jueves, 14 de febrero de 2019

CAPÍTULO 19: LA MAREA

Acojonado es poco. No sé dónde me estoy metiendo, pero no dudo en hacerlo. Estoy seguro de esto. Quiero conocerla. Quiero cenar con ella. Y hoy en la playa no la he besado porque… no sé por qué… no sé si ella quiere. No sé lo que quiere, pero, si no quisiera cenar conmigo, me lo hubiera dicho. No sé qué va a pasar, pero salgo del hotel con una sensación de nervios e ilusión entremezclada que me hace estar como feliz. Llego en 2 minutos a su casa. Las 9 en punto. No sé si tocar al timbre. Saco mi móvil y entonces caigo de nuevo en la cuenta. No tengo su número. Ni siquiera tengo su número todavía. Tengo que tocar al timbre supongo… a regañadientes, lo hago. Me abren de nuevo, sin contestar. Otra vez Lucho se me acerca para que le acaricie. En la puerta de la entrada aparece ella. Tengo que hacer un esfuerzo enorme por cerrar la boca. Se ha puesto un vestido negro, largo, pero estilo playero. Arreglada pero informal. Con un escote de pico, de nuevo. Un pequeño bolso cuelga de su hombro. El pelo suelto, ondulado. Se ha maquillado, pero no me da la sensación de haberse maquillado mucho. Está guapa no, lo siguiente. Dejo de acariciar a Lucho tras unos segundos y me incorporo, me pongo de pie. Mis vaqueros oscuros y mi camisa negra, por fuera. La chaqueta en la mano, igual que ella. Hace una temperatura estupenda. Miro sus pies. Esta vez va plana. Me alegro. Creo que la he mirado de arriba abajo.

-He sido puntual – dice acercándose a mi –

-Si… - respondo algo intimidado al notar cómo se acerca –

-Te sientan bien las camisas… - dice mirándome –

-Eh… - sonrío tímido – estás… - alza una ceja mirándome – estás muy guapa.

Me sale del alma. Sonríe primero triunfante y luego el gesto se transforma en ese que me gusta tanto. Esa bajada de mirada con gesto avergonzado.

-Nos vamos? – pregunta mirándome de nuevo y asiento –

Salimos de su casa. Sorprendentemente, ni su madre, ni Vero ni Carlota, ni su padre han aparecido en la puerta, cosa que agradezco porque no sé qué cara hubiera podido poner. Sobre todo si veo a su padre.

-Tengo el coche en el parking del hotel – digo mientras caminamos –

-Está aquí al lado – dice sonriendo – no hay que coger el coche

-Perfecto entonces – digo sonriendo mirándola –

Caminamos apenas sin hablar, salvo alguna conversación banal. Noto que ella parece también nerviosa, como yo. 5 minutos después, me señala un restaurante.

-Ahí es – señala con la cabeza – se come genial, te va a gustar…

-Yo me fio de ti – digo mirándola –

Entramos al restaurante, con decoración oriental pero no excesiva. En seguida un camarero nos da paso a una mesa. Me sorprende, algunas están como protegidas con biombos… como si fueran mesas más… reservadas. Y la nuestra es una de ellas. Nos sentamos y la miro. Sonríe al coger las cartas y me mira.

-No tienes ni idea de qué pedir verdad? – dice mientras abro la carta –

-No – respondo leyendo – es más, diría que no entiendo absolutamente nada de lo que pone…

-Jajajaja – ríe ampliamente – pido yo? – pregunta mirándome –

-Si – respondo cerrando la carta – ya te he dicho que me fío de ti.

Sonríe mirándome fijamente durante unos segundos, para después dirigir su mirada a la carta. Empieza a explicarme qué ingredientes tiene cada plato, pero a veces desconecto y miro sus labios sin querer. Brillan un poco. Tiene un lunar justo abajo del labio inferior. Acabo de descubrir que me encanta. Resoplo sin querer y, entonces me mira.

-No te agobies que lo que pida te va a gustar – dice sin darse cuenta de por qué he resoplado –

-Si si… - digo rápidamente –

Pedimos una botella de vino. No tenemos que conducir, me gusta más la cerveza, pero sé que a ella no. Un vino siempre queda mejor, así que dejo que ella elija, no entiendo mucho de vinos. Al servirlos, coge su copa y me mira, justo antes de que beba.

