miércoles, 13 de febrero de 2019

CAPÍTULO 15: VÉRTIGO


Cuando mi padre se marcha, mi mirada se dirige exclusivamente a Hugo. Le observo. Está con la guitarra sin soltarla, sentado, con la cabeza medio girada, como tocando para que nadie le escuche. No sé cómo cojones lo han hecho mi madre y Vero, pero han montado una cena con él esta noche. No puedo mirar a Vero sin querer matarla. No para de mandarme mensajes con gestos. En realidad, es bastante increíble que un chico al que no conozco prácticamente de nada, esté aquí sentado con la guitarra de mi tío en las manos. Pero no se me hace raro.

-Va tata, canta algo… - mi ahijada es la viva imagen de su madre –

-Eso… - dice Vero mirándome – que tienes acompañamiento… - alza las cejas y me hace poner los ojos en blanco –

-Pero igual el muchacho no sabe canciones de ella – dice mi madre – acompañarlas digo… los acordes y todas esas cosas… - sonrío asintiendo -

-La verdad es que… - dice con voz tímida – sí que me sabía algunas…

Un silencio sepulcral durante unos segundos. Si las miradas hablasen, la de Vero sé exactamente lo que me diría.

-Anda y eso? – pregunta mi madre toda interesada –

-Bueno… - carraspea nervioso medio riéndose – tengo media familia que se sabe la discografía entera… - le miro y noto como tanto mi madre como Vero, incluso Carlota, le están mirando – mi hermana… - carraspea de nuevo, como si tuviera un nudo en la garganta – desde que era así – señala una altura bajita – lleva poniendo tus discos en el coche…

-Me odiarás entonces… - digo sin saber bien por qué contesto tan normal –

-Que va… - sonríe mirando la guitarra –

-Entonces si te sabes alguna, pues venga… - le arenga mi madre –

-Me sabía alguna de las antiguas… - dice excusándose – mi hermana me obligaba a aprendérmelas para cantarlas… - intento no reírme –

Vero me mira de nuevo, pero, esta vez, no con segundas intenciones. Directamente me mira como diciéndome que le encanta. Que si por ella fuera, cenábamos solos esta noche. No me lo ha dicho, pero lo piensa.

-Y cuál te sabías? – pregunto interesada –

-Había una que me gustaba mucho… - dice pensativo – no sé si me acuerdo de los acordes… o de cómo era… - titubea – Vértigo, puede ser?

La risa de Vero me hace poner los ojos en blanco. Hugo nos mira como sin entender nada, igual que mi madre. Sé por qué se ríe. De las primeras que compuse, aunque con ayuda. De las primeras que me atreví a sacar y que eran realmente cosas mías. Durante mucho tiempo, fue una canción que me repetía una y otra vez, en cualquier parte. Es de esas que pasa desapercibida, pero para mí no.

-Esa esa – dice mi madre animándole –

-A ver… - le veo nervioso y trago saliva – no me acuerdo del ritmo…

-Canta un poco que le suene hija – dice su madre sentándose en el sillón donde antes estaba mi padre –

Tarareo la canción, como marcando el ritmo, y le veo mirarme durante unos segundos y luego se queda pensativo. Comienza a probar acordes y, cuál es mi sorpresa, que suena. Suena así.

-Vale… - dice convencido – creo que ya… - ríe nervioso – no me mates si me equivoco, tú sigue… - asiento sonriendo ampliamente y no sé por qué, algo nerviosa –

Comienza a tocar y me suena a como si la estuviera tocando mi hermano. El ritmo exacto. Abro los ojos sorprendida y me engancho a cantar. Mientras canto, noto como hace los cambios tanto de ritmo como de acordes de forma perfecta. Miro a Vero que me mira ojiplática por momentos, no puedo evitar reírme levemente. Es tonta, muy tonta. Me meto tanto en la canción, que apenas me doy cuenta de que mi madre también me está mirando con un gesto que conozco. Entre ternura y aprobación, a partes iguales. Veo como mira a Hugo, observándole, pero no me desconcentra en la canción para nada. Hacía tanto tiempo que no la cantaba.

