CAPÍTULO 95: EL ESCAPARATE

No puedo creerme todo lo que estoy oyendo estos días. He llegado a escuchar que todo lo del accidente me ha venido muy bien para hacer promoción de la gira. Que los soldouts que estoy haciendo son fruto del morbo por volver a verme después de lo que ha pasado estos meses. Que me inventé aquella lesión porque no llenaba recintos. Otra vez vuelven los rumores con Hugo. Hay imágenes de él agarrándome en brazos y corriendo. Imágenes de él sacando a ese niño del coche. Había gente grabando en esa situación. Todavía no me lo puedo creer. Pero ni una sola imagen mía ayudando a nadie.

Vuelvo a ser la altiva. La déspota. No olvidan mi “relación” anterior. No olvidan su inquina por mí. Esto no me viene bien estando tan cerca la vuelta. No por mi imagen, que también, sino por mi salud mental. Sol me aconseja que lo deje pasar, pero me hierve la sangre al leer titulares como “El enchufado de Malú” o cosas así. No, Hugo no es un enchufado. O titulares como “Malú se rodea de lo mejor para concentrarse” con cierto tono irónico, sacando las fotos de Hugo, muy guapo, eso sí.

No dicen absolutamente nada de lo que hice ese día. Que no lo hice por nada, solo me salió, pero se empeñan en tirar abajo mi imagen. En no contar la verdad. No sé cuál es la razón. Incluso le preguntan a mi “relación” anterior sobre su “sustituto”. Me dan arcadas de pensarlo. No he vuelto a hablar con él ni tengo intención, pero su gesto irónico, a la salida de un acto, me pone enferma cuando he visto cómo le han preguntado.

Vero, que ya me echó un capote, vuelve a hacerlo. Mi gente, la de verdad, sigue conmigo. Pero han llegado a decir que lo de mi pie ha sido una estrategia para ganar tiempo porque no estaba llenando recintos y necesitaban sacar algo para provocar morbo y que se vendiera. Pero cómo pueden decir eso?

Un mensaje de Sol me hace tensarme. “Métete en Instagram”. Nada más. Tengo miedo. Lo hago y, lo primero que veo, es una publicación de Hugo. Una foto de nosotros dos, de espaldas, caminando por uno de los pasillos de donde ensayamos. Creo que la foto ha debido hacérnosla Rubén, que es muy dado a sacar fotos “artísticas” según él. Veo que tiene más de 1000 me gusta y más de 200 comentarios. Leo el texto, largo.

“21 años. No nos conocemos en persona desde hace tanto, aunque, en cierta manera, te conozco desde siempre, desde pequeño. Te conozco el tiempo suficiente para saber quién eres. 21 años y todavía hay gente que piensa que se puede fingir una lesión y una operación para llenar estadios porque ella no es capaz de hacerlo cuando quiera. Ella, que ha llenado todo lo que le ha dado la gana y cuando le ha dado la gana. Ella, que se ha jugado su tobillo con tal de no suspender una gira. Ella, que ha aguantado absolutamente todo durante estos meses, sin decir una palabra, amiga del silencio. Amiga del silencio y amiga de las de verdad. De esas personas que hay que tener cerca, que lo hacen todo más fácil, que te transmite su ilusión, su vitalidad, su valentía. Es curioso, pero no he visto imágenes de ella sacándome de entre los coches en llamas hace unos días, en aquel accidente. No las he visto, pero ocurrió así, lo hizo. Valiente. La persona más valiente que conozco. No he visto imágenes de ella sacando a la gente de los coches o empujando aquellos coches, cojeando, para que las llamas no se extendieran. Me gustaría que la gente viera esas imágenes, porque yo las tengo en mi retina. Yo y todos los que lo vieron ese día. Esa es ella. Solo he visto injusticia. Injusticia hacia alguien que se mata por los suyos y que lo único que ha hecho estos años es dedicarse a su trabajo. Protectora, empática, tremendamente divertida. La mejor artista de este país. Y la mejor persona que conozco. Se ha convertido en una de mis personas imprescindibles, en mi amiga. Lo remarco. Amiga. Ella se llama Malú. A los que no la conocen, solo puedo decirles que no saben lo que se pierden. A los que la critican injustamente, de forma desmedida, haciendo sangre de forma gratuita, contando mentiras, solo puedo decirles, igualmente, que no saben lo que se pierden. Los que la conocemos, sabemos la suerte que tenemos. Siempre contigo, Jefa. Vuelves. Es lo único que importa. Vuelves a tu lugar. Y estaremos ahí para verlo y hacer que todo salga como te mereces. #ElEnchufado #MeRioPorNoLlorar #PuedesEcharmeLaBronca #AlguienTeníaQueDecirlo #EstaEsMalú”

Lloro. No puedo parar de llorar. Sabe lo mal que lo estoy pasando de nuevo. No sabe lo mal que lo llegué a pasar hace unos meses, pero se lo imagina. Sin contárselo, lo sabe. Me suena el móvil. Un whatsapp de Sol.

“Habrá que ponerle un altar, aunque ya tu gente se ha encargado de ponérselo… - y añade un montón de emoticonos de risas –

No puedo evitar comentarle. Me da exactamente igual todo, tengo que agradecérselo de alguna manera. Ya lo he hecho con mis seguidores, y ahora lo voy a hacer con él.

“Eres un pelota, amigo… - pongo de forma irónica – lo típico de los enchufados verdad? #MiEnchufadoFavorito”

No tarda en añadir un comentario contestándome que me hace reír mucho.

“Jajajajaja – escribe como una carcajada – tengo de fondo de pantalla la portada del Unplugged de Sanz, que tiene un enchufe en la boca. Me siento identificado”

Me río, me río mucho, todavía más al ver como los comentarios aumentan en masa en nuestra conversación. No sé por qué, esto no me molesta. Ahora no. Antes quizá. Ahora no.

“Yo te consigo el disco con su autógrafo, ventajas del enchufismo…” le contesto con ironía.

Vuelvo a leer la publicación y vuelvo a mirar la foto. Me agarra con su brazo por los hombros. Esa conversación hizo que, de repente, nuestra relación pasara de ser meramente cordial, a estrecha. A destensarlo todo. Me ha puesto por las nubes, una vez más. Justo cuando más necesitaba sentirme bien. Justo cuando necesitaba que alguien lo hiciera de forma tan contundente. Ha sabido cómo y cuando hacerlo. Es la mejor persona que he conocido.