-No vamos a brindar? – me mira con gesto burlón –

-Ah, claro… - digo retirando la copa de mi boca –

-Por qué brindamos? – pregunta mirándome –

Ahora sí. Ahora si que me voy a soltar.

-Por la gente que se deja llevar – digo mirándola –

Baja la mirada un segundo y sonríe levemente. Vuelve a levantarla y asiente. Nuestras copas se chocan suavemente y, entonces si, bebo un poco de vino. Vaya, está bueno. Normalmente no me gusta que sean muy amargos, pero este es lo justo.

-Está bueno… - digo como sorprendido –

-Ya te dicho que todo lo que pidiera te iba a gustar…

Acaba de poner un tono de voz que no sabía que tenía. Medio susurrado, medio rasgado… y me ha sonado muy sensual. Nos miramos de nuevo un momento, solo unos segundos. No me aparta la mirada, solo me sonríe y vuelve a beber un poco de vino. La noche es larga y yo ya tengo mucho calor.

Ante mi se presentan platos que había visto en fotos pero nunca en vivo y en directo. Pescado crudo. El famoso sushi que llevo años queriendo probar y resulta que lo voy a probar con ella. A quien se lo cuentes, no se lo cree.

-Bueno, te explico – dice cogiendo los palillos – sabes cogerlos?

-No puedo hacer esto con un tenedor? – digo intentando imitarla –

-Pierde toda la gracia… - dice divertida – mira, pones los dedos así… - la miro y la imito – y haces pinza… - me sale y la miro con un gesto chulesco – aprendes rápido… - sonrío –

-Y entonces lo cojo no? – intento coger uno de los trozos, pero me cuesta y se ríe – no te rías coño, que es mi primera vez… - suelto los palillos y bebo un poco de vino - 

-Es verdad! – exclama – es como si fueras virgen…

Me atraganto. Suelto la copa de vino y la escucho reírse. Cojo la servilleta y comienzo a reírme yo también, intentando no toser demasiado. Cuando la miro, está partida de risa, estirada en la silla, con la mano en la boca.

-Eres mala… - digo intentando no reírme –

-Mucho… - dice como si nada, cogiendo un trozo de sushi – venga, que puedes… - me anima –

Yo solo alcanzo a pensar que ha dicho que es muy mala. La madre que me parió, qué calor tengo otra vez.

-Vale, a ver… - cojo otra vez los palillos, intentando concentrarme, esta vez decidido y pensando bien en la técnica – lo tengo – digo agarrando uno de ellos –

-Bien… - me mira – y ahora lo mojas un poco aquí – la miro para asegurarme – es soja… - lo moja y se lo mete entero en la boca, haciendo un gesto de que le encanta. Trago saliva – no lo metas mucho que sino estará muy salado…

-Los dobles sentidos hoy van a ser la tónica… - digo haciendo que vuelva a reírse – vale… - digo concentrado mojando un poco en ese líquido –

Cuando lo meto en la boca lo mastico y noto que el sabor me gusta. La miro sorprendido y hace un gesto triunfante.

-Joder, qué bueno… - digo asintiendo –

-Lo has hecho muy bien…

Otra vez ese tono. Lo hace a propósito. La acabo de mirar fugazmente y está sonriendo de forma pícara. Me quiere poner nervioso. Ahora solo tengo que pensar como ponerle yo nervioso a ella. Todo lo que se me ocurre no lo puedo hacer en un bar. Suena una palmada en mi cabeza para que mire al sushi. Mi mirada se ha desviado ligeramente a su escote. Me remango la camisa, tengo mucho calor.

-Tienes calor? – pregunta de forma divertida –

-Un poco… - digo sincero pero disimulando – esto verde que es?

-Wasabi… - dice mirándome – pruébalo, está muy bueno…

-Así? – cojo un poco con el palillo – sin nada?

-Si si… - dice convencida – coge un poco más… - la miro y me mira convencida – sino no vas a apreciar bien a qué sabe…

Lo cojo y lo llevo a la boca. A los dos segundos, me arde. La miro y empieza a reírse. A reírse de una manera que creo que se está enterando todo el local. Bebo todo el vino que me queda.

