viernes, 1 de marzo de 2019

CAPÍTULO 64: LA CARTA

Abro los ojos despacio al notar unos rayos de luz entrar a la habitación. Alargo mi mano hacia atrás, pero no la encuentro. Me giro, no está. Pienso en lo de ayer. Pienso en cómo terminó todo y respiro tranquilo. Por un momento, pensé en que eso ya no tenía arreglo. Me levanto de la cama y voy hacia la terraza. No está, solo está su mechero. Frunzo el ceño y voy hacia el baño, que está abierto, con la luz apagada.

Al volver sobre mis pasos veo que no está su bolsa sobre el sillón y veo un papel sobre la mesa, escrito. Lo miro extrañado y lo cojo. Al comenzar a leer, mi corazón se va parando poco a poco, como si fuera el momento de mi muerte.

“No sé cómo escribirte esto ni sé cómo lo estoy haciendo. Hugo, no puedo seguir con esto. Tienes razón, no dejo de desconfiar de ti y no sé si voy a poder dejar de hacerlo. No es culpa tuya, es solo mía. Vengo con una mochila de mierda detrás muy grande, y no quiero que te salpique. No sé si puedo pedirte nada… quizá tiempo. No me busques. No me llames. No hagas nada, porque lo único que voy a hacerte es daño. Necesito poner en claro muchas cosas. No estoy preparada para esto y no sé cuando voy a estarlo. Ojalá pueda estarlo.

Eres el hombre más maravilloso que me he encontrado en mi vida. Por eso, precisamente, no podemos continuar con esto. Porque no puedo joderte la vida así. Si en una semana te he hecho esto, no sé cuánto llegaría a hacerte con más tiempo. No esperaba encontrarme con alguien como tú, ahora, después de todo lo que me ha pasado estos últimos tiempos.

Ódiame Hugo. Por favor. Sé el daño que voy a hacerte. Pero, si no pongo las cosas en su lugar, si sigo así… voy a destrozarte. Soy demasiado complicada, demasiado desconfiada, demasiado difícil para ti. Te mereces algo más fácil. No olvidaré estos días, te lo aseguro.

Lo siento.”

Leo la carta con un nudo en el estómago. No, no puede ser verdad. Se ha ido. Se ha ido? Cojo mi móvil y la llamo, automáticamente, sin hacer caso a lo que pone. No da tono. Le mando un whatsapp.

“Malú, por favor, contéstame”

Ni siquiera me sale ningún tick. Me visto rápidamente y salgo corriendo de la habitación hacia su casa. No sé ni qué hora es. Corro hacia su casa, tardo muy poco en llegar. Al llegar a la verja, llamo varias veces al timbre. Veo salir a su padre y doy un paso atrás de forma automática. Me abre la verja, con gesto serio, y me mira sin apartar la mirada.

-Qué quieres? – pregunta serio –

-Pepe… - digo tragando saliva – está tu hija?

Me mira y niega con la cabeza, con un gesto tan serio que hasta me acojona. Miro fugazmente a la entrada de su casa, pero no veo a nadie.

-Mi hija no está – responde con tono serio –

-Dónde está? – pregunto mirándole –

-Se ha ido – responde rápidamente – a su casa – me mira con gesto de rabia – qué le has hecho?

Le miro sorprendido. Qué le he hecho? Ayer quedó todo aclarado. Pero no se fía de mí. En la carta pone que no sabe si algún día podrá hacerlo. Pepe se acerca a mí y me agarra de repente de la camiseta, de la parte del cuello, y me pega a él. Me asusto y mi mirada lo refleja.

-Júrame que no tienes nada que ver con esas fotos – dice con una voz que me asusta –

Me quedo mirándole sorprendido y luego aprieto mi mandíbula y le miro de forma intensa. No me suelta y yo no hago nada para que lo haga.

-Te lo juro por mi padre – digo serio, notando como surgen lágrimas en mis ojos –

Al escuchar la frase, me mira de forma diferente, como sorprendido, y me suelta. Nos miramos de una manera que no sabría describir. Siento enfado. Todos han desconfiado automáticamente de mi. Toda su familia. No me merezco eso. No pienso pasar ni un minuto más aquí.

-Nunca le haría daño a tu hija Pepe… - digo sin apartar la mirada – no te voy a pedir que me digas dónde vive… - digo dando varios pasos atrás – para mí ha sido muy importante conocerte… - sigo dando pequeños pasos, de espaldas, a punto de darme la vuelta e irme – conoceros… - digo refiriéndome a su familia - espero que volvamos a vernos algún día… - mi voz sale entrecortada -

Se queda en la verja, mirándome con un gesto entre sorprendido y conmovido, no sabría explicarlo. Sin más, me doy la vuelta y llego rápidamente a la esquina. Corro. Corro hacia el hotel. No pienso pasar ni un minuto más en este lugar.

1 comentario:

  1. Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

    ResponderEliminar