Acojonado es poco. No sé dónde me estoy metiendo, pero no
dudo en hacerlo. Estoy seguro de esto. Quiero conocerla. Quiero cenar con ella.
Y hoy en la playa no la he besado porque… no sé por qué… no sé si ella quiere.
No sé lo que quiere, pero, si no quisiera cenar conmigo, me lo hubiera dicho.
No sé qué va a pasar, pero salgo del hotel con una sensación de nervios e
ilusión entremezclada que me hace estar como feliz. Llego en 2 minutos a su
casa. Las 9 en punto. No sé si tocar al timbre. Saco mi móvil y entonces caigo
de nuevo en la cuenta. No tengo su número. Ni siquiera tengo su número todavía.
Tengo que tocar al timbre supongo… a regañadientes, lo hago. Me abren de nuevo,
sin contestar. Otra vez Lucho se me acerca para que le acaricie. En la puerta
de la entrada aparece ella. Tengo que hacer un esfuerzo enorme por cerrar la
boca. Se ha puesto un vestido negro, largo, pero estilo playero. Arreglada pero
informal. Con un escote de pico, de nuevo. Un pequeño bolso cuelga de su
hombro. El pelo suelto, ondulado. Se ha maquillado, pero no me da la sensación
de haberse maquillado mucho. Está guapa no, lo siguiente. Dejo de acariciar a
Lucho tras unos segundos y me incorporo, me pongo de pie. Mis vaqueros oscuros
y mi camisa negra, por fuera. La chaqueta en la mano, igual que ella. Hace una
temperatura estupenda. Miro sus pies. Esta vez va plana. Me alegro. Creo que la
he mirado de arriba abajo.
-He sido puntual – dice acercándose a mi –
-Si… - respondo algo intimidado al notar cómo se acerca –
-Te sientan bien las camisas… - dice mirándome –
-Eh… - sonrío tímido – estás… - alza una ceja mirándome –
estás muy guapa.
Me sale del alma. Sonríe primero triunfante y luego el gesto
se transforma en ese que me gusta tanto. Esa bajada de mirada con gesto
avergonzado.
-Nos vamos? – pregunta mirándome de nuevo y asiento –
Salimos de su casa. Sorprendentemente, ni su madre, ni Vero
ni Carlota, ni su padre han aparecido en la puerta, cosa que agradezco porque
no sé qué cara hubiera podido poner. Sobre todo si veo a su padre.
-Tengo el coche en el parking del hotel – digo mientras
caminamos –
-Está aquí al lado – dice sonriendo – no hay que coger el
coche
-Perfecto entonces – digo sonriendo mirándola –
Caminamos apenas sin hablar, salvo alguna conversación
banal. Noto que ella parece también nerviosa, como yo. 5 minutos después, me
señala un restaurante.
-Ahí es – señala con la cabeza – se come genial, te va a
gustar…
-Yo me fio de ti – digo mirándola –
Entramos al restaurante, con decoración oriental pero no
excesiva. En seguida un camarero nos da paso a una mesa. Me sorprende, algunas
están como protegidas con biombos… como si fueran mesas más… reservadas. Y la
nuestra es una de ellas. Nos sentamos y la miro. Sonríe al coger las cartas y
me mira.
-No tienes ni idea de qué pedir verdad? – dice mientras abro
la carta –
-No – respondo leyendo – es más, diría que no entiendo
absolutamente nada de lo que pone…
-Jajajaja – ríe ampliamente – pido yo? – pregunta mirándome
–
-Si – respondo cerrando la carta – ya te he dicho que me fío
de ti.
Sonríe mirándome fijamente durante unos segundos, para
después dirigir su mirada a la carta. Empieza a explicarme qué ingredientes
tiene cada plato, pero a veces desconecto y miro sus labios sin querer. Brillan
un poco. Tiene un lunar justo abajo del labio inferior. Acabo de descubrir que
me encanta. Resoplo sin querer y, entonces me mira.
-No te agobies que lo que pida te va a gustar – dice sin
darse cuenta de por qué he resoplado –
-Si si… - digo rápidamente –
Pedimos una botella de vino. No tenemos que conducir, me
gusta más la cerveza, pero sé que a ella no. Un vino siempre queda mejor, así
que dejo que ella elija, no entiendo mucho de vinos. Al servirlos, coge su copa
y me mira, justo antes de que beba.
