miércoles, 13 de febrero de 2019

CAPÍTULO 17: LA HISTORIA INVEROSÍMIL


A las 9. Como un clavo. Plantado en la puerta de su casa. Bueno, en la casa de su padre. Me sudan las manos, no sé por qué. Estoy nervioso, ni siquiera sé si tocar el timbre o no hacerlo. Me vuelve a pasar como a la hora de comer. De repente, el miedo me posee y me hace dudar, pero le venzo. Toco el timbre y, sin contestar, me abren. De nuevo Lucho me mira y se me acerca, totalmente manso. En la puerta de la entrada, Vero me saluda con la mano y Carlota va a abrazarme de forma cariñosa. Que bonita es esta niña. Sonrío y la cojo en brazos un segundo.

-La tata se está arreglando – dice refiriéndose a Malú –

-Hola hijo – escucho a su madre – Malú niña! – grita hacia la casa – que Hugo ya está aquí!

Sonrío ampliamente mientras las dos me miran, todavía con Carlota en brazos.

-Te gusta el marisco? – pregunta su madre mirándome –

-Me encanta el marisco – digo convencido dejando a Carlota en el suelo –

-Entonces hemos acertado con el sitio – sonríe mirándome –

Escucho el sonido de unos pasos acelerados dentro de la casa. Supongo que es Malú.

-Niña pero no corras! – exclama su madre – y con tacones? – exclama y se ha el signo de la cruz –

-Mamá, son tacones bajitos… - dice riéndose – mira – todavía no alcanzo a verla –

Miro atento la puerta y entonces la veo. Unos vaqueros ajustados con una camisa con escote de pico y una chaqueta de color beis. El pelo suelto, bien peinado, ondulado. Los ojos maquillados que hacen todavía más intensa su mirada. Unos botines con escaso tacón completan el vestuario. Lo he analizado al dedillo. Creo que ha sido durante demasiado tiempo porque noto que Vero me mira como aguantándose la risa.

-Hola – acierto a decir –

-Hola – sonríe –

-Qué guapa vas tata! – exclama la niña, diciendo exactamente lo que pienso –

-No voy a comprarte un helado por mucho que me pelotees – dice haciéndole una carantoña –

-Tú también vas muy guapo – dice Carlota dirigiéndose a mí –

-Jajajajaja – ríe Malú – ya ha buscado otra víctima…

No sé si voy guapo o no, pero he elegido una ropa informal de nuevo. Mis vaqueros, con alguna parte rota, de esos que se llevan pero que te hacen tener algo de frío a veces. Una camiseta blanca de manga corta y una chaqueta de cuero. Mi favorita.

-Nos vamos? – dice Vero yendo hacia la puerta –

-Claro – las dejo pasar –

-Me gusta tu chaqueta – dice Malú, tocándome el brazo y poniéndome algo nervioso –

-Sí? – pregunto incrédulo sin saber bien qué decir –

-Mi hija es que tiene el armario lleno de cuero… - dice Pepi cerrando la puerta – hija, tú crees que puedes andar con esos botines?

-Mamá… - dice cansada – es un tacón muy bajo y voy cómoda…

-Esta niña… - niega con la cabeza y echa a andar al lado de Vero y de la niña –

Vaya, así que Vero y Pepi hablan animadamente entre ellas, con Carlota de la mano de su madre, mientras Malú y yo caminamos detrás de ellas, en silencio.

-Todo bien? – pregunta Malú comedida –

-Si… - respondo convencido –

Nadie ha preguntado nada sobre lo de esta tarde. Supongo que Malú les habrá pedido que no lo hagan. Sonrío al pensarlo. Es intuitiva. Y empática. Da la sensación de que sabe lo que sientes y actúa en consecuencia.

-Sabes cuánto tiempo hace que no salgo a cenar? – dice de repente –

-Mucho? – pregunto y asiente – y eso?

-Imagínate con mi pierna, exponerme a una foto… - niega con la cabeza –

-No te gusta salir por ahí? – pregunto sin querer –

-Sí me gusta – dice mirándome – pero de forma discreta…

Discreta. Pues si pretende que nadie la mire, con ese escote lo dudo mucho. Eh, Hugo, vuelve. En mi mente suena como una palmada que me hace mirar al frente. Le acabo de mirar el escote? Soy un puto cerdo joder. Va vestida perfecta. Además, el pantalón vaquero ajustado le queda perfecto. Joder Hugo… deja de mirarla!