Parece que se la sabe perfectamente porque marca absolutamente todos los momentos clave la canción. Como si la hubiera tocado millones de veces. De hecho, mientras canto, noto como se sabe la letra. Me sorprendo, pero no quiero que se me note. La parte sin letra, la que solo se escucha la guitarra, me da tiempo a observar a mi madre y a Vero, que miran a Hugo, igual que yo. Juraría que la ha tocado muchas veces, no es normal que se sepa esos cambios. Al acabar la canción, sonrío sin querer. Escucho a mi madre aplaudir emocionada y a Carlota riéndose. Vero no habla, solo me mira y asiente.

-Espera espera… - digo apartándome un poco el pelo de la cara – me puedes explicar por qué te la sabes? – le pregunto –

-Te lo he dicho… - dice riéndose – mi hermana me obligaba… - dice de forma graciosa – de pronto me he acordado de los acordes – dice algo contrariado – de tanto que la toqué en su momento supongo… - le miro con una media sonrisa – de las de ahora si que no me sé nada… - dice apoyando la guitarra en el soporte – ya te he dicho que llevaba años…

-Cuántos años tiene tu hermana? – pregunta Vero de repente –

-30 – responde rápido – tengo un hermano mayor… Jose – me río por la coincidencia – que tiene… - se queda pensativo – 39 creo – le miro atenta - mi hermana se llama Rocío…

-Y con esos nombres y esos padres andaluces y te ponen Hugo? – dice mi madre de forma graciosa haciéndole reir –

-Les gustaba el nombre supongo… - dice riendo –

-Qué eres el mediano? – pregunta Vero. Sé que lo hace para sacarle la edad –

-Sí, mi hermana es la pequeña – responde sonriendo –

-Y cuántos tienes? – pregunta Vero directamente, dejándole descuadrado – de años digo…

-Ah… - se queda algo cortado –

-Vero… - le recrimino en voz baja –

-35 – responde – 36 en un par de meses… - niega con la cabeza – prefiero no pensarlo mucho…

Vero me mira con cara de aprobación y ya no sé como poner los ojos para que me deje en paz.

-Pero si cumplir años es una bendición – dice mi madre –

-Ya… no… - dice explicándose – es que mi hermano con mi edad ya tenía 2 hijos… - se ríe – mi sobrina también se sabe la discografía entera… - dice mirándome –

-Jajajajaja – Vero estalla en una carcajada –

-Qué edad tienen? – pregunta mi madre, no sé por qué, pero noto que se interesa cada vez más –

-El mayor será casi como Carlota… - dice mirándola – 8 años… - le miro atenta – se llama Paco… - sonríe – es que mi padre se llamaba Paco y… - niega con la cabeza – la enana tiene 6 – dice con gesto tierno – se llama Lucía – dice mirándome – adivina por qué se llaman así… - dice señalando el cuadro de mi tío.

Me deja de piedra. Al ver mi cara, que supongo que ha sido un poema, se ríe un tanto nervioso. Sus sobrinos se llaman así por mi tío? Vero me mira apretando los labios para no reírse.

-Pero no me digas eso! – exclama mi madre –

-Es que a mi padre le encantaba… - dice mirando de nuevo el cuadro – a ninguno nos puso de nombre Francisco… - sonríe – o Paco… - mi madre asiente – pero siempre dijo que quería que un nieto suyo se llamara así… - sonríe melancólico – y que si era niña se llamara Lucía… - me enternece de repente el relato – y mi hermano lo cumplió… - se alza de hombros –

-Es que Lucía es un nombre muy bonito – dice mi madre –

-Mucho… - responde él, haciéndome ruborizarme, no sé bien por qué – por eso… - sigue hablando, esta vez un poco más nervioso – cuando he entrado y he visto el cuadro… - mi madre le mira atenta, diría que hasta algo emocionada – nah… - niega con la cabeza, bajándola – me ha recordado a mi padre…

Suspiro sin poder evitarlo. Esta vez Vero no me está mirando, sino que le mira con gesto enternecido.

