sábado, 2 de marzo de 2019

CAPÍTULO 70: LA REUNIÓN


Me miro al espejo. Pantalón vaquero, americana y camiseta. Formal pero informal al mismo tiempo. Joder, tengo una reunión. Me llamaron hace un par de días diciéndome que les había gustado mi proyecto y querían conocerme y hablar en persona para explicarme un poco lo que querían, pero que no querían hacerlo por teléfono ni en otra situación, sino en persona. Me extraña, aunque imagino que será por el hecho que en los espectáculos musicales, las filtraciones son fáciles que se produzcan. Además, querrán que les haga algún tipo de presentación asi que, por si acaso, me he preparado una mini presentación de power point y he guardado los videos con las simulaciones de los escenarios en un pen drive.

Salgo de casa nervioso pero con una sensación de ilusión que hace tiempo que no sentía. Me haría tanta ilusión embarcarme en un proyecto de trabajo de lo mío, después de haber estado trabajando durante años en algo en lo que no quería… pero, a la vez, veo tan improbable que me cojan. No tengo apenas experiencia, aunque sí, durante la carrera, me preocupé bastante de prepararme. No solo estudiaba la carrera, sino que me informaba de las novedades técnicas… y eso no ha cambiado. He manejado todo tipo de materiales, depende un poco de lo que pidan o de la magnitud del proyecto, pero vamos… allá voy conduciendo a la dirección que me han facilitado.

Estos días he pensado menos en ella. Bueno, para qué mentirme… he pensado igual… solo que ya ha pasado un mes… un largo mes en el que ni ella ha hecho nada para ponerse en contacto conmigo, ni yo tampoco. Digamos que lo que siento ahora mismo es decepción. No sé qué haría si la viera, ni sé que pensaría si me llamara. Es mucho tiempo para pensarse algo. Demasiado. Si de verdad quisiera estar conmigo o intentar algo, ya me habría llamado. Empiezo a aceptar que esto va a mantenerse así y que jamás volveremos a vernos. Empiezo a aceptarlo. No era para mí, por mucho que yo pensara que sí lo era.

Salgo del coche después de aparcar y me arreglo la americana. Las oficinas, a las afueras de Madrid, imponen un poquito, al menos para mí, que apenas he venido a estos sitios. Respiro hondo un par de veces y entro. Al entrar, una recepcionista me mira sonriente.

-Hola, soy Hugo Romero, me han citado para una reunión…

-Si – responde sonriente – primera planta, la primera puerta de la izquierda…

-Gracias… - respondo con media sonrisa –

A veces, cuando la gente me sonríe desde que salieron las fotos, pienso que me reconocen. No me ha pasado que me paren ni nada, supongo que porque apenas salí 2 minutos en aquella maldita entrevista y esas fotos en las que tampoco es que se me reconozca tanto como para que me paren por la calle. Pero me ha dado la sensación que la recepcionista me ha reconocido, no sé por qué.
Subo a la primera planta y, al salir del ascensor, veo la puerta a la izquierda. Son puertas transparentes. Hay gente dentro. Joder, me acabo de poner muy nervioso. Miro mi reloj. Las 5 en punto, si algo soy es puntual. De pronto, caigo en que pueden reconocerme. No Hugo, nadie va a reconocerte, no eres famoso. Fin de la historia.

Cojo aire varias veces y me acerco a la puerta. A pesar de ser transparente, toco a la puerta antes de abrirla.

-Hola, soy Hugo… - digo mirando a las personas que están de pie, algunas sentadas ya, en una larga mesa –

-Si! – exclama uno de ellos – pasa, por favor… - se mira el reloj – puntual, no como otras… - mira a una chica que me mira con gesto sorprendido –

No entiendo ese gesto. No sé quién es pero me mira casi boquiabierta para, poco después, rascarse la cabeza y resoplar apartando la mirada. El resto me saluda. 5 personas más, 2 mujeres y 3 hombres. Les saludo a todos y, cuando llego a la chica que me mira raro, pone una leve sonrisa y se levanta de la silla.

-Soy Sol, encantada… - dice casi sin mirarme –

-Hugo… - respondo intrigado por ese comportamiento –

Pienso que me reconoce. Pienso que sabe quién soy. Es posible. Pero he mandado el proyecto con mi nombre. Bueno, en la revista y para la opinión pública, soy Hugo, a secas, no saben mi apellido o no se ha publicado, al menos que yo sepa. Hugos hay muchos.

-Pasa hombre, ponte allí, al lado de la pantalla – me dice uno de ellos, creo recordar que se llama Antonio –

Le hago caso y sonrío, pasando hasta mi silla, sentándome al lado de una de las mujeres que me sonríe amablemente.

-Vamos a esperar unos minutos a ver si llega… - dice uno de ellos mirando a Sol –

-Viene ya… - dice dirigiéndome una mirada que no comprendo –

Vale, falta alguien. Debe ser importante para no empezar sin esa persona. Me ofrecen una botella de agua que agradezco.

-Nos ha encantado lo que nos mandaste, ya te lo dije por teléfono – me dice Antonio y me hace ponerme algo colorado – cuando te contemos lo que queremos, vas a sorprenderte de lo mucho que se parece a lo que nos has mandado.

Alzo mis cejas. Así que, sin yo saberlo, les he mandado algo que se parece a lo que quieren. Bebo un poco de agua, se me ha secado la garganta de lo nervioso que estoy todavía. Sobre todo porque esa chica no para de mirarme de reojo y de tocarse la frente de forma seria.

-Lo siento eh? Ya sé lo que me vas a decir Antonio

La sangre se me hiela y el corazón se me para. O se me parte. O no sé lo que ha pasado con ese órgano, pero no funciona. No funciona por unos segundos. Entra en la sala a toda prisa. No se ha dado cuenta de que estoy aquí, no me ha mirado. Cuando lo haga, se me va a volver a parar el corazón. Tengo que salir de aquí. No puede ser, esto es para ella? Esto es para su gira? No, no puedo hacer esto. No puedo quedarme aquí. Cómo salgo de aquí? La chica que me observaba, la tal Sol, me observa de nuevo. Supongo que ve como la miro con gesto asustado, sorprendido… no sé cómo la estoy mirando. Veo como se quita el bolso y se atusa el pelo justo antes de sentarse al lado de la tal Sol.

-Malú, te presento a Hugo, el artífice del proyecto que te comentamos…

La voz de Antonio hace que se gire hacia donde está señalando. Hacia mí. Me mira y sus ojos se abren de par en par y se hace un poco para atrás en la silla, como si necesitara apoyarse en algún sitio. Veo como Sol se toca la frente y resopla, diciéndole algo a la persona de al lado, que me mira sorprendida igualmente.

Me siento tan fuera de lugar que no sé qué hacer. No sé si levantarme e irme. No sé si hacer como si nada. Sol y la otra mujer me miran y miran a Malú alternativamente durante unos segundos. Cómo cojones salgo ahora de aquí?

No hay comentarios:

Publicar un comentario