-Seguro que estás bien? – pregunta sacándome de mis pensamientos –

-Eh? – la miro y me mira extrañada – si si… - sonrío algo avergonzado – no me hagas caso…

-Oye… - toca mi brazo de nuevo – sabes que te expones a salir en alguna foto yendo con nosotras no? – su tono suena entre chulesco y bromista -

La verdad es que no lo había pensado hasta ahora. Alzo las cejas, como sorprendiéndome y siendo consciente de ello. Malú es una de las cantantes más famosas de este país. Eso es un hecho. Pero, hasta que no lo ha dicho, no he pensado en ella como la Malú que canta, sino como la chica que he conocido estos días y que me gusta. Espera. No, no me gusta… lo repito mil veces en mi cabeza. Me cae bien, es maja, es simpática… sí, es guapa, es atractiva… pero ya está… es una chica estupenda, punto y final.

-Hugo… - noto como toca de nuevo mi brazo y vuelvo a salir de donde estaba – oye, si te has agobiado…

-Eh? – pregunto mirándola – no no – niego seguro – para nada… no te preocupes…

-Entonces? – pregunta mirándome sin que dejemos de andar – por qué te has quedado callado?

-Pues… - sonrío de medio lado – porque se me había olvidado que eres famosa…

Veo como me sonríe y me aparta la mirada avergonzada. Ese gesto me encanta, cada vez más. Es como… tan tierno… sonrío mirándola mientras seguimos caminando. Sigue mirando al suelo, con sus manos en los bolsillos del pantalón, igual que yo.

-Pero me da igual eh? – aclaro segundos después – quiero decir que… - no sé bien cómo explicarme – que me apetece mucho cenar con vosotras y me da exactamente igual lo demás…

-Seguro? – pregunta mirándome –

-A ti te da igual? – pregunto y hago que me aparte la mirada – perdona… - digo sabiendo que la pregunta le ha incomodado un poco –

-Nunca me ha gustado ser el centro de atención… - dice sin mirarme – y todo lo que conlleva la música y que no tiene que ver con ella… - la miro y asiento – entiendes lo que digo no?

-Si – contesto rápidamente – tiene que ser difícil…

-Lo es… - dice con cierto tono de tristeza – pero bueno, no me voy a quedar en casa y dejar de hacer cosas que me gustan no?

Sonrío mirándola y asiento. Los dos apartamos la mirada y noto como me acabo de ruborizar. Por qué? Pues no tengo ni idea.

El paseo sigue hasta que llegamos a una calle en la que hay, parece, un pequeño bar. Parece de aspecto marinero, al menos desde fuera. Pequeñito, apenas unas 4 o 5 mesas alcanzo a ver desde fuera.

-Aquí es… - dice su madre entrando –

Malú me sonríe fugazmente y paso después de ella, pasando mi mano por su espalda. Siento que necesito algo de contacto físico con ella. Como algún gesto cariñoso. No sabría explicarlo bien.

-Hola Antonio! – exclama Pepi – nuestra mesa? – el camarero, de unos 50 años, señala la del fondo y pasamos –

Me quedo mirando al resto de mesas. No se han percatado que Malú está en el bar. O no son españoles o ya le han visto varias veces por aquí. Reconozco que me sorprende. Al llegar a la mesa, tengo dudas sobre donde sentarme. Una mesa con dos pequeños sofás en el que caben dos personas, a cada lado. Mis dudas se resuelven cuando su madre y Malú se sientan en un lado y Vero y la niña enfrente. Así que la silla que hay en el extremo de la mesa es mía. Me quito la chaqueta y me quedo en manga corta, hace una temperatura agradable dentro del bar. Me siento en la silla y noto como Vero me mira y, automáticamente, mira a Malú. Veo como le alza una ceja. Acabo de verlo. No sé qué significa. Miro de reojo a Malú que sonríe levemente. No entiendo nada, pero me acabo de quedar algo incómodo.

-Vamos a pedir coquinas? – pregunta Carlota rompiendo la tensión que estaba sintiendo en ese momento –

-Clavadita a su tata… - veo como Vero pone los ojos en blanco –

-Coquinas y todo lo que haya – sentencia Malú – algo que no te guste? – me pregunta –

-Mmmm… - me quedo pensativo – las anchoas

-Jajajajaja – escucho reir a Vero en voz alta hasta que para haciendo un gesto de dolor. Miro a Malú que la mira seria – au… - se queja en voz baja -

-Qué pasa? – pregunto extrañado – desde pequeño no puedo con ellas… - digo justificándome y algo avergonzado –

-Como mi hija – responde Pepi mirándome un segundo y dirigiendo su mirada sutilmente hacia Vero –

-Tampoco te gustan? – le pregunto sorprendido con media sonrisa. No contesta. Solo niega con la cabeza mirando la carta. Frunzo el ceño. Está como enfadada – eh, bueno… - miro la carta – yo me dejo llevar – digo cerrando la carta – lo que queráis pedir está bien…