-Falleció? – pregunta mi madre. Cierro los ojos por la indiscreción –

-Si… - asiente mirando la guitarra de nuevo – hace 8 años…

-Lo siento… - responde mi madre un poco avergonzada –

-No pasa nada Pepi… - dice sonriendo restándole importancia – cosas que pasan…

Le observo. Ha tenido que pasarlo mal, muy mal. Considero que tengo ojo para las personas. Si alguien no me entra a la primera, no suelo equivocarme. Reconozco que, con él, me equivoqué. De la misma manera que sé ver cuando alguien tiene verdad, como yo digo. La tiene. Parece alguien muy noble. Muy bueno. No sabría encontrar la palabra exacta.

-Yo tampoco tengo padre – dice Carlota de repente, haciendo que haya un silencio sepulcral durante un segundo. Hugo me mira como sintiéndose culpable por haber sacado el tema, pero le hago un gesto para que no se preocupe – pero tengo a mi madre – dice con una ternura que le partiría el alma a cualquiera -

-Soy madre soltera – dice Vero de forma tranquila, haciendo que Hugo asienta como si nada –

-Yo también tengo a mi madre… - dice sonriendo mirando a la niña –

Le observo de nuevo. Podría decir que hasta le he escuchado suspirar de alivio. Alivio. Quizá es lo que ha sentido al contarlo. Quizá no habla de esto a menudo.

-Oye yo te tengo que agradecer una cosa – dice mirándome, cambiando el tono y sorprendiéndome un poco – gracias por sacar los perfumes esos…

-Jajajajaja – Vero estalla en una carcajada pero yo no entiendo nada –

-No sabes lo fácil que lo tengo todas las navidades cuando… - hace una pausa y mira a Carlota fugazmente, pone cara de circunstancias y prosigue – cuando les mando la carta a los reyes y les pido que les traigan uno a mi hermana y otro a mi sobrina…

Aprieto los labios sin poder evitar soltar una carcajada. Mi madre se ríe y Vero también.

-Hugo, yo ya sé que los reyes son los padres… - se queda sin palabras, con un gesto tan gracioso que no puedo evitar reírme, ahora sí, ampliamente – bueno, mi madre en este caso… - dice con un tono que parece de adulta -

-Y la tata… - remarco y la niña asiente –

-Tú sabes que son los padres no? – dice la niña mirándolo y vuelvo a tener que reírme –

-Si, si… - responde sin saber bien cómo salir de aquí, se ha puesto rojo como un tomate – es que con dos sobrinos… - dice excusándose y resopla – anda que no he estado veces a punto de cagarla…

-Tu cara ha sido lo mejor… - dice Vero – mi hija es así… - ríe – espontánea…

-Ya ya… - asiente sin saber dónde mirar – menudo zasca…

-Eso se lo ha enseñado su tata – dice Vero mirándome – que es la reina de los zascas…

Esta vez es él el que se ríe. Niego con la cabeza sin dejar de sonreír.

-Oye y tú no sabrás cantar? – pregunta mi madre recomponiéndose del ataque de risa que ha tenido –

-Yo? – pregunta incrédulo – con tu hija aquí? – me señala haciéndome poner los ojos en blanco – otra vez profanando iglesias… - dice de forma rápida, haciéndome reir –

-Algo tienes que saber… - dice mi madre convencida – venga, una con mi hija… - la miro que la quiero matar – una que te sepas…

-Que no Pepi… - dice con cara de aterrorizado – yo, como mucho, toco y ella canta…

-Alguna de las últimas – dice Vero – que la de todos los secretos te la sabías, que te he visto – le señala, haciendo que se ruborice un poco –

-Ay, la del tío Paco – dice mi madre convencida –

-Claro claro – dice irónico de repente, sabe cual es? – aquí, en casa de Pepe de Lucía, con una guitarra de Paco y cantando una canción de Malú y Alejandro Sanz… - dice todo de corrido – todo muy normal… - sigue irónico – muy lógico…

Es gracioso. Además de todo, es gracioso. Me río sin poder evitarlo. Le estoy poniendo en un compromiso, pero me apetece mucho cantar esa canción ahora mismo.