-No vamos a brindar? – me mira con gesto burlón –
-Ah, claro… - digo retirando la copa de mi boca –
-Por qué brindamos? – pregunta mirándome –
Ahora sí. Ahora si que me voy a soltar.
-Por la gente que se deja llevar – digo mirándola –
Baja la mirada un segundo y sonríe levemente. Vuelve a
levantarla y asiente. Nuestras copas se chocan suavemente y, entonces si, bebo
un poco de vino. Vaya, está bueno. Normalmente no me gusta que sean muy
amargos, pero este es lo justo.
-Está bueno… - digo como sorprendido –
-Ya te dicho que todo lo que pidiera te iba a gustar…
Acaba de poner un tono de voz que no sabía que tenía. Medio
susurrado, medio rasgado… y me ha sonado muy sensual. Nos miramos de nuevo un
momento, solo unos segundos. No me aparta la mirada, solo me sonríe y vuelve a
beber un poco de vino. La noche es larga y yo ya tengo mucho calor.
Ante mi se presentan platos que había visto en fotos pero nunca
en vivo y en directo. Pescado crudo. El famoso sushi que llevo años queriendo
probar y resulta que lo voy a probar con ella. A quien se lo cuentes, no se lo
cree.
-Bueno, te explico – dice cogiendo los palillos – sabes
cogerlos?
-No puedo hacer esto con un tenedor? – digo intentando
imitarla –
-Pierde toda la gracia… - dice divertida – mira, pones los
dedos así… - la miro y la imito – y haces pinza… - me sale y la miro con un
gesto chulesco – aprendes rápido… - sonrío –
-Y entonces lo cojo no? – intento coger uno de los trozos,
pero me cuesta y se ríe – no te rías coño, que es mi primera vez… - suelto los
palillos y bebo un poco de vino -
-Es verdad! – exclama – es como si fueras virgen…
Me atraganto. Suelto la copa de vino y la escucho reírse.
Cojo la servilleta y comienzo a reírme yo también, intentando no toser
demasiado. Cuando la miro, está partida de risa, estirada en la silla, con la
mano en la boca.
-Eres mala… - digo intentando no reírme –
-Mucho… - dice como si nada, cogiendo un trozo de sushi –
venga, que puedes… - me anima –
Yo solo alcanzo a pensar que ha dicho que es muy mala. La
madre que me parió, qué calor tengo otra vez.
-Vale, a ver… - cojo otra vez los palillos, intentando
concentrarme, esta vez decidido y pensando bien en la técnica – lo tengo – digo
agarrando uno de ellos –
-Bien… - me mira – y ahora lo mojas un poco aquí – la miro
para asegurarme – es soja… - lo moja y se lo mete entero en la boca, haciendo
un gesto de que le encanta. Trago saliva – no lo metas mucho que sino estará
muy salado…
-Los dobles sentidos hoy van a ser la tónica… - digo
haciendo que vuelva a reírse – vale… - digo concentrado mojando un poco en ese
líquido –
Cuando lo meto en la boca lo mastico y noto que el sabor me gusta.
La miro sorprendido y hace un gesto triunfante.
-Joder, qué bueno… - digo asintiendo –
-Lo has hecho muy bien…
Otra vez ese tono. Lo hace a propósito. La acabo de mirar
fugazmente y está sonriendo de forma pícara. Me quiere poner nervioso. Ahora solo
tengo que pensar como ponerle yo nervioso a ella. Todo lo que se me ocurre no
lo puedo hacer en un bar. Suena una palmada en mi cabeza para que mire al
sushi. Mi mirada se ha desviado ligeramente a su escote. Me remango la camisa,
tengo mucho calor.
-Tienes calor? – pregunta de forma divertida –
-Un poco… - digo sincero pero disimulando – esto verde que
es?
-Wasabi… - dice mirándome – pruébalo, está muy bueno…
-Así? – cojo un poco con el palillo – sin nada?
-Si si… - dice convencida – coge un poco más… - la miro y me
mira convencida – sino no vas a apreciar bien a qué sabe…
Lo cojo y lo llevo a la boca. A los dos segundos, me arde.
La miro y empieza a reírse. A reírse de una manera que creo que se está
enterando todo el local. Bebo todo el vino que me queda.
-Te voy a matar… - acierto a decir mientras no para de
reírse –
-Tenía que hacerlo… - dice muerta de risa –
-Pica… - digo echándome más vino en la copa – pica joder…
-Jajajajajaja! – ríe echándose para atrás en la silla – si
que te fías de mi si… - dice secándose los ojos con la servilleta –
-A partir de ahora menos… - digo notando como se va
aplacando el picor – la madre que te parió… - maldigo –
Tras la novatada que me ha hecho, la cena transcurre un poco
más tranquila. Ha dejado de ponerme tan nervioso, aunque, si me centro mucho en
mirarla, me sigo poniendo taquicárdico. Lo cierto es que me está encantando
cenar con ella. Es divertida, es ocurrente… y se puede hablar de cualquier tema
con ella. Sigue la conversación, escucha… creo que me está subiendo el vino,
porque lo único que pienso ahora mismo es en besarla. Me atrae. Me atrae mucho.
Ese pensamiento se instaura en mi mente durante unos segundos, cuando la veo
repelar el postre. Me mira y me pilla mirándola. Baja la cabeza algo avergonzada.
-Me encanta la tarta de queso… - dice excusándose –
-No no… - digo agarrando su mano casi sin querer – no te
miraba por eso…
Bien, el vino ha hecho su efecto. Oficialmente, estoy
contento. No borracho, pero contento. Algo desinhibido diría yo. Controlo menos
lo que pienso, lo que digo… y eso no está bien.
-Y por qué me mirabas? – vuelve a preguntar con ese tono que
ahora, más que calor, me provoca un vuelvo al corazón –
-Desean algo más?
La voz del camarero interrumpe el momento. No sé qué iba a
decirle, seguramente alguna cursilería. Propio de mi, incluso yendo contento.
-No – respondo rápido – la cuenta cuando puedas…
Me mira algo tímida y termina de beber el vino que le
quedaba en el vaso. Ha sobrado un poco de la botella. Y menos mal. El camarero
trae la cuenta rápidamente, y saco mi cartera, dispuesto a pagar.
-Eh eh – me agarra la mano – ni hablar, invito yo, que ya
invitaste tú ayer…
-Si claro… - digo negando – invito yo
-Hugo – me mira seria – es muy antiguo eso de que el hombre
invite a la mujer… además de un pelín machista…
La miro sorprendido. Machista. Joder, no me considero
machista. Me mira como dándose cuenta que me ha podido molestar el comentario.
-No quería invitarte por eso… - digo sin guardar mi cartera
–
-Lo siento… - se disculpa – no…
-Tienes razón… - digo sonriendo al ver que se ha puesto un
poco seria – es bastante antiguo que el hombre pague… - va a hablar pero le
corto – pero yo te quería invitar porque… - me alzo de hombros – porque si –
digo riendo –
-O pago yo o a medias – dice segura –
La miro durante unos segundos y suspiro cediendo.
-A medias – sonríe triunfante –
Salimos del restaurante y le sujeto el bolso mientras se
pone la chaqueta. La verdad es que hace viento, y, de repente, la temperatura
ya no es tan agradable. Bajo las mangas de mi camisa y me pongo la chaqueta
también, comenzando a caminar sin saber bien donde vamos.
-Oye Hugo… - noto su voz un poco nerviosa – no me pareces un
tío machista…
-Malú… - digo sonriendo mirándola –
-Hablo en serio… - dice con tono culpable – es que no me
gusta que me inviten…
-Y yo te he dado la razón… - hago que pare de andar –
-Te ha molestado – dice seria –
-Para nada – contesto seguro – tenías razón, en serio…
tenemos clichés machistas… - digo convencido – y soy al primero al que le gusta
que se lo digan para cambiarlos… - acaricio su brazo de forma cariñosa – quita
esa cara anda… - le hago una carantoña en la mejilla y sonríe algo avergonzada
–
-Es que… - dice mirándome avergonzada todavía – la he cagado
un poco después de haberlo pasado tan bien…
-Pero qué dices? – digo riéndome – qué dramática eres…
No puedo evitar darle un abrazo que creo que le sorprende.
-Quieres que te acompañe a casa? – pregunto comedido
haciendo que me mire, deshaciendo el abrazo –
-A casa? – me pregunta un tanto sorprendida – es… - se mira
la muñeca – es pronto no?
-Si… - respondo sonriendo – quieres tomar algo?
Mira hacia abajo y hace un gesto en la cara como de querer y
no poder. Entiendo por qué. No quiere ir a un bar y que le hagan fotos supongo.
-Te da cosa ir a un bar no? – pregunto mientras caminamos –
-Hace tanto tiempo que no lo hago… - dice pensativa – tú
quieres? – me mira –
-Yo hago lo que tu quieras…
Bien, la frase ha sonado tan bien que se ha puesto nerviosa.
Al menos le he devuelto alguna de todas las que me ha lanzado esta noche.
-Vamos a uno que conozco? – pregunta mirándome y asiento
sonriente –
Entramos al bar. No es muy grande. Detecto que hay gente que
se queda mirando un segundo. Se da la vuelta y me mira.
-Terraza? – pregunto rápidamente y asiente aliviada –
tranquila… - la dejo pasar delante de mí y la agarro de los hombros para que no
se tense –
En la terraza hay menos gente y hay mesas libres, una de
ellas más alejada. Hace algo de viento y ha comenzado a hacer frío. Con la
noche como se está poniendo, casi todo el mundo está dentro. Nada más
sentarnos, se enciende un cigarro.
-Si estás incómoda podemos irnos Malú… - digo sabiendo que
se ha puesto tensa al entrar al bar –
-No no… - dice mirándome – ahora ya no… - sonríe –
-Hola Malú – el camarero aparece, parece que le conoce –
cuanto tiempo sin verte – le da dos besos – qué tal el pie?
-Bien… - responde de forma amable mientras el camarero me
mira a mi y a ella alternativamente –
-Me alegro… - dice sonriente – qué queréis tomar?
-Un gintonic – contesto de forma rápida –
-Yo otro… - responde ella –
-Marchando…
Cuando se va, Malú da una calada honda a su cigarro. Sigue
tensa.
-Eh… - toco su mano y hago que me mire – podemos irnos
cuando quieras… - digo intentando que se sienta mejor – te acompaño a casa
cuando me digas…
-Estoy bien… - aprieta mi mano agradecida – cómo sabías que
quería salir de ahí? – refiriéndose a cuando hemos entrado –
-No te conozco mucho pero empiezo a conocer tus gestos… -
digo sonriendo – y tenías gesto de querer huir… - baja la cabeza avergonzada –
podemos irnos cuando quieras, de verdad…
-Joder… - susurra un poco frustrada y suspira – gracias… -
dice mirándome –
-De nada – sonrío mirándola fijamente –
El camarero aparece con los dos gintonics y comenzamos una
conversación amena, hasta que noto que, de nuevo, se tensa. Escucho como voces
de chicas detrás de mi y me giro. Se acercan. Son dos.
-Hola! – exclaman al verla y veo como se ponen a dar
pequeños saltitos – es Malú! – exclaman en voz baja mirándose - nos podríamos
hacer una foto contigo?
La miro y cambia el gesto rápidamente poniendo una amplia
sonrisa.
-Claro – responde amable –
-Tía! – se dicen la una a la otra mientras Malú se levanta –
eres genial, en serio… - sonrío mirándola – nos podrías hacer la foto? – me
dice una de ellas dándome el móvil –
-Claro… - respondo enfocando y sacando varias fotos – he
hecho varias
-Gracias… - la chica coge su móvil casi sin mirarme – como
tienes el pie? Cuando vuelves? – preguntan algo nerviosas –
-Pronto… - responde con gesto tierno –
-Jo tía mira – la del móvil le enseña las fotos a la otra –
mil gracias, en serio…
-De nada corazón… - dice de forma muy amable, tanto que
hasta me hace sonreir ampliamente –
-Tú eres famoso? – me pregunta una de ellas –
-Yo? – río – no – niego – lo siento… - digo sonriendo -
-Ah… - me mira un segundo la chica para, acto seguido,
volver a mirar su móvil – gracias Malú, en serio, eres lo más…
Le dan dos besos cada una sin pedirle permiso y eso me hace
sentirme un poco… apurado por ella.
-Venga… - dice Malú sonriendo – pasadlo bien… - dice
intentando que se vayan, y lo consigue –
-Buah… - exclaman – es que eres lo más jefa… - dicen yéndose
– mil gracias… - Malú todavía sonríe – es majísima tía… - escucho que dicen
mientras se marchan de la terraza –
Ahora las pocas personas que habían allí, nos están mirando.
Cuando las chicas se alejan, noto como Malú, sin dejar de sonreír, tiene un
cierto aire cansado.
-Son un cielo… - dice mirándome –
-Tú si que eres un cielo… - digo sin pensármelo –
Baja la cabeza un tanto ruborizada y mira alrededor, notando
como hay gente que la está mirando. Me mira con cara de agobio.
-Eh… - me incorporo un poco – tranquila… - agarro su mano –
nos vamos si quieres…
-Lo siento… - niega con la cabeza – no quería que te
incomodaran…
-Malú… - digo mirándola serio – a mi no me incomoda que la
gente te pida una foto… - me mira fijamente – lo entiendo perfectamente… - me
mira un tanto aliviada – pero no quiero que te agobies…
-Es que… - mira alrededor disimuladamente – me pone nerviosa
que me estén mirando…
-Pues ya está… - me levanto decidido, aún viendo que las
copas están casi enteras – pago y nos vamos vale?
-No – se levanta – pago yo…
-No quieres entrar ahí… - me mira y suspira – así que pago
yo, vale? – asiente – salgo enseguida…
Entro rápidamente, no quiero dejarla mucho tiempo sola, sé
que está agobiada. Veo por la ventana como mira su móvil y se enciende un
cigarro. La pierdo un segundo de vista, justo cuando pago y, al salir, veo que
dos personas le están dando dos besos y despidiéndose. Me acerco decidido y
pongo mi mano en su espalda.
-Todo bien? – veo como pega un pequeño saltito – eh… -
acaricio su espalda – va, no te agobies… - froto más fuerte su espalda – te
acompaño a casa…
Me mira agradecida mientras caminamos.
-No me molesta la gente… - dice hablando algo nerviosa – si
me quieren un montón, y se preocupan por mí… - sonríe – si lo que me raya es el
contexto de estar aquí… - asiento – y… - suspira –
-Que lo entiendo… - digo de forma comprensiva – no te
justifiques vale? – paso mi mano por su espalda y la abrazo levemente – me
acaba de caer una gota… - miro para arriba extrañado –
De repente, como si aquello fuera el amazonas, empieza a
llover. A llover, con el día que hacía esta mañana.
-No corras que te vas a resbalar – digo sin soltarla
mientras caminamos rápido –
-Te imaginas? – se ríe – me rompo el otro tobillo…
-Calla… - digo agarrándola bien por si se cae o le falla el
pie –
Cuando encaramos la calle de su casa, la lluvia ya cae de
forma fuerte.
-Como puede ponerse a llover así de repente? – pregunto al
aire –
Malú se para de repente y me hace pararme. La miro
interrogante mientras me estoy calando, y ella también. Me mira algo asustada.
-Qué pasa? – me acerco a ella sin entender nada –
-Me estás llevando a casa… - dice con un tono que no consigo
descifrar –
-Eh… - me deja descuadrado – claro, si te he dicho que te
iba a acompañar… - me acerco más a ella – anda vamos, que te estás calando…
-Es que no quiero ir a casa… - dice de corrido, como si le
hubiera costado mucho soltar esa frase – no… - noto como se pone nerviosa y la
miro sorprendido – no hemos terminado de tomarnos la copa…
-Pero… - me río – quieres volver? – me mira fijamente y creo
que entiendo lo que quiere decir – ah… - de repente, tengo mucho calor – en un
sitio que no nos molesten… - sonríe y baja la cabeza avergonzada –
La observo unos segundos. El agua cae por su pelo, gotea por
su frente. Está empapada.
-Tengo… - me acerco más a ella – tengo una idea… - me mira –
mi… - me pongo nervioso – mi suite… - digo de forma graciosa – tiene una
terraza cubierta… - me mira sonriente – y tengo alcohol… - se ríe – quieres?
Nos miramos unos segundos, mientras el agua sigue cayéndonos encima. Por un segundo pienso en besarla. Sería maravilloso, aquí, bajo la lluvia. Quedaría genial para una peli. Sonríe y asiente. Vale, procesa rápido Hugo. Quiere ir a tu hotel a tomarse una copa. Dios mío, ahora sí que tengo calor, aunque esté congelado por la lluvia.
maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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