-Te voy a matar… - acierto a decir mientras no para de reírse –

-Tenía que hacerlo… - dice muerta de risa –

-Pica… - digo echándome más vino en la copa – pica joder…

-Jajajajajaja! – ríe echándose para atrás en la silla – si que te fías de mi si… - dice secándose los ojos con la servilleta –

-A partir de ahora menos… - digo notando como se va aplacando el picor – la madre que te parió… - maldigo –

Tras la novatada que me ha hecho, la cena transcurre un poco más tranquila. Ha dejado de ponerme tan nervioso, aunque, si me centro mucho en mirarla, me sigo poniendo taquicárdico. Lo cierto es que me está encantando cenar con ella. Es divertida, es ocurrente… y se puede hablar de cualquier tema con ella. Sigue la conversación, escucha… creo que me está subiendo el vino, porque lo único que pienso ahora mismo es en besarla. Me atrae. Me atrae mucho. Ese pensamiento se instaura en mi mente durante unos segundos, cuando la veo repelar el postre. Me mira y me pilla mirándola. Baja la cabeza algo avergonzada.

-Me encanta la tarta de queso… - dice excusándose –

-No no… - digo agarrando su mano casi sin querer – no te miraba por eso…

Bien, el vino ha hecho su efecto. Oficialmente, estoy contento. No borracho, pero contento. Algo desinhibido diría yo. Controlo menos lo que pienso, lo que digo… y eso no está bien.

-Y por qué me mirabas? – vuelve a preguntar con ese tono que ahora, más que calor, me provoca un vuelvo al corazón –

-Desean algo más?

La voz del camarero interrumpe el momento. No sé qué iba a decirle, seguramente alguna cursilería. Propio de mi, incluso yendo contento.

-No – respondo rápido – la cuenta cuando puedas…

Me mira algo tímida y termina de beber el vino que le quedaba en el vaso. Ha sobrado un poco de la botella. Y menos mal. El camarero trae la cuenta rápidamente, y saco mi cartera, dispuesto a pagar.

-Eh eh – me agarra la mano – ni hablar, invito yo, que ya invitaste tú ayer…

-Si claro… - digo negando – invito yo

-Hugo – me mira seria – es muy antiguo eso de que el hombre invite a la mujer… además de un pelín machista…

La miro sorprendido. Machista. Joder, no me considero machista. Me mira como dándose cuenta que me ha podido molestar el comentario.

-No quería invitarte por eso… - digo sin guardar mi cartera –

-Lo siento… - se disculpa – no…

-Tienes razón… - digo sonriendo al ver que se ha puesto un poco seria – es bastante antiguo que el hombre pague… - va a hablar pero le corto – pero yo te quería invitar porque… - me alzo de hombros – porque si – digo riendo –

-O pago yo o a medias – dice segura –

La miro durante unos segundos y suspiro cediendo.

-A medias – sonríe triunfante –

Salimos del restaurante y le sujeto el bolso mientras se pone la chaqueta. La verdad es que hace viento, y, de repente, la temperatura ya no es tan agradable. Bajo las mangas de mi camisa y me pongo la chaqueta también, comenzando a caminar sin saber bien donde vamos.

-Oye Hugo… - noto su voz un poco nerviosa – no me pareces un tío machista…

-Malú… - digo sonriendo mirándola –

-Hablo en serio… - dice con tono culpable – es que no me gusta que me inviten…

-Y yo te he dado la razón… - hago que pare de andar –

-Te ha molestado – dice seria –

-Para nada – contesto seguro – tenías razón, en serio… tenemos clichés machistas… - digo convencido – y soy al primero al que le gusta que se lo digan para cambiarlos… - acaricio su brazo de forma cariñosa – quita esa cara anda… - le hago una carantoña en la mejilla y sonríe algo avergonzada –

-Es que… - dice mirándome avergonzada todavía – la he cagado un poco después de haberlo pasado tan bien…

-Pero qué dices? – digo riéndome – qué dramática eres…

No puedo evitar darle un abrazo que creo que le sorprende.

-Quieres que te acompañe a casa? – pregunto comedido haciendo que me mire, deshaciendo el abrazo –

-A casa? – me pregunta un tanto sorprendida – es… - se mira la muñeca – es pronto no?