-Un par de platos de coquinas quizá – dice Vero – uno para Malú y otro para mi hija…

-Exagerada… - dice Malú negando con la cabeza –

-Exagerada no hija… - dice Pepi mirando la carta – que entre las coquinas y los caracoles… te alimentarías de eso…

-Caracoles… - digo con tono de que me apetecen –

-También te gustan los caracoles? – pregunta Vero mirándome con una sonrisa algo irónica –

-Me flipan… - digo mirando la carta – hace tiempo que mi madre no hace…

-Pues si vieras a mi hija… - dice Pepi – se puede comer un kilo de una sentá tranquilamente…

-Por favor… - dice Malú susurrando mientras mira la carta –

-Pues como yo… - digo convencido – y luego mojar el pan ahí…

-En el caldito verdad? – dice mirándome de repente con cara de ilusión y asiento –

Sonríe ampliamente hasta que parece que vuelve a su estado de enfado, o de seriedad, y vuelve a dirigir su mirada a la carta. No entiendo esa reacción. Quizá está peleada con Vero, aunque a Vero no la veo seria, más bien con gesto de pillería.

-Antonio – veo como su madre alza el brazo – tráenos lo de siempre, pero trae coquinas bastantes… - le advierte –

-Marchando! – le escucho desde la barra –

-Un variado – dice su madre mirándome – mejillones, gambitas… - asiento sonriente –

Malú cierra la carta y la deja sobre la mesa. No me mira. Está a mi derecha. Carlota a mi izquierda. Unos segundos de silencio se rompen con el camarero haciendo que me gire.

-Qué queréis beber? – dice con marcado acento gaditano –

-Cervecita? – pregunta Pepi mirándome y asiento –

-A ti no te gusta no? – digo mirando a Malú que niega sin mirarme –

-A mi me pones un tinto – dice sonriendo al camarero, por fin sonríe – de ese suavecito que me gusta…

-Yo quiero fanta de limón – dice Carlota convencida –

-Perfecto, ahora os saco todo – dice el camarero – Pepe no ha venido?

-Tenía un compromiso – dice Pepi restándole importancia –

-No hay manera de ver a mi primo eh? – dice el camarero antes de marcharse –

Así que el camarero es su primo. Si, recuerdo que lo han comentado. El bar era de algún familiar. Ahora sé que es de los primos de su padre.

-Oye Hugo… - Vero se dirige a mí y la miro – tu crees en la suerte?

Escucho a mi derecha como Malú suspira. La miro por el rabillo del ojo y parece que sigue seria. Decido obviarlo, no sé por qué se ha puesto así.

-Pues… - sonrío – hasta estas navidades no… - digo sin pensar y sonrío siendo consciente de que voy a tener que contar la historia –

Me miran expectantes y no puedo evitar reírme.

-Va a parecer una historia inverosímil – digo soltándome un poco – pero os juro que es tal que así… - su madre me mira atenta y Malú se incorpora un poco, como para escucharme – bueno… a ver… - me rasco la cabeza – el principio… - sonrío nervioso – soy ingeniero… pero hasta hace unos meses me dedicaba a otra cosa… - miro a Malú y recibo una mirada cómplice – era bombero – veo el gesto de sorpresa de su madre y de Vero –

-Bombero? – pregunta su madre sorprendida –

-Si… - río –

-De los de verdad? – pregunta Carlota metiéndose en la conversación –

-Si… - río todavía más al escuchar su pregunta – de los de verdad…

-Ala… - me mira asombrada –

-Pero no entiendo… - interviene Vero – qué hace un ingeniero metiéndose a bombero? – me hace reír la pregunta –

-Eso mismo me pregunto yo… - río – bueno… - aprieto un poco los labios – mi padre era bombero… - Vero me mira como entendiéndolo ahora – cuando… falleció – digo con tono tranquilo – decidí hacer las pruebas y… me cogieron…

Noto como Malú me mira con gesto comprensivo. No me siento mal contando la historia, ni hablando de mi padre. Para nada. Es raro. Probablemente antes si me sentiría mal o sentiría un nudo en la garganta. Ahora mismo no.

