Escucharle llorar de esa manera, durante bastante rato,
encogido en el suelo, aceptando mi abrazo pero sin poder consolarle, me ha
partido en dos. Le he pegado. Si hubiera sido al contrario, se hubiera liado
parda. Pero le he pegado yo. No una, sino varias veces. Me ha jurado por su
padre que no tiene nada que ver. Por su padre, con lágrimas en los ojos. Joder,
cómo no voy a creerme eso? Y esa chica era su hermana… y no ha querido contarme
que venía para protegerme… maldita sea, soy imbécil. Soy muy imbécil. Le he
hecho un daño tremendo, ya no físico, sino psicológico.
Después de calmarnos los dos, no podíamos parar de besarnos.
Hemos hecho el amor. No solo sexo, sino que hemos hecho el amor. Su forma de
tocarme, su forma de besarme, su forma de todo, es exactamente eso. Hacerme el
amor.
Mi cabeza es un hervidero de pensamientos. No sé cuánto
tiempo lleva dormido. Alcanzo mi móvil. Son las 6 de la mañana y yo no he
podido pegar ojo. Duerme pegado a mí, a mi espalda. Le escucho respirar. No se
lo merece. No se merece lo que he hecho. No le convengo. Es demasiado bueno
para mí. Demasiado bueno para todo lo que conlleva estar conmigo. Demasiado
bueno para pasar por lo que he pasado yo en los últimos meses. Comienzo a
llorar en silencio porque un pensamiento se ha adueñado de mi cabeza y ya no va
a salir. Tengo que irme. Tengo que dejarle.
No puedo hacer esto cara a cara, no voy a ser capaz. Sé que
esto es tan cruel como lo que le he hecho al llegar aquí, pero no puedo decirle
cara a cara que esto se acaba… porque no voy a ser capaz. Pero tengo que
hacerlo. Es demasiado buena persona para pasar por esto. Demasiado sensible.
Demasiado horrible para él. Siento como se mueve y se da la vuelta. Ahora está
de espaldas a mí. Me levanto lentamente de la cama y le miro. Las lágrimas se
apoderan de mis ojos. Se que voy a cometer el peor error de mi vida, pero tiene
que ser así.
Encima de la mesa, hay un boli y el típico papel que te
dejan en los hoteles con un sobre… que nunca he entendido para qué era… pero
que ahora voy a usar. Suspiro mientras le miro a casi a oscuras, no he
encendido ninguna luz, solo la pantalla de mi móvil me alumbra. Escribo sin
poder evitar llorar y dejo la carta ahí.
Cojo mi bolsa, esa que lleva días aquí y, mirándole por
última vez, abro la puerta de la habitación despacio, y me voy. Camino hasta el
ascensor y, al entrar y cerrarse, no puedo reprimir las lágrimas. Cuando se
despierte va a odiarme. Mejor así, mejor que me odie, porque no he parado de
hacerle daño, como a todo el mundo, por mi maldito miedo.
Camino por la calle hasta mi casa. Está amaneciendo. Entro en casa, todo en silencio, directa a mi habitación. No sé si voy a poder dormir. Comienzo a hacer mi maleta, voy a marcharme a primera hora. No sé como se lo voy a explicar a mi madre… ni a mi padre… pero voy a marcharme. Poner distancia de por medio. En realidad, lo que voy a hacer es dejarle tirado. No me lo va a perdonar en la vida, pero quizá es mejor así.
Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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