Subo al coche y arranco como si me persiguiera el mismísimo
diablo. Conduzco un par de minutos hasta que tengo que parar a un lado, no
puedo seguir conduciendo. No con esta taquicardia y con estos nervios. Me
tiembla todo. Dios mío, la he visto. Cómo he podido hacer esa presentación con
ella allí? No me acuerdo de nada prácticamente, es como si hubiera puesto el
piloto automático… hasta que se ha metido en el ascensor. Ahí he sentido rabia.
Si no es por esto, no nos hubiéramos vuelto a ver, lo tengo más que claro.
Ni una llamada, ni una señal… nada durante este mes y pico.
Y ahora, de repente, quiere que hablemos? No. No pienso hablar con ella más. He
sido duro. Y me da igual, se lo merece. Siento rabia, mucha rabia. Y pena…
mucha pena… apoyo mi cabeza en el volante. Estaba tan guapa. De repente, siento
un nudo en la garganta. Tengo muchas ganas de llorar. Muchas. Y no las reprimo.
Lloro sentado en el coche, pero con ganas de salir corriendo o de poner el
coche a 200 por hora. Me tiemblan las manos si pienso en todo lo que le he
dicho. Me tiembla todo si pienso en cómo me miraba. Me miraba con tristeza.
Resoplo. Y si… y si quería hablar conmigo porque… porque
quería… agito mi cabeza, imposible. Que lo hubiera hecho antes, ahora es tarde.
No quiero volver a verla. Y, al mismo tiempo, me da algo si pienso en no volver
a verla. Joder, no puedo pensar con claridad. Creo que necesito alcohol. Mucho
alcohol. Litros y litros. Arranco el coche y pongo dirección a no sé donde
hasta que acabo en el mismo lugar que aquel día en el que cambió mi suerte con
esos décimos de lotería. El mismo hostal/bar. Aparco en la puerta y no puedo
evitar sonreír.
Al entrar, solo hay dos personas tomando algo. El dueño en
la barra, le reconozco. Cuando se gira y me ve, abre sus ojos todo lo que
puede.
-No puede ser! – exclama haciendo que se giren las dos
personas que toman algo en una mesa – pero chaval!!!
-Se acuerda de mí? – río viendo como se acerca y me da un
abrazo –
-Claro que me acuerdo! – exclama! – llevo todos estos meses
acordándome!
Río. Me vuelve a abrazar y me invita a pasar y a sentarme en
una mesa, pero decido sentarme en la barra.
-Qué haces por aquí? – dice poniéndome una cerveza – a esta
invita la casa…
-No… - digo rápidamente – un whisky mejor…
Sonríe con gesto contrariado mirándome y me hace caso.
Necesito algo fuerte. Cuando me lo pone, me lo bebo de golpe. Me quema la
garganta, apoyo el vaso sobre la barra, y le pido otro. Me mira frunciendo el
ceño.
-Huyendo? – pregunta poniéndome el segundo whisky –
-Algo así… - respondo sonriendo irónicamente – usted me
conoce de algo más que de aquel día? – pregunto con toda la intención de saber
si sabe algo de lo que ha salido en la tele –
-Yo? – pregunta contrariado – no… - responde extrañado – nos
hemos visto en algún sitio más?
-No… - respondo sonriendo mirando al vaso – no me haga caso…
- le miro – cómo se llama?
-Paco – responde dándome un vuelco el corazón… como mi padre
–
-Hugo… - estiro mi mano para estrechársela –
-Paco… - me bebo el segundo whisky – necesito emborracharme hasta que no sepa donde estoy… - me mira con cara de reprobación – si quiere tramitar lo de la habitación ya… mejor…
maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminar