martes, 5 de marzo de 2019

CAPÍTULO 92: EL ABRAZO ROTO

No puedo parar de pensar en lo que ha ocurrido y no puedo quitarme de la cabeza la imagen fugaz de mi padre allí, en el incendio, al lado de los coches en llamas. No puedo quitarme de la cabeza su voz, diciéndome que me fuera y entremezclándose su voz con la de ella. Como si fuera una señal. No puedo evitar pensar en aquel capítulo que tanto me gustó de mi serie favorita. De su serie favorita. La constante. La conclusión que saqué de ese capítulo es que todos tenemos alguien que nos hace volver a la realidad. Que nos hace despertar cuando el ruido nos ciega. Mi mano y la suya siguen entrelazadas desde hace ya tiempo, estoy llegando a mi casa. Miro las manos, sin querer, de forma fugaz. Frunzo el ceño. No me gusta lo que pienso ahora mismo. No me gusta que se me pasen por la cabeza cosas.

Sin darme cuenta, llegamos al portal. Veo a lo lejos a mi madre y a mi hermana, en la calle, ni siquiera han podido esperarme arriba. Suspiro y suelto su mano, sin querer, no quiero, pero la suelto y desato el cinturón.

-Es donde están ellas? – pregunta Sol –

-Si… - respondo cansado – gracias por traerme Sol… - digo apretando levemente su hombro, en señal de agradecimiento, y su mano derecha se posa sobre la mía –

Miro a Malú y veo como se desabrocha el cinturón, también lo hace Jose y, por ende, Sol. Se van a bajar todos del coche? Respiro hondo y, al detenerse el coche, abro la puerta y noto como las puertas del resto también se abren. Mi madre sale corriendo al verme, llorando y se me abraza.

Me abrazo a ella con fuerza, intentando calmarla.

-Tranquila mamá… - digo con voz sosegada – estoy bien… - digo acariciando su espalda – no ha pasado nada…

-Pero hijo… - coge mi cara – estás bien seguro? – me mira fijamente –

-Si mamá… - sonrío con ternura – hermanita… - digo algo emocionado al ver como espera en el borde de la acera –

Se acerca a mí lentamente y me abraza. Si, prácticamente Malú y ella miden lo mismo porque tengo que hacer el mismo gesto para abrazarla. Se abraza a mí y comienza a llorar. Resoplo intentando aguantar, pero no puedo.

-Ya está enana… - acaricio su espalda – qué hacéis en la calle eh? – digo sonriendo –

-Cómo iba a esperarme arriba? – pregunta mi madre indignada –

-No podíamos estar en casa… - dice mi hermana llorando sin soltarme – era como lo de Papá…

Ahora si que el nudo en la garganta se ha hecho real. Intento tragar saliva pero no puedo. Llora amargamente. No sé si el resto ha vuelto a subir al coche, aunque miro a mi madre y mira hacia varios sitios fugazmente, como mirando hacia ellos.

Cuando me separo de mi hermana, me giro levemente y veo a Sol apoyada en la puerta del conductor, con gesto conmovido. Malú se mantiene plantada en su puerta, en un segundo plano, igual que su hermano. Mi hermana me suelta y no puedo evitar ir hacia ellos. Abrazo a Sol como si la conociera de más tiempo, con mucho cariño, y ella me abraza igual. Parece muy buena gente. No nos decimos nada, solo el abrazo, que dura unos segundos.

Camino por detrás del coche y Jose se adelanta a su hermana para darme un sonoro abrazo. Me da palmadas en la espalda y yo hago lo mismo. El abrazo dura unos segundos.

-Gracias… - susurra antes de deshacer el abrazo y, cuando termina, se da la vuelta y noto como se toca los ojos –

Gracias. Por qué? Por ayudar a su hermana supongo. Malú me mira, creo que no sabe muy bien qué hacer. Sus ojos se ponen rojos al mirarnos y me acerco a ella abrazándola fuerte. Escucho como comienza a llorar. Sollozar más bien, no llora amargamente como mi hermana, se contiene, pero me abraza fuerte. Yo la abrazo con una mano en la cintura y con otra en su pelo, no puedo evitar retener algún sollozo. Detecto el olor de su pelo otra vez. Cierro los ojos, me lleva a muchos sitios, demasiados. Al deshacer el abrazo me da un sonoro beso en la mejilla y mira al suelo, secándose los ojos.

No nos hemos dicho nada. Nos miramos un segundo, solo uno, y nos sonreímos tiernamente. Acaricio su mejilla con ternura y veo como cierra los ojos y suspira. Suspiro también. Nos damos la mano esta vez con los brazos estirados mientras camino hacia el portal de mi casa, donde mi madre y hermana nos miran atentamente. Al llegar, mi madre me mira algo más seria, pero me hermana me mira con una ilusión en la cara que pocas veces le he visto.

1 comentario:

  1. Maaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

    ResponderEliminar