lunes, 4 de marzo de 2019

CAPÍTULO 84: EQUIVOCACIÓN

-Malú… - miro a mi hermano desde el sofá y vuelvo a bajar la mirada – no vas a dirigirme la palabra?

-Mira Jose… - me levanto del sofá – lo de ayer es lo peor que te he visto hacer en mi vida.. – digo cansada –

-Es que… - suspira – no puedo ver cómo te hacen daño Malú… - se justifica –

-Y la solución es liarte a hostias no? – digo alzando la voz – encima sin tener ni puta idea de nada… - niego con la cabeza – y le pegas así, sin más! – exclamo indignada – a ti qué coño te importa! – subo todavía más el tono de voz –

-Eres mi hermana joder! – grita acercándose a mí – te crees que no me duele lo que ha ido pasando este tiempo? – dice mirándome serio – y ahora éste viene de buen rollo, como si fuera uno más… a nuestro equipo…

-Es que es uno más! – exclamo – no me ha hecho nada Jose! – digo con ganas de llorar – se lo he hecho yo a él joder! – grito dándome la vuelta – no tienes ni puta idea… - digo a punto de llorar – no sabes nada de lo que pasó en Algeciras o no has querido enterarte bien! Le dejé tirado yo! – grito dándome la vuelta hacia él – le contrataron porque tenía el mejor proyecto y él no sabía para quien era Jose… - digo intentando calmarme – no me ha hecho nada estas semanas… no intentó contactar conmigo porque se lo pedí… - sigo hablando con un punto de emoción – y yo ayer me pasé porque… - resoplo – me da coraje que todo el mundo se lleve bien con él y yo la haya cagado tanto joder! – exclamo de nuevo con ganas de llorar – le traté como una mierda y tú lo viste, y lo único que se te ocurre es pegarle? – le grito –

Mi hermano me mira casi ojiplático. Supongo que no entendió bien la historia o no quiso enterarse mucho de lo que pasó.

-Le vas a pedir perdón pero de verdad – le digo de forma contundente – igual que se lo voy a pedir yo por cómo le traté…

-Vale… - alza sus manos – vale Malú… - resopla y se tapa la boca – es que pensé que…

-Pensaste, pensaste! – exclamo  de nuevo uno poco alterada – no necesito que nadie me defienda sabes? – le digo con tono enfadado – lo que necesito es tener a mi lado a gente estable que me haga volver a sentirme bien – digo con tono emocionado – y que no se meta en mi vida… - mi hermano me mira con cara de culpabilidad – esta tarde, si es que va al ensayo… - suspiro – lo primero que vas a hacer es disculparte y delante de todos…

Mi hermano asiente, pero yo tengo mis dudas sobre si va a ir o no. Dudo mucho en si hacer lo que pienso que debería hacer… pero lo hago. Le escribo un whatsapp. No por el grupo, en el grupo nadie ha dicho ni mu desde lo de ayer.

“Hugo, vas a venir esta tarde y hablamos?”

Intento que mi tono, dentro de que por whatsapp el tono no se puede pillar, suene conciliador. Su respuesta no tarda en llegar.

“Voy con guantes de boxeo o me protejo la entrepierna?”

No puedo evitar reírme. Ya se ha llevado dos patadas ahí. Una mía, y otra de mi hermano. Los de Lucía somos peleones, debe pensar eso.

“Tú ven…” le respondo y añado un emoticono guiñándole un ojo.

Le he guiñado un ojo. No sé por qué. Por darle un poco de énfasis a la frase o de cordialidad supongo. Cuando pienso en el tiempo que me tiré sin hablar con él… en cómo me fui… en cómo me trataba… siento un nudo en el estómago. No puedo pensarlo mucho. No se lo merecía. No se merecía lo de ayer. No paro de hacerle daño. Cada vez tengo más claro que, aunque quisiera, que no lo creo después de lo sucedido, no sería capaz de tener nada con él porque sé el daño que puedo hacerle. 

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