-Falleció trabajando? – pregunta su madre de repente, haciéndome mirarla automáticamente –

-Mamá… - escucho a Malú como recriminándole –

-Perdona hijo… - dice apurada – no tenía que haberte preguntado eso…

-No pasa nada… - digo alargando mi mano y tocando la suya al ver lo apurada que se ha quedado – si… - respondo y me freno al ver que llegan las bebidas – fue trabajando…

-Disculpa… - Pepi vuelve a excusarse –

-No importa, de verdad… - digo sonriendo y noto como una mano acaricia mi pierna derecha. Es Malú. Solo un segundo, pero me descuadra. Ya no está seria. Ya no parece enfadada – eh… carraspeo y bebo un poco de cerveza – por qué había contado esto yo? – digo riendo – ah si – señalo a Vero – por lo de la suerte – asiente mirándome – pues… bueno, yo me metí en el cuerpo… por lo de mi padre… - hablo de forma rápida – tienes en la cabeza que quieres ser como él… - veo como asienten mientras hablo – pero a mi no me gustaba… - digo quitándome un peso de encima – para mí, trabajar en eso era un castigo… pero… - suspiro – necesitaba el dinero, tenía que pagar las facturas y… - suspiro de nuevo – supongo que tampoco me atrevía a dar el paso y luego no encontrar nada estable de lo mío… - gesticulo con las manos – de lo de ingeniero me refiero – miro a Malú y asiente interesada en la historia – el caso es que… estaba como atado de pies y manos por el tema del dinero…

-Si es que el dinero… - dice Pepi negando con la cabeza y bebiendo algo de cerveza –

-El caso es que yo salí de una guardia horrorosa un 20 de diciembre por la mañana… - sonrío – de este año pasado vamos… - veo como Malú me mira intrigada – y a mí la casa se me caía encima… - digo sincero – estaba teniendo problemas de ansiedad por lo del trabajo y tal…

-Vaya… - escucho a Vero y noto como me mira un tanto apenada –

-Así que cogí el coche y me puse a conducir… - hago un gesto como refiriéndome a que conduje mucho tiempo – apenas había dormido… había sido una noche tremenda de avisos un poco… - miro a Carlota y me contengo - desagradables… - me miran atentas – hasta que llegué a un pueblecito en la sierra… y tenía mucha hambre – digo riéndome – y paré allí… había como una pensión que era un bar también… - me recuesto en la silla – y bueno, pues… aparte de comer… bebí… - miro a Carlota que me mira – mucha agua… - Malú sonríe negando con la cabeza – con misterio – aclaro y escucho a su madre reírse – y dieron las 8 de la tarde y yo no podía coger el coche… - niego con la cabeza – el dueño de la pensión me dijo que aunque no tuviera dinero, me ofrecía una habitación, pero que no me fuera… que yo tenía dinero eh? - sonrío avergonzado – más majo el hombre… - sonrío – imagínate como estaba… - hago gestos con las manos – total que, cuando iba a pagarle la noche de la habitación… vi que tenía una hilera de números de la lotería colgados en la barra – señalo como si estuvieran arriba – el 15 – digo sonriendo – mi número favorito y el número que siempre compraba mi padre… - sonrío nostálgico – decía que era una número que, en algún momento, nos iba a traer suerte…

-Las coquinas por aquí familia… - interrumpe el camarero, dejando los dos platos encima de la mesa –

Veo como Vero mira alzando las cejas a Malú y ella sonríe negando con la cabeza. No me pasa inadvertido ese gesto, pero, como el de antes, no lo entiendo.

-Sigue sigue… - dice su madre – porque no será lo que pienso… - dice mirándome –

-Pues seguramente… - digo riendo – el caso es que vi esos números ahí… una serie entera… y le digo al dueño, oiga, esos números los vende? – hago como que señalo hacia arriba – y me dice que si, pero que como al día siguiente ya es 21, pues que los que no venda los devolverá… - río un poco – y le digo, dámelos todos

-Qué? – exclama Malú – jura! – exclama mirándome y haciéndome reir –

-Si, pero espera… - digo continuando con mi relato – y el de la pensión… pero hijo… - narro imitando al dueño – que no estás bien, que es mucho dinero… y yo lo único que se me ocurrió preguntarle es que si él tenía algún número de esos… - cojo una coquina – y me dijo que si, que tenía otra serie con su familia y gente del bar… - dejo la cáscara en le plato – así que me los llevé… - sonrío – dormí allí y a la mañana siguiente volví a casa con una resaca… - resoplo – dormí todo el día prácticamente asi que a las 9 de la mañana del 22 de diciembre – digo de forma solemne – allí estaba yo, en mi sofá, con un café de medio litro y la tele puesta… - noto como Malú come coquinas sin parar a mi lado, escuchándome atenta – y nada, empieza el sorteo… - escucho como Vero se ríe como incrédula – y sale el gordo… el 15 – su madre asiente y me corta –

-Claro, si pensé… fíjate, el día que cumple años mi Malú… - la miro y la pillo comiéndose una coquina y me mira con un gesto muy divertido –

-Cumples años el día 15? – pregunto con media sonrisa –

-De marzo – responde asintiendo con una sonrisa avergonzada, más de lo normal –

Me quedo mirándola un segundo, un instante. Como si, de repente, me diera cuenta que la vida está llena de casualidades. Decido seguir el relato.

