viernes, 15 de marzo de 2019

CAPÍTULO 129: LA CONSTANTE


Se me está haciendo eterno. Escucho algún sollozo, muy ténue, y no sé si es bueno o malo. Estoy muy nervioso. Ojalá pudiera fumar aquí. Encojo mis piernas y las envuelvo con los brazos. Escondo mi cabeza entre ellas. Tarda mucho. Tiene que estar pensando que estoy como una cabra. Que estoy loco. Que soy un gilipollas y un maldito ñoño de mierda. Apoyo mi cabeza en la pared y entonces escucho como la puerta se abre. La veo y me levanto rápido, sin dejar de mirarla. Tiene los ojos rojos y brillantes. Me mira con la barbilla temblándole. Me acerco lentamente, no sé qué significa, no quiero precipitarme. Alarga su brazo y me coge la mano, haciéndome pasar. Antes de cerrar la puerta, me mira, coge el cartel de no molestar y lo pone. Como aquella vez. Cojo aire, trago saliva, y la miro, esta vez, con mis ojos empañados.

Miro alrededor. Todos los sobres en un montón. Todavía lleva el 15 en la mano. La observo. Me mira y comienza a llorar.

-Malú… - susurro justo antes de abrazarla – no llores… - digo intentando aguantarme, aunque no puedo hacerlo durante mucho tiempo – estoy como un cencerro verdad? – oigo como se ríe levemente – lo siento… - digo sollozando, apoyando mi cabeza en su hombro izquierdo – siento haberme ido y haber hecho tantas tonterías…

-Cállate – dice sin deshacer el abrazo – la culpa es mía… - acaricio su pelo – no me merezco esto… - se separa un poco y me enseña el sobre 15 –

La miro arqueando un poco mi cabeza, de forma tierna. Le quito el sobre y lo dejo en la mesa. Vuelvo a agarrar su mano y, con la otra, su cintura. En el mismo lugar que el primer beso. Cerca de la puerta, pegada a la pared. No deja de llorar. Acaricio su mejilla intentando que se calme.

-Que no te lo mereces dices… - digo irónico –

-Es demasiado Hugo… - dice mirando alrededor – es lo más bonito que me han hecho en mi vida… - dice volviendo a llorar –

-Schh… - susurro volviendo a abrazarla –

Está tan frágil. Tan tierna. Me da hasta rabia haber hecho que llore tanto. Acaricio su pelo y no lo dilato más. Necesito besarla. Besarla otra vez. Aquí, en el mismo sitio donde empezó todo. La separo un poco y agarro su cara con las dos manos. Me mira con lágrimas en los ojos. Acaricio sus mejillas, quitando algunas, y deshago poco a poco la distancia. No se aparta. Pone sus manos en mi cuello y ya no espero más. Nuestros labios se juntan y deja de llorar. Los abrimos a la vez, primero tímidamente y luego con desesperación. Desesperación por volver a besarla. He pasado tantos nervios desde ayer que siento que me fallan las piernas al vernos así otra vez. La apoyo en la pared, de forma suave, y trepa por mí, como antes, hasta cruzar sus piernas por mi cintura.

Nos besamos con más intensidad, mucha más. Me giro, necesito llevarla a la cama. La dejo caer y caigo sobre ella. Mete su mano entre mi camiseta y yo hago lo mismo, sin parar de besarnos. Me acaricia el pelo y entonces noto como está llorando otra vez. Dejo de besarla y me separo un poco, sin quitarme de encima. Aparta la mirada y cierra los ojos. Su barbilla vuelve a temblar.

-Eh… - digo de forma suave – cielo…

Es llamarla así y comenzar a llorar desconsolada. Joder, no sé qué hacer. Me contagia. La agarro con mis brazos por su espalda y la abrazo todo lo fuerte que puedo, escondiendo mi cabeza entre su cuello y su hombro derecho. Mi lugar favorito casi. Lloro con ella. Lloramos un buen rato, ninguno de los dos encuentra consuelo. Pongo algo de cordura por fin, me incorporo un poco y la veo, tapándose la cara con una mano.

-Malú… - digo intentando no volver a ponerme a llorar y apartando su mano – no llores más… - le ruego – no puedo parar si no paras tú… - acaricio su mejilla –

-Por qué haces esto? – pregunta sin mirarme – todas esas fotos… - solloza – Hugo, no he parado de hacerte daño…

-Oye… - digo haciendo que me mire – yo también te he hecho daño… - niega con la cabeza e intenta apartar la mirada pero se lo impido – pero tú diste el paso… - me refiero al mensaje – cuando leí el mensaje… supe que… - suspiro – Malú, quiero estar contigo… - digo sincero mirándola – quiero que volvamos a empezar… - me mira a punto de volver a llorar – quiero que sea fácil… - sonríe mientras le cae una lágrima por la mejilla - no es tarde verdad?

No dice nada, solo me agarra la cara y comienza a besarme de nuevo. Besos cortos, muchos, con los labios sellados. Sonrío levemente. Tras esos besos, volvemos a mirarnos. