –

No dice nada, solo la baja. Roza el broche de mi sujetador, pero no lo desabrocha. Me hace ponerme de pie y baja mis tirantes. Poco más hace falta para que el vestido caiga hasta el suelo. Me quedo con mi sujetador y mis braguitas negras. Me observa. Ahora sí que estoy un poco cortada. Ahora es él el que se muerde el labio inferior con un gesto de querer comerme. Suficiente. Le empujo y vuelvo a sentarme encima de él. Repta un poco por la cama para no estar en el borde y comenzamos a besarnos de nuevo. Sigo balanceándome lentamente mientras noto como sus manos van bajando por mi espalda hasta llegar a mi trasero. Las aprieta contra él, pegándome más a su pelvis. Encorvo mi espalda para besarle. Quiero que siga haciendo eso mientras nos besamos. Cuela de repente sus manos por mis braguitas y vuelve a apretar mi trasero. Resoplo en su cuello al notarlo, y comienzo a pasear mis labios por él. Sube sus manos y acaricia mi espalda. Diría que hasta con ternura. Qué mezcla más perfecta.

Me gira de repente y me alza para colocar mi cabeza en la almohada. Se coloca encima de mí, entre mis piernas, acariciándome todo el cuerpo, metiendo su mano rozando mi sujetador por el borde inferior izquierdo. Alza un poco su cabeza y me mira. Nos miramos. Me besa fugazmente, varias veces, sonríe y me hace sonreír. No estoy nada tensa, es más, estoy más relajada que nunca. Sin dejar de mirarme, cuela sus manos por debajo de mi espalda hasta llegar al broche del sujetador. Sonrío pícaramente y lo desabrocha a la primera. Alzo una de mis cejas. Qué rápido lo ha hecho. Con el sujetador desabrochado, todavía cubriendo mis pechos, cuela su mano derecha por el borde inferior y contacta con la zona. Estiro mi cabeza hacia atrás al notar el contacto. Vuelve a faltarme el aire, pero no pienso pararle. Vuelve a mirarme y, sin dejar de hacerlo, baja los tirantes del sujetador y lo arrastra hacia abajo, dejando mis pechos al descubierto. Los mira y hace un gesto sutil, sacando como los dientes. Como si me quisiera morder. Le miro y, de repente, no soporto que vaya con tanta ropa. Le quito su chaqueta de chandal con bastante prisa. Me ayuda a quitársela casi riéndose. Comienzo a desabrochar su camisa mientras me mira a la cara y luego a mis pechos, ya al descubierto. Le quito la camisa y paso mis manos por su torso. Casi depilado, con algo de pelo en el centro del pecho. Paso mis manos por su espalda. Dura, con los músculos marcados. Me mira sonriente, pero la sonrisa le dura poco. Vuelve a poner esa cara cuando dirige su mirada a mi cuerpo. Vuelve a tumbarse casi por completo encima de mí y comienza a besarme en el cuello. Sube hasta mi oreja y lame brevemente el lóbulo de mi oreja izquierda.

-Me encantas… - susurra pegado a mi oído –

Por si faltaba algo para ponerme más cachonda, acaba de hacerlo. Joder. Entre esto y la forma de tocarme, me está matando. Le encanto. Mi autoestima estaba por el suelo, mis inseguridades en todo lo alto. Y está haciendo que todo se nivele. Le encanto, me repito en mi cabeza. Y él me encanta a mí. No puedo evitar gemir cuando noto su boca pasearse por mi pecho izquierdo. Sin ningún tipo de reparo. Su lengua se pasea curiosa y libre, haciendo que se me escapen gemidos sin control. Ya he perdido el control, y me da igual. Hace lo mismo con mi pecho derecho, paseando su lengua y alzando la mirada, contactando con la mía. Todavía más cachonda. No sabía que podía ponerme tan así. Me agarra las manos de repente, mientras sigue besándome el pecho, y las alza hacia arriba, haciendo la fuerza justa contra el colchón. Me deja a cuadros, qué morbazo me acaba de dar. Se mantiene así durante unos segundos hasta que las suelta. Me agarro a su espalda y a su cabeza, que sigue paseándose por mis pechos.

Repta por mi cuerpo hacia abajo y comienzo a respirar acelerada. Se dirige peligrosamente a mis braguitas. Una de sus manos tira hacia abajo para quitármelas. Alzo las caderas para dejar que lo haga. No sé donde han acabado, solo sé que ya no están. No me mira, solo vuelve a agacharse hacia mi ombligo y sigue bajando. No puede ser. No va a hacer lo que pienso. Acaricia mis muslos, primero por fuera y luego por dentro, haciendo que se me erice la piel. Los separa suavemente. Me hace sentirme desnuda por completo, aunque ya lo estaba. Alza su mirada y le miro expectante. No sé con qué gesto le estoy mirando exactamente, pero sonríe levemente justo antes de hacerlo. Se acomoda un poco más, y comienza a pasear su boca por la zona. Suelto un gemido importante al notarlo. No puede ser. Me tapo la cara con las manos al escuchar cómo estoy gimiendo, y apenas ha empezado. Me agarro a las sábanas, intentando sosegarme, pero es imposible. Arqueo mi espalda cada vez que noto que su lengua sale de su boca. Con sus manos, mantiene mis piernas abiertas. No hace fuerza, es muy sutil, pero me pone. Me pone mucho lo que está haciendo. No me lo esperaba.

Su lengua se va moviendo despacio, haciendo círculos, matándome lentamente. Mis gemidos van en aumento y vuelvo a taparme la cara. Me da una vergüenza tremenda escucharme así, y, al mismo tiempo, me pone mucho. Es muy raro. No sé lo que estará pensando él, pero, por como mueve su lengua, supongo que le gusta. La va moviendo cada vez más rápido, poco a poco, poniéndome cada vez más al límite. Dirijo mis manos a su pelo y tiro un poco de él, no hacia arriba, sino hacia mí. Necesito más contacto. Necesito que sea un poco más rápido. Como si me entendiera y hubiera telepatía entre nosotros, intensifica los movimientos, aprieta mis muslos despacio, ahora por fuera, llegando a mi trasero y apretando hacia él. Me estoy muriendo de placer, poco más me hace falta. Solo que no pare. Que no pare ahora. Lo noto venir, mis gemidos van en aumento y eso creo que le hace entender que vaya más deprisa. Es inevitable, no puedo más. La electricidad sale de mi pelvis y se distribuye por todo mi cuerpo hasta llegar a mi boca y hacerme soltar un sonoro gemido. Sigue moviendo su lengua, no se detiene, alargando todavía más el orgasmo, hasta que necesito que pare. Aparto un poco su cabeza y se detiene, mirándome. No puedo mirarle ahora mismo, todavía me estoy retorciendo. Todavía noto la electricidad por la espalda y mi pelvis. Respiro tan acelerada que creo que me estoy mareando. Abro los ojos y le veo mirarme, desde la misma posición. Sonríe de lado y sube de un movimiento hasta mi cara. Me mira y le miro, recuperando la respiración normal. Acaricio su rostro, su mejilla, y sonríe. No pregunta nada, no dice nada, supongo que sabe que me he corrido. Tampoco es un secreto por los gemidos que he soltado.

Agarro su cara y le beso con muchas ganas. Con muchísimas ganas. Quiero desnudarle. Quiero verle desnudo ahora mismo. Le empujo para que se siente y alza una de sus cejas cuando nota que mi mano se dirige a su pantalón. Acaricio su entrepierna sin quitarle nada y respiro hondo. Resoplo bajando su cremallera y notando cómo está. Me ayuda a quitarle los vaqueros y le observo. Lleva unos boxers negros. Se marca todo perfectamente. Acabo de ponerme todavía más cachonda. Qué proporcionado está joder. Ese pensamiento se afianza cuando le bajo la prenda que le queda. Durante unos segundos, me quedo observando la parte de su cuerpo que acabo de descubrir. Joder. Resoplo al mirarle a la cara. Sonríe algo avergonzado y no puedo más. Mi boca va directa a donde hace unos segundos no podía parar de mirar. Abro la boca lentamente y le escucho. Un gemido de placer que me hace sentirme todavía más cachonda. Madre mía, qué estoy haciendo. Lo pienso durante un segundo pero lo aparto de mi cabeza. Me estoy dejando llevar, no hay más. Tras unos segundos, noto como agarra mi barbilla y me hace levantarme hasta llegar a su boca. Me besa. Me besa sin parar, pasando su mano por mi entrepierna, rozándola, masajeando la zona. Me estoy deshaciendo. No puedo parar de gemir. Me tumba boca arriba y se pone encima. Noto como su entrepierna roza la mía y le miro instantáneamente. Parece entenderme porque se levanta y, al momento, veo como ha sacado una caja de la maleta y ya no hay peligro de liarla.