-Bueno pues… - digo bebiendo algo de cerveza – el caso es que veo que el gordo es el 15 y digo, coño! – me tapo la boca y miro a Carlota – vaya! – corrijo rápidamente y oigo como Malú se ríe – me van a devolver el dinero… - río – no tenía ni idea de qué número era exactamente, solo sabia que terminaba en 15… - las tres me miran – y cuando saco los décimos de la chaqueta… - resoplo – era justo el mismo número…

-Te tocó la lotería este año? – exclama Vero –

-Si pero no lo digas muy alto – le digo de forma graciosa – que soy carne de atraco… - escucho como ríen las 3 -

-Pero si llevabas una serie entera… - dice Malú pensativa – en serio? – me mira sorprendida –

-4 millones de euros… - digo en voz baja con la entonación que lo hacen los niños en el sorteo –

-Venga ya! – me da un manotazo en el brazo –

-Ya he dicho que era un poco increíble, pero fue así… - me alzo de hombros – y… está claro que el dinero no da la felicidad – digo serio – pero a mí me dio libertad – sentencio – me dio la libertad de poder dejar de trabajar en algo que no me gustaba, pararme a pensar, y volver a trabajar de lo que realmente quería… - asiento convencido – que era imagen y sonido… - me siguen mirando asombradas – pagué la hipoteca que le quedaba a mi madre… le compré un coche a mi hermana… - río – que llevaba uno que daba vergüenza… - noto como Malú se ríe – unos caprichos para mis sobrinos… - sonrío tiernamente - y me compré un piso… - digo con normalidad – ni coches caros ni nada de eso, yo tenía mi Opel que lo pagaba religiosamente, que me ha traído perfectamente hasta aquí, y no me iba a comprar otro… - su madre se ríe – solo hice eso… el resto… - hago un gesto de guardarme algo en la chaqueta – Vamos, que no se si existe la suerte, pero yo la tuve.

-Y yo que preguntaba por preguntar… - dice Vero haciéndome reir – oye pero… - la miro – perdona que te pregunte tanto, en serio…

-Es muy pesada… - dice Malú por lo bajini y me hace reír –

-No no… - le hago un gesto para que pregunte – oye, una cosa, la cena la pago yo eh? – Pepi me mira y niega con la cabeza – hombre! – exclamo – cuento aquí que me toca la lotería, me invitáis a comer en tu casa y yo no os voy a invitar a cenar? – hago un gesto de negación – no es negociable Pepi… - Me mira y se ríe, como aceptando la invitación – hecha la aclaración – noto como me he soltado del todo, como me siento cómodo – dime Vero – digo mirándola -

-A ver… - dice poniendo sus manos como con gesto pensativo - Y qué haces aquí? – alzo las cejas – no te vas al caribe, o a las Bahamas con todo ese dineral? Yo que sé! – exclama – te vienes a Algeciras?

-Esa historia también es un poco inverosímil… - digo riéndome – y graciosa… - rectifico – bueno, graciosa ahora supongo… - me alzo de hombros y me quedo callado – no sé por qué voy a contar esto… - digo sintiendo vergüenza de repente – es un poco vergonzoso… - me miran atentas – por qué estoy aquí no? – miro a Vero y asiente – pues… - carraspeo – a ver… yo tenía pareja… - noto como la mirada de Vero se dirige directamente a Malú, pero obvio el gesto – llevábamos… - me quedo pensativo – un año más o menos… - le quito importancia – ella era de Córdoba, tenía amigos en Madrid en común y bueno… cosas que pasan… - me alzo de hombros – al principio genial… - digo sonriendo – aunque compartíamos pocas aficiones, por no decir ninguna, pero bueno… - río – el caso es que pasan los meses y, entre la distancia y que ella era… - hago un gesto de desagrado – muy… - no sé cómo decirlo – distante, por así decirlo… - su madre me mira y asiente – en plan, tienes un problema? No me lo cuentes… - digo dramatizando – y yo tenía muchos… - hago un gesto de abundancia – pues bueno, sobre navidad las cosas ya estaban más frías que la cerveza esta… - se ríen – pero bueno, a mi me gusta hablar las cosas en persona… - Vero asiente mirándome – no encontraba el momento, siempre me daba largas ella… - doy una pequeña palmada – pero pasa lo de la lotería… - escucho a Malú hacer un sonido como de saber lo que voy a decir – y, automáticamente… me quería más que a su vida… - río y veo como ríen levemente – nos vamos de viaje, todo super bien… - niego con la cabeza – pero eso estaba ya… muy muerto… - hago un gesto de aclaración – por las dos partes eh? – me señalo – yo sabía que eso no iba a ninguna parte pero bueno… - me alzo de hombros – la última vez que nos habíamos visto haría como… - me quedo pensativo – 2 meses o así… - hago un gesto con la mano de aproximación – siempre eran excusas… siempre estaba ocupada… - vuelvo a señalarme – pero es que era lo mismo, yo quería hablar las cosas en persona, dejarlo todo claro y oye… - alzo los brazos – a veces te ves y dices, siento cosas… - miro a Malú que me mira muy atenta – total, que decido hace unos días plantarme en su casa…