-Si… - respondo sonriendo – quieres tomar algo?

Mira hacia abajo y hace un gesto en la cara como de querer y no poder. Entiendo por qué. No quiere ir a un bar y que le hagan fotos supongo.

-Te da cosa ir a un bar no? – pregunto mientras caminamos –

-Hace tanto tiempo que no lo hago… - dice pensativa – tú quieres? – me mira –

-Yo hago lo que tu quieras…

Bien, la frase ha sonado tan bien que se ha puesto nerviosa. Al menos le he devuelto alguna de todas las que me ha lanzado esta noche.

-Vamos a uno que conozco? – pregunta mirándome y asiento sonriente –

Entramos al bar. No es muy grande. Detecto que hay gente que se queda mirando un segundo. Se da la vuelta y me mira.

-Terraza? – pregunto rápidamente y asiente aliviada – tranquila… - la dejo pasar delante de mí y la agarro de los hombros para que no se tense –

En la terraza hay menos gente y hay mesas libres, una de ellas más alejada. Hace algo de viento y ha comenzado a hacer frío. Con la noche como se está poniendo, casi todo el mundo está dentro. Nada más sentarnos, se enciende un cigarro.

-Si estás incómoda podemos irnos Malú… - digo sabiendo que se ha puesto tensa al entrar al bar –

-No no… - dice mirándome – ahora ya no… - sonríe –

-Hola Malú – el camarero aparece, parece que le conoce – cuanto tiempo sin verte – le da dos besos – qué tal el pie?

-Bien… - responde de forma amable mientras el camarero me mira a mi y a ella alternativamente –

-Me alegro… - dice sonriente – qué queréis tomar?

-Un gintonic – contesto de forma rápida –

-Yo otro… - responde ella –

-Marchando…

Cuando se va, Malú da una calada honda a su cigarro. Sigue tensa.

-Eh… - toco su mano y hago que me mire – podemos irnos cuando quieras… - digo intentando que se sienta mejor – te acompaño a casa cuando me digas…

-Estoy bien… - aprieta mi mano agradecida – cómo sabías que quería salir de ahí? – refiriéndose a cuando hemos entrado –

-No te conozco mucho pero empiezo a conocer tus gestos… - digo sonriendo – y tenías gesto de querer huir… - baja la cabeza avergonzada – podemos irnos cuando quieras, de verdad…

-Joder… - susurra un poco frustrada y suspira – gracias… - dice mirándome –

-De nada – sonrío mirándola fijamente –

El camarero aparece con los dos gintonics y comenzamos una conversación amena, hasta que noto que, de nuevo, se tensa. Escucho como voces de chicas detrás de mi y me giro. Se acercan. Son dos.

-Hola! – exclaman al verla y veo como se ponen a dar pequeños saltitos – es Malú! – exclaman en voz baja mirándose - nos podríamos hacer una foto contigo?

La miro y cambia el gesto rápidamente poniendo una amplia sonrisa.

-Claro – responde amable –

-Tía! – se dicen la una a la otra mientras Malú se levanta – eres genial, en serio… - sonrío mirándola – nos podrías hacer la foto? – me dice una de ellas dándome el móvil –

-Claro… - respondo enfocando y sacando varias fotos – he hecho varias

-Gracias… - la chica coge su móvil casi sin mirarme – como tienes el pie? Cuando vuelves? – preguntan algo nerviosas –

-Pronto… - responde con gesto tierno –

-Jo tía mira – la del móvil le enseña las fotos a la otra – mil gracias, en serio…

-De nada corazón… - dice de forma muy amable, tanto que hasta me hace sonreir ampliamente –

-Tú eres famoso? – me pregunta una de ellas –

-Yo? – río – no – niego – lo siento… - digo sonriendo -

-Ah… - me mira un segundo la chica para, acto seguido, volver a mirar su móvil – gracias Malú, en serio, eres lo más…

Le dan dos besos cada una sin pedirle permiso y eso me hace sentirme un poco… apurado por ella.

-Venga… - dice Malú sonriendo – pasadlo bien… - dice intentando que se vayan, y lo consigue –

-Buah… - exclaman – es que eres lo más jefa… - dicen yéndose – mil gracias… - Malú todavía sonríe – es majísima tía… - escucho que dicen mientras se marchan de la terraza –

Ahora las pocas personas que habían allí, nos están mirando. Cuando las chicas se alejan, noto como Malú, sin dejar de sonreír, tiene un cierto aire cansado.