-Seguro que coges el ritmo enseguida… - digo sentándome al borde del sofá – te la sabes no?

Me mira intensamente. Por primera vez siento que quiere matarme. No puedo evitar reírme.

-Sino en internet tienen que estar los acordes… - dice Vero sacando su móvil –

-Yo sé los acordes – digo convencida – pero no sé tocarlos… - me alzo de hombros –

-Pues ya está… - mi madre me acerca una libreta – apúntalos y venga…

-Pero… - le veo resoplar – que no sé cantar… - dice con tono algo apurado – y encima la parte de Alejandro…

-Si quieres cantas la mía… - digo sin mirarle, apuntando los acordes en una hoja –

-Si si… - dice irónico – seguro que queda perfecto mi voz con tu tono…

-Jajajajaja – río – toma… - le enseño el papel – sabrás hacer los cambios a tiempo? – le digo como retándole –

-Me estoy metiendo en un fregao importante… - dice sentándose en el borde del sofá –

-Te la sabes entera? – pregunta Vero –

-Entera – dice seguro – es de las que más me gustan… - sonrío – es especial… - dice con voz tímida –

Le entiendo. Le recuerda a su padre seguramente. De repente se me hace un nudo en la garganta. No sé qué me pasa pero siento que hemos conectado un montón. Comienza a tocar, siguiendo los acordes que le he escrito, con el ritmo que debe. Alzo mis cejas sorprendida, así que comienzo a cantar.

-No le tengo miedo a la escalera – le miro y sonríe - Cuanto más se eleva más alto quiero subir – la guitarra acompaña perfectamente mi voz, de forma sutil - Y trepar como una enredadera, que entre las piedras ha aprendido a vivir – sonrío al ver lo concentrado que está mirando la guitarra - Yo voy a seguirte en este viaje – Miro a mi madre que está algo emocionada - Porque a mí me han hecho de coraje como a ti – le miro y está con los ojos cerrados, tocando de forma perfecta - Juntos, vámonos juntos – sonrío cerrando los ojos - Que nuestra música no es cosa de este mundo – le doy un poco más de fuerza a mi voz - Te sigo en el sol vagabundo… Son tus cuerdas que me llaman – sonrío de nuevo - Con su grito tan profundo – le hago un gesto para que cante conmigo pero creo que no lo hará -

-Juntos, vámonos juntos – le escucho que se une a cantar conmigo y abro los ojos sorprendida, no me lo esperaba - De las estrellas nadie nos podrá bajar – tiene una voz algo rasgada, pero, la verdad, parece bonita - Ahí van tu alma y la mía – nos miramos y veo como sonríe algo avergonzado - Haciéndose compañía… - le miro de nuevo, ese falsete le ha quedado bien me ha parecido - Andan lloviendo alegría…

Ahora todas las miradas se centran en él. Le hago un gesto como que tiene que cantar. Noto como se va poniendo colorado, pero cierra los ojos y comienza a cantar.

-Libre como hoja que ha caído – entona perfectamente, aunque canta de forma tímida - Bailas a mi lado y yo voy contigo – miro a Vero y la descubro mirándome con los labios apretados, sé lo que quiere decir - Ángeles que nunca se han graduado – no abre los ojos, supongo que por vergüenza - Dando vueltas por el infinito – abre los ojos para mirar la guitarra y noto como su voz se suelta un poco - Yo voy a seguirte en este viaje – me emociono un poco al pensar que esta canción pueda recordarle a su padre - Porque a mí me han hecho de corales como a ti – vuelve a meter un falsete sutil que le ha quedado muy bien y me quedo sorprendida -

-Juntos, vámonos juntos – canto yo sola, se sabe hasta cuando entro yo - Que nuestra música no es cosa de este mundo – cantamos juntos y le miro sorprendida - Te sigo en el sol vagabundo – canta él después de mi gesto señalándole - Son tus manos que me llaman, con su grito tan profundo – se calla y me deja cantar esa frase - Juntos, vámonos juntos – sigo cantando sola - De las estrellas nadie nos podrá bajar – me mira de una manera… como si estuviera contento y emocionado, y casi se me olvida lo que venía ahora - Ahí van tu alma y la mía, haciéndose compañía…

Mi madre comienza a tocar las palmas, Vero hace lo mismo y Carlota también, y él improvisa con la guitarra. Me resulta emocionante después de lo que me ha contado. Es como si estuviera quedándose… en paz? No sabría decirlo.

-Mi vida, vámonos juntos – canto de forma dulce y me mira, comenzando a tocar de forma suave - Juntos, vámonos juntos – sonrío al escuchar como toca las cuerdas de forma suave - que nuestra música no es cosa de este mundo – me mira medio sonriente, aunque noto como si sus ojos estuvieran brillantes - Te sigo en el sol vagabundo – cantamos a la vez - Son tus manos que me llaman – canta él, esta vez si que aprecio que tiene una voz rasgada, pero suena muy bien - Con su grito tan profundo – le miro pero está mirando la guitarra -

-Juntos, vámonos juntos – canto yo - De las estrellas nadie nos podrá bajar – canta él, sigue mirando la guitarra - Ahí van tu alma y la mía – ahora sí que me mira, y noto como sus ojos están más brillantes que antes - Haciéndose compañía…

Comienza de nuevo a improvisar y mi madre se levanta a taconear un rato. Miro a Vero mientras doy palmas y le hago un gesto para que no diga nada. Asiente, supongo que sabe que Hugo, cuando acabe la canción, va a estar un poco emocionado.

-Mi vida, vámonos juntos – canto de forma dulce -

-Tocando por alegría – me sorprende y toca la guitarra parecido al final de la canción, para terminarla –

Se queda mirando las cuerdas y yo me quedo mirándole mientras mi madre entona varios olés emocionada. No alza la mirada, noto como su respiración se entrecorta débilmente. Miro a Vero que me mira cariacontecida y con gesto de lástima.

No dice nada, solo ríe nervioso y deja la guitarra en el soporte. Hasta mi madre se ha callado. No sé si sabe que le estamos mirando, porque pasa sus manos por los ojos, como secándose lágrimas que no consigo ver. No puedo evitarlo, me levanto del sofá y me agacho delante de él, tocando su rodilla. Vuelve a reírse nervioso, sin poder hablar, como si estuviera a punto de ponerse a llorar y reír al mismo tiempo. Mi madre le mira emocionada, es tan dramática que no sé cómo no se ha puesto a llorar todavía.

-En fin… - susurra – no está lloviendo no? – dice con tono irónico, riendo y carraspeando e intentando cambiar de tema, sin mirarme. Sigo en la misma posición –

-Pero si cantas muy bien hijo – dice mi madre –

-Si… - dice irónico volviendo a reírse nervioso y secándose los ojos -

Como si se diera cuenta que está siendo el centro de atención, roza mi mano para que la aparte un segundo y se levanta. No dice nada, solo sale al jardín y le miro con cara de tristeza. Vero me mira torciendo los labios. Salgo tras él sin saber bien qué decirle. Le encuentro de pie, en el césped, encendiéndose un cigarro. Noto como mira arriba, al cielo, y respira hondo para evitar que la mucosidad se acumule en su nariz.