-Me lees la mente verdad? – digo mientras veo como se acerca a mí, gateando por la cama, despacio, con la protección ya puesta –

-Si… - me dice seguro – sé lo que piensas ahora mismo… - se pone encima de mí –

-Ah si? – pregunto acariciando su espalda –

Sin decir nada, se introduce poco a poco dentro de mí. Me mira hasta que cierra los ojos y gime levemente. Comienza a mover sus caderas de forma lenta. Me agarro a su espalda y comienzo a dejar salir de nuevo los gemidos.

-He acertado? – pregunta pegado a mi oído –

-Totalmente… - respondo mezclándolo con gemidos –

Resoplo al notar como, sin dejar de moverse, coge la sábana y nos la echa un poco por encima. Cómo sabe que me estaba dando un poco de frío? Río levemente y me mira, se ríe un instante y pega su frente a la mía, sin dejar de mover las caderas. Lento. Muy lento. Me encanta. Agarra de nuevo mis manos y vuelve a subirlas hacia arriba. Nos besamos en esa posición, abro la boca  y dejo salir mi lengua para que contacte todo lo que pueda con la suya. Suelta mis manos y me aferro de nuevo a su espalda. Su rostro se coloca entre mi cuello y mi hombro derecho. Le oigo respirar, suspirar, hasta gemir despacio. Me encanta escucharle así. Sus manos se colocan en mis costados. Los acaricia sin parar de mover sus caderas, todavía a un ritmo lento.

Quiero tomar el control, aunque me encanta estar así, pero me apetece ponerme encima. Sin vergüenza ninguna, le aparto y le indico que se ponga boca arriba. Me siento a horcajadas sobre él y, ahora si, suelta un gemido profundo. Entreabro mi boca para dejar salir gemidos mientras me muevo encima de él. Le veo cerrar los ojos y luego dirigir su mirada hacia mi cuerpo. Parece que mis pechos le han gustado porque se incorpora y, sin decir nada, comienza a besarlos de nuevo. Arqueo mi espalda hacia atrás, sin dejar de moverme encima. Con sus manos, me aparta el pelo y lo acaricia. Le miro automáticamente al ver como lo toca. Lo toca con suavidad, como deslizando sus dedos por cada mechón. No me está mirando, está mirando mi pelo entre sus dedos. Cuando nota que le estoy mirando, me sonríe. Joder, han sido unos segundos pero he notado una punzada en el estómago que no ha sido dolorosa, sino todo lo contrario.

Sus manos dejan de tocar mi pelo y vuelven a dirigirse a mis pechos. Los manosea, los acaricia, sin apretar, justo como debe hacerlo. Vuelve a llevárselos a la boca y me abraza por la espalda. Vuelve a girarme en la cama y se pone de nuevo encima. Vuelve a acariciarme el costado y vuelve a introducirse dentro de mí. Su cara se vuelve a posar en mi hombro, justo después de haberme escuchado soltar un gemido. Le escucho resoplar.

-Tú sabes lo loco que me vuelves? – dice pegado a mi oído –

-Hugo… - gimo al escuchar la frase –

El ritmo ya no es el mismo. Ha acelerado, ahora es más rápido, constante. Desacelera a veces, y vuelve a acelerar después. Se incorpora un poco y agarra mi pierna derecha, subiéndola un poco. Gimo más fuerte. Ahí noto más contacto, ahí noto mucho más. El ritmo aumenta, y mis pulsaciones también. Y mi sensación de que, otra vez, voy a correrme, vuelve a aparecer.

-No pares… - le susurro entre gemidos –

Resopla mirándome y acelera el ritmo. Dios, que no pare por favor. No, no lo hace. Me mira, me mira casi sin pestañear, con cara incluso lasciva, apretando sus dientes contra su labio inferior. No puedo más. Vuelve. Vuelve a desatarse una locura que sale de mi pelvis y me estremece. El orgasmo vuelve a durar varios segundos, o eso creo. No para de moverse a ese ritmo, no puedo mantenerlo.