-Madre mía… - escucho susurrar a Malú –

-Efectivamente… madre mía - digo riéndome – a todo esto, yo durante esos meses, hablábamos a lo mejor… 2 minutos al día? – digo irónico – lo típico de que te leen los whatsapps y no te contestan… - veo como asiente – en fin, el caso es que eso sí – digo irónico – Hugo, cuántos problemas tengo en el trabajo, no llego a fin de mes, mis padres no me pueden prestar dinero… - la imito y me alzo de hombros – y yo pues… - hago gesto de repartir de dinero y Malú me mira con los labios apretados, como si sintiera algo de rabia – en fin, que me planto en su casa sin avisar… - bebo un trago de cerveza – y me abre un tío en pijama…

-No… - dice Vero sorprendida –

-Y aparece ella por detrás – imito su voz – cariño, quién es? – pongo los ojos en blanco – cariño! – exclamo – el tío se quedó… - río – sabía quién era yo… - me señalo – el pringado que había estado pagándole sus viajes con ella…

-Venga! – exclama Pepi indignada –

-Claro Pepi! – exclamo – para qué necesitaba dinero? – hago un gesto de obviedad – pues para pegarse la vida padre… - niego con la cabeza – vamos, que yo no entraba por la puerta – digo refiriéndome a los cuernos – mientras yo no había hecho nada con nadie porque… - me revuelvo en la silla – porque no soy así, no se… si no terminas algo, como vas a empezar algo con otra persona? – Vero asiente como aprobando lo que acabo de decir – total, que me quedé allí en la puerta un segundo y lo único que le dije fue: que te vaya bien – hago un gesto con la mano como de alivio – y me largué de allí como quitándome un peso de encima… - sonrío – ni se intentó justificar… ni el típico “no es lo que parece”… - niego con la cabeza – nada de nada… - bebo de nuevo cerveza – unas horas después me mando un whatsapp de estos que lo lees y dices… - pongo cara como de estar leyéndolo – de verdad he podido estar con una persona así?... – río – me echaba la culpa a mí! – exclamo – que tenía muchos problemas! – río irónico – como si yo tuviera la culpa de tenerlos sabes? – niego con la cabeza – le contesté con un “chao”, sin más… y nada… - río – si es que yo ya lo sabía, si es que lo único que me dolió fue la mentira pero… - niego con la cabeza – ya no sentía nada por ella en plan… – me alzo de hombros y veo como me miran – vamos, que si buscas “pringado” en el diccionario, salgo yo.

-Para nada… - se apresura en contestar Malú –

-Cómo lo definirías entonces? – digo riendo –

-Leal – dice mirándome –

-Bueno… - la miro un segundo y me alzo de hombros – sea como sea… me cogí el coche y dije… yo me voy a la playa… - digo convencido – la playa para mí siempre ha sido el sitio donde pensar, donde calmar todo… - su  madre me mira todavía sorprendida y asiente – y se me hizo de noche y llegué a Sevilla… - resoplo – y no podía seguir conduciendo… así que… hice noche en un hotel…. – comienzo a reírme – el peor hotel que puede haber en Sevilla? – digo irónico – pues ese…

-Jajajajaja! – Malú se ríe – por donde estaba?

-Bueno… - me quedo pensativo – me conozco un poco Sevilla, tengo amigos allí… - asiente sorprendida – pero es que eran las 12 de la noche y a quién llamaba y le contaba todo esto? – niego con la cabeza – estaba por la estación el hotel… - asiente – pero que cuando entré a la habitación dije: si no me matan aquí, yo ya no me moriré nunca…

-Jajajajajaja! – ríen las 3, incluso Carlota, que no sé si se está enterando mucho de la conversación, porque no para de comer coquinas –

-Al día siguiente pensé en irme a la zona de Málaga… que la conozco por mi madre… - Pepi asiente mirándome – pero es que nunca había estado por aquí, por Cádiz – asienten las 3, que me miran como muy interesadas en la historia – y llegué a un pueblo que no recuerdo el nombre… - me quedo pensativo – así pequeñito… - niego con la cabeza – da igual, el caso es que conforme entré, volví a coger la autovía y seguí… y al rato vi “Algeciras” – hago un gesto como de haberlo visto en un cartel – y, dije… aquí – digo convencido – paré el coche y busqué “hoteles en Algeciras en primera línea de playa” – oigo como se ríen – y ahí estoy… - río – llegué como a las 7 de la tarde… es de 4 estrellas y dije: me he gastado dinero en gente que no me quiere… - resoplo – me lo voy a gastar en mí.

-Eso es – dice Vero aprobándolo –

-Y allí entré, a la recepción… y le digo a la chica… perdona, tienes habitaciones libres? – río – me mira así como apenada y me dice… no, bueno… - comienzo a reírme otra vez – nos queda una suite, pero es cara y… - hago como que señalo – esa esa, dame esa – digo reproduciendo mi conversación y haciendo que se rían – y la chica se me queda así mirándome en plan… y este tío? – río – y  me dice, una noche? – contengo la risa – digo, no no… tú pon mínimo una semana y ya veremos…

-Jajajajajaja! – exclama Malú dando una palmada –

-Y nada… - sigo riéndome – al entrar a la suite, tenía una terraza… y daba al mar… y dije: aquí es… - digo convencido – a la mañana siguiente bajé y era torcer la esquina del hotel y estaba la playa y fue como… - resoplo – y ya fue cuando… - miro a Carlota – os conocí… - me alzo de hombros –

Me miran en silencio, como sorprendidas, sin saber muy bien qué decir, así que decido romper el hielo.

-Tienes para un disco entero con estas historias eh? – le digo de forma graciosa a Malú –

-Jajajajaja! – estalla en una carcajada que contagia al resto –

Miro el plato de coquinas de Malú y está completamente vacío. La miro a ella y no puedo evitar reírme.

-Te has comido todo eso? – señalo al plato y veo como se pone colorada – nada, como lo pago yo, aquí que no falte de nada… - digo convencido buscando al camarero. Lo encuentro y le hago un gesto y me comprende – otro plato para la señorita…

-Que ya no quiero más! – exclama dándome una palmada sin mirarme –

-Tú estás segura de que es tu hija y no la suya? – pregunto a Vero al ver el plato que se acaba de zampar Carlota, que me mira todavía comiendo coquinas –

-Jajajajaja! – escucho reir a Pepi – qué ocurrente que eres hijo…

-No, en serio… - digo de forma graciosa – mira… - señalo los dos platos –

-Te aseguro que es mi hija… - dice Vero – que el parto fue maravilloso… - dice poniendo los ojos en blanco – pero su tata es una influencia nefasta

-Oye! – exclama Malú haciéndose la ofendida –

-Oye Hugo – dice Carlota de repente haciendo que la mire – los bomberos tienen que ser fuertes? – alzo una ceja sin entender bien la pregunta –

-Bueno… - me alzo de hombros – tienen que querer ser bomberos principalmente… - digo intentando buscar una respuesta educativa –

-Es que tú eres fuerte – alzo de nuevo una ceja mirándola – esos brazos son de bombero – alzo las dos cejas sorprendido y me da una vergüenza tremenda – o de futbolista…

Noto las miradas de Malú y de Vero, también la de Pepi. Noto como Malú baja la cabeza sonriendo y negando con la cabeza.

-Ha salido tonta la niña… - murmura Pepi -

Sonrío al mirarlas. Realmente Vero y Malú parecen hermanas. Tras contarles media vida y pasar un poco de vergüenza con la espontaneidad de Carlota, la conversación cambia por otros derroteros. Durante la cena, noto como esa sensación de tener que tener algún leve contacto físico con Malú no es solo por mi parte. Me toca el brazo varias veces, cada vez que se ríe por ejemplo. Quizá es que ella es así. Las miradas entre Vero y Malú no consigo comprenderlas del todo, pero las detecto. Incluso entre Vero y Pepi.

Detecto que Malú es una tía divertida. Ocurrente, rápida. Irónica. Me gusta. Me gusta cómo es, o, por lo menos, lo que parece que es. Cuando voy a pagar la cuenta, Pepi intenta que no lo haga por enésima vez, pero hago caso omiso. Salimos de allí entre risas, la verdad es que me dan muy buen rollo.

-Mami… - dice Carlota con voz de niña más pequeña – estoy cansada…

-Ya cariño, pero no llevamos coche y hay que andar… - dice justificándose –

-No me puedes tomar? – dice con voz todavía más dulce –

-Carlota, que tienes casi 10 años por favor… - intenta razonar con ella –

-No me puede tomar la tata? – miro a Malú pero la mira con cara de circunstancias –

-Claro! – exclama Vero – y se rompe el otro tobillo con lo que pesas… - sonrío –

-Carlota, a mi no me mires eh? – dice Pepi antes de que diga nada –

La niña se queda mirándome un segundo y aparta la mirada rápidamente. Sonrío y miro a Malú que niega con la cabeza.

