Manu y Sol se han encargado que vengan a buscarnos en varios
coches. Los carriles contrarios de la carretera se han habilitado de tal forma
que se pueda acceder a la zona desde las dos direcciones, la carretera donde
está el camión todavía está cortada.
Los abrazos entre nosotros se suceden al llegar los 3
coches. Manu lleva uno, Sol lleva otro y Carlos lleva otro. Los 10 no cabemos
en 2 coches, evidentemente. Cojo de la mano a Hugo, como diciéndole que se
venga en mi coche, conmigo y con Sol. En nuestro coche también se viene mi
hermano.
Le veo abrazarse al resto. Especialmente emocionante es el
abrazo que se da con Rubén. Es con el que mejor se lleva. Al girarse hacia mí,
veo como está llorando y no puedo evitar volver a abrazarle. Jose también le da
un fugaz abrazo y Sol, al salir del coche, nos abraza a los 3, con algo más de
efusividad a mí, emocionada, con la lágrima al borde de los párpados.
Jose se sube al lado de Sol, en el lugar del copiloto.
Detrás, Hugo y yo. Se abrocha el cinturón, en la parte izquierda del coche,
detrás de Sol. Yo detrás de mi hermano, en la parte derecha, le imito y me
abrocho el cinturón. El silencio en el coche es sepulcral.
-No ha habido víctimas – dice Sol de repente, como
intentando romper el hilo de tensión que nos une a los 4 –
Miro automáticamente a Hugo, que se apoya con el codo en el
borde de la ventanilla y apoya su cabeza en su puño cerrado, mirando por la
ventana y soltando un suspiro. Miro por el retrovisor central y Sol me está
mirando. Bajo la mirada con tristeza.
-Hugo… - vuelve a hablar Sol – dime dónde vives…
Hugo no contesta. Sigue mirando por la ventana. Me parece
notar que vuelve a estar emocionado, con lágrimas en los ojos. Toco su pierna y
da un respingo de susto, mirándome.
-Hugo… - digo con voz dulce – dónde vives para que Sol te
lleve?
-Ah… - dice mirándome y sacudiendo su cabeza –
Detalla su dirección y Sol la introduce en el GPS. Le miro
preocupada pero no me devuelve la mirada, solo vuelve a su posición inicial,
mirando por la ventana. No dice una palabra. No habla. Lo último que ha hecho
antes de que llegaran los coches es hablar con su hermana y su madre por
teléfono, tranquilizándolas y diciéndoles que le llevaban a casa. Su hermana
quería venir a buscarle, pero ha insistido en que no.
Seguimos sin hablar en el coche. Mi hermano también mira por
la ventanilla de forma seria. Puedo verle a través de su retrovisor. Lo que ha
pasado hoy, sin duda, nos va a marcar. Por un momento, me da por pensar que son
señales para que esta gira no se retome jamás. El primer ensayo general y pasa
esto. Es algo difícil de asociar con la casualidad solamente.
Vuelvo a mirar a Hugo. Serio, mirando por la ventana, respirando hondo a veces. No puedo evitar alargar mi mano izquierda hasta su mano derecha, que se posa en el asiento. Cuando nota el contacto, vuelve a pegar un respingo y me mira. Le sonrío levemente y no retiro la mano. Él tampoco. Me mira y respira hondo, como cogiendo aire porque lo necesita. Probablemente estaba pensando en su padre, o en cualquier cosa que ha pasado hoy. Le aprieto la mano levemente y me devuelve el apretón, con una leve sonrisa. Devuelve su mirada a la ventana, pero no me suelta la mano. Noto la mirada de Sol por el retrovisor central. Es una mirada de ternura, fugaz, devolviendo su mirada a la carretera. Sonrío de lado y devuelvo mi mirada de nuevo a la carretera, con nuestras manos agarradas. Es algo así como una forma de haber firmado la paz por completo.
Maaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarMaaas
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