-Son un cielo… - dice mirándome –

-Tú si que eres un cielo… - digo sin pensármelo –

Baja la cabeza un tanto ruborizada y mira alrededor, notando como hay gente que la está mirando. Me mira con cara de agobio.

-Eh… - me incorporo un poco – tranquila… - agarro su mano – nos vamos si quieres…

-Lo siento… - niega con la cabeza – no quería que te incomodaran…

-Malú… - digo mirándola serio – a mi no me incomoda que la gente te pida una foto… - me mira fijamente – lo entiendo perfectamente… - me mira un tanto aliviada – pero no quiero que te agobies…

-Es que… - mira alrededor disimuladamente – me pone nerviosa que me estén mirando…

-Pues ya está… - me levanto decidido, aún viendo que las copas están casi enteras – pago y nos vamos vale?

-No – se levanta – pago yo…

-No quieres entrar ahí… - me mira y suspira – así que pago yo, vale? – asiente – salgo enseguida…

Entro rápidamente, no quiero dejarla mucho tiempo sola, sé que está agobiada. Veo por la ventana como mira su móvil y se enciende un cigarro. La pierdo un segundo de vista, justo cuando pago y, al salir, veo que dos personas le están dando dos besos y despidiéndose. Me acerco decidido y pongo mi mano en su espalda.

-Todo bien? – veo como pega un pequeño saltito – eh… - acaricio su espalda – va, no te agobies… - froto más fuerte su espalda – te acompaño a casa…

Me mira agradecida mientras caminamos.

-No me molesta la gente… - dice hablando algo nerviosa – si me quieren un montón, y se preocupan por mí… - sonríe – si lo que me raya es el contexto de estar aquí… - asiento – y… - suspira –

-Que lo entiendo… - digo de forma comprensiva – no te justifiques vale? – paso mi mano por su espalda y la abrazo levemente – me acaba de caer una gota… - miro para arriba extrañado –

De repente, como si aquello fuera el amazonas, empieza a llover. A llover, con el día que hacía esta mañana.

-No corras que te vas a resbalar – digo sin soltarla mientras caminamos rápido –

-Te imaginas? – se ríe – me rompo el otro tobillo…

-Calla… - digo agarrándola bien por si se cae o le falla el pie –

Cuando encaramos la calle de su casa, la lluvia ya cae de forma fuerte.

-Como puede ponerse a llover así de repente? – pregunto al aire –

Malú se para de repente y me hace pararme. La miro interrogante mientras me estoy calando, y ella también. Me mira algo asustada.

-Qué pasa? – me acerco a ella sin entender nada –

-Me estás llevando a casa… - dice con un tono que no consigo descifrar –

-Eh… - me deja descuadrado – claro, si te he dicho que te iba a acompañar… - me acerco más a ella – anda vamos, que te estás calando…

-Es que no quiero ir a casa… - dice de corrido, como si le hubiera costado mucho soltar esa frase – no… - noto como se pone nerviosa y la miro sorprendido – no hemos terminado de tomarnos la copa…

-Pero… - me río – quieres volver? – me mira fijamente y creo que entiendo lo que quiere decir – ah… - de repente, tengo mucho calor – en un sitio que no nos molesten… - sonríe y baja la cabeza avergonzada –

La observo unos segundos. El agua cae por su pelo, gotea por su frente. Está empapada.

-Tengo… - me acerco más a ella – tengo una idea… - me mira – mi… - me pongo nervioso – mi suite… - digo de forma graciosa – tiene una terraza cubierta… - me mira sonriente – y tengo alcohol… - se ríe – quieres?

Nos miramos unos segundos, mientras el agua sigue cayéndonos encima. Por un segundo pienso en besarla. Sería maravilloso, aquí, bajo la lluvia. Quedaría genial para una peli. Sonríe y asiente. Vale, procesa rápido Hugo. Quiere ir a tu hotel a tomarse una copa. Dios mío, ahora sí que tengo calor, aunque esté congelado por la lluvia. 

1 comentario:

  1. maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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