-Quieres que te tome yo? – digo de repente –

-Ay Hugo! – exclama Vero – que tiene que andar! Que ya es mayor!

-Es que he comido mucho y estoy muy cansada… - pone cara de pena –

-Qué vejez me espera… - dice Vero con voz resignada – lo que quieras… - me dice desganada, apiadándose de mí, haciéndome sonreir –

-Anda ven… - me agacho y se agarra a mi cuello – si no pesas nada enana… - digo de forma cariñosa –

Apoya su cabeza en mi hombro y me muero de amor allí mismo. Es una niña muy cariñosa. Y muy chantajista también. Caminamos por la acera, de nuevo como antes, Vero y Pepi delante y a mi lado Malú, solo que ahora llevo en brazos a Carlota.

-Tiene mucho morro – dice Malú acariciando su pelo –

-Tata que estoy durmiendo… - dice quejándose balbuceando –

-Qué tía… - dice riendo – no tienes por qué… - me dice mirándome con un gesto que no se si interpretar como ternura –

-No me importa… - digo convencido –

Noto como me mira, pero decido no mirarla. No sé por qué, decido no hacerlo. Me lo he pasado genial esta noche, pero me está pasando algo que no consigo comprender. Si pienso en llegar a su casa e irme al hotel tras despedirme, me da pena. Pena no… rabia? No sé. Es muy raro. Durante el camino, Vero me pregunta varias veces si estoy bien y asiento. Noto como Carlota se ha quedado dormida en mi hombro. Encaramos la calle de su casa y, al torcer la esquina y ver el callejón, vuelvo a tener esa sensación. No me quiero ir. Pero tengo que hacerlo. Qué quiero hacer si no?

-Está dormida… - digo en voz baja mientras Vero se acerca a mí –

-Es un caso… - dice agarrándola – gracias – me sonríe y le devuelvo la sonrisa –

-Gracias por la invitación hijo – Pepi me da dos sonoros besos – nos vemos mañana en la playa no? – miro a Malú instintivamente y sonríe mirando al suelo –

-Claro – asiento –

Su madre entra en casa y Malú se queda allí. Noto como toca uno de sus anillos, como si estuviera algo nerviosa. Frunzo el ceño, no entiendo bien por qué no entra a su casa, así que decido poner fin a la situación.

-Bueno… - digo con un leve suspiro – me lo he pasado genial… - sonrío –

-Yo también… - dice de forma rápida – no tenías por qué invitar… - dice mirándome –

-Claro que si – digo sonriendo tiernamente – tenías razón… - digo acordándome de algo que me había dicho esta mañana –

-En qué? – pregunta mirándome extrañada –

-En que era mejor no pasar el día solo… - la miro y sonríe. De nuevo esa mirada y ese gesto hacia el suelo – Gracias… - susurro -

No sé por qué, me acerco un poco más a ella. Encorvo un poco mi espalda y la abrazo, sin decirle nada más. No parece pillarle de sorpresa, porque en seguida me abraza también. Nos quedamos así unos segundos y, cuando deshacemos el abrazo, vamos a darnos dos besos pero nos dirigimos a la misma dirección y casi chocamos nuestros labios. Me quedo paralizado un segundo, en esa posición, y parece que ella también. Consigo mirarla a los ojos, apenas puedo apartar mi mirada de sus labios. Me está mirando los míos. Qué locura es ésta?

De repente, como un resorte, se aparta y hago lo propio. Río levemente algo nervioso.

-Nos… - camino hacia atrás y me tropiezo sin querer con el pie de una farola. Se ríe sin mirarme – nos vemos mañana? – miro hacia atrás para no volver a tropezarme –

-Si… - asiente ya en la puerta, casi sin mirarme –

-Que descanses… - digo algo nervioso, mientras sigo caminando lentamente hacia atrás –

-Tú… - ríe – tú también… - responde con tono dulce –

Sonrío una vez más y nuestras miradas se cruzan de nuevo un instante, hasta que la apartamos casi a la vez, me doy la vuelta y camino ya como una persona normal. Me giro levemente cuando llego a la esquina y veo que, a través de los barrotes de la verja, sigue allí plantada. Tengo tentación de volver… no sé muy bien a qué… pero me aguanto. Meto mis manos en los bolsillos y giro la esquina, caminando hasta llegar a mi hotel. Me va a costar digerir esta noche para poder dormirme.

1 comentario:

  1. Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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