-Hugo… - le pongo la mano en el pecho –

-Joder… - para a regañadientes – no podía parar… - dice con voz ronca –

-Solo un momento… - le suplico y se detiene – que me matas… - digo mirándole –

-Has llegado? – pregunta respirando entrecortado –

Asiento sonriendo levemente y resopla. Sonríe también. Sé que él no ha llegado. Lo sé. Pero si no paraba, me mataba. Demasiado placer. Necesitaba unos segundos para recuperarme. Suelta mi pierna y se pone de nuevo casi tumbado encima de mí. Me mira como pidiéndome permiso y asiento mordiéndome el labio.

-Cómo puedes ponerme tanto? – susurra pegado a mi oído, poniendo su cabeza entre mi cuello y mi hombro –

Está que se muere. Le pongo. Le pongo mucho. Apoya su brazo izquierdo justo al lado de mi cabeza, en la almohada, y comienza a besarme como con rabia. Dios, no me puedo creer que me vaya a pasar otra vez. Siento que puede pasar. Vuelve a poner su cabeza pegada a mi rostro. Su aliento, su forma de respirar, entra por mi oído izquierdo. Sus caderas se mueven rápido. Mucho. Gimo sin parar, no puedo parar de hacerlo. Cruza sus brazos por mi espalda, como abrazándome, y hago lo mismo con él. Me abrazo a su espalda. El ritmo es tan frenético que pienso que voy a correrme otra vez, pero se adelanta. Le oigo. Le oigo y siento como el ritmo frenético se transforma durante unos segundos en unas embestidas más suaves. Le escucho gemir, no ha levantado su cabeza de mi cuello. Acaricio su pelo justo después y noto como deja caer su peso parcialmente sobre mí.

Madre mía, me ha dejado cachonda perdida. Casi llego de nuevo. No puedo evitar mover levemente las caderas al notar que sale de mí y, entonces, alza su cabeza y me mira. No dice nada, solo dirige su mano derecha a mi entrepierna, y comienza a masajearla.

-Qué haces? – pregunto entre gemidos –

-Terminar – dice mirándome – ni loco te dejo a medias…

Su voz ronca vuelve a ponerme todavía más cachonda. De donde ha salido este tío? Me lee la mente por completo. Quién hace esto? Por ahora, nadie lo había hecho. Mueve su mano a la velocidad perfecta. No sé cómo lo hace, pero lo hace. Me mira, no aparta la mirada de mi, hasta que baja la cabeza y comienza a besar de nuevo mis pechos. No puedo más.

-Un poco más… - le suplico –

Me entiende. Mueve su mano más rápido. Justo así. De nuevo, esas corrientes de placer se distribuyen por todo mi cuerpo. Cómo lo ha hecho? Si no le he dicho cómo, ni cuánto apenas. Estaba más que satisfecha, joder. Pero ha querido hacerlo otra vez. Ha querido que me pasara de nuevo. Nunca había echado un polvo como este. Qué polvazo dios mio. Cuando nota que he terminado, deja caer su cabeza sobre mi pecho. Respira todavía acelerado. Pasa su brazo derecho por encima de mi y me abraza. Con mi mano derecha, acaricio su espalda y noto como se estremece levemente.

-Se me va a despegar la piel si sigues haciendo eso… - dice enseñándome su brazo, con la carne de gallina –

-Jajaja – río levemente –

-Joder Malú… - resopla y alza su mirada – me encantas joder… - baja la cabeza de nuevo y apoya su frente en mi pecho –

-Pfff… - resoplo poniendo una mano en mi frente – qué polvazo…

Alza su mirada de nuevo y me mira alzando las cejas, con media sonrisa.

-Qué pasa? – pregunto mirándole – increíble… - digo dejando salir todo lo que siento –

-Buah… - se recuesta un poco más y comienzo a acariciar su pelo – esto no es muy romántico pero te lo tengo que decir… - le miro y alza un poco la mirada – eres una puta máquina…

-Jajajajaja! – estallo en una carcajada – yo??? – pregunto incrédula –

-Si… - dice mirándome – en mi puta vida me habían puesto así… - dice de forma natural, resoplando – cuando te has puesto encima… - resopla otra vez – me ibas a matar…

-Ay calla – digo muriéndome de la vergüenza – y tú? – me mira alzando una de sus cejas – si casi me matas tú a mí…

Me mira sonriendo y se incorpora un poco más hasta darme un beso en los labios. Vuelve a abrazarse a mí, apoyando su cabeza casi en mi hombro. Me siento rara. Rara y bien a la vez.

2 comentarios:

  1. maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

    ResponderEliminar