-Necesitas algo? – digo casi a su altura, no se asusta, creo que me había escuchado –

-Lo siento… - dice sonriendo – es que… - ríe – es muy fuerte… - dice riendo – aquí… haciendo esto… - señala a la casa, no sé muy bien qué quiere decir – es que la canción… - carraspea – cuando la escuché… - suspira – quise coger la guitarra y tocarla… - le miro tiernamente – pero no podía… - da una calada – qué espectáculo… - niega con la cabeza – qué pensará tu madre…

-Oye… - acaricio su espalda – pensará lo que pienso yo… - digo sin pensar –

-Que soy un gilipollas que se pone a llorar con una canción? – dice irónico sin mirarme –

-No… - niego – que eres alguien sensible… - suspira – que se acuerda de alguien importante con una canción… - suspira y se gira un poco más, como poniéndose de espaldas a mí, tocándose los ojos de nuevo – eh… - digo pasando mi mano por su espalda –

-No sabes cómo me revolvió cuando la escuché… - dice con tono entrecortado – joder… - se ríe – podrías haber dosificado las cosas que han pasado ahí dentro desde que he venido… - sonrío levemente – que parece esto el diario de Patricia…

-Jajajaja – carcajeo –

-No, en serio… - dice mirándome – no sé qué ha pasado desde que he llegado aquí… - le miro – desde hace unos días… - sonrío – es como… - suspiro – tocando ahora es como que…

-Te has quedado en paz? – pregunto comedida –

Me mira instantáneamente, como sorprendido.

-Exacto… - dice sin dejar de mirarme – exactamente es eso… - baja la cabeza – y creo que lo necesitaba… - sonrío enternecida y acaricio su brazo – lo que pasa es que tener que estar en la casa de Pepe de Lucía para quedarme en paz… pues vaya tela… - dice con gracia, haciendo que me ría de nuevo –

-No vuelvas a estar 8 años sin tocar la guitarra… - digo sin saber bien cómo – tocas genial…

-Si… - dice irónico –

-Hablo en serio… - me mira y suspira – quieres volver dentro?

Me mira y entiendo que no. Entiendo que quiere irse.

-Malú… - dice algo apurado – necesito…

-Irte… - digo convencida y vuelve a mirarme fugazmente – no te preocupes… - acaricio de nuevo su brazo – yo me invento algo…

-Discúlpame con tu madre, en serio… - dice apurado – con lo bien que os habéis portado conmigo… - niego con la cabeza restándole importancia - es que…

-Estás agobiado Hugo… - digo comprensiva y me mira asintiendo levemente – si quieres puedo acompañarte… - digo sincera –

-No… - contesta rápido – necesito estar… - suspiro – solo… - asiento – un rato…

-Claro… - asiento – no te preocupes… en serio…

Le abro la puerta sin decir nada más. Me mira fugazmente, tiene todavía los ojos rojos de haber llorado.

-Pero… - se para en la puerta – si me gustaría cenar con vosotras esta noche…

No puedo evitar poner cara de ilusión, no sé por qué. Me mira avergonzado.

-Ven… - le digo abriendo los brazos, no sé muy bien por qué, pero necesito darle un abrazo –

Se me abraza como si fuera alguien de su familia. Al menos es la sensación que me da. Cruza sus brazos por mi espalda, encorvando un poco la espalda. Nuestra diferencia de altura es notable. Debe medir uno ochenta y pico. No deshago el abrazo hasta que él no se separa. Veo como sus ojos se han vuelto a llenar de lágrimas, pero se contiene y no las saca.

-A… - respira hondo – a qué hora?

-Eh… - le miro – a las 9? – digo sin pensar –

-Aquí? – pregunta ya en la puerta y asiento – Vale… - asiente sonriendo – nos vemos esta noche…

-Hugo… - se detiene al escucharme – si necesitas algo… - no sé muy bien cómo decírselo –

-Gracias… - sonríe y asiente –

Y no decimos nada más. Se marcha por el callejón y me quedo allí plantada viéndole. Mete sus manos en los bolsillos tras tirar su cigarro al suelo. Me ha dejado tocada esa reacción. Y lo que me ha dicho. Parece tan buena gente que me jode mucho pensar en lo mucho que debe haber sufrido.

2 comentarios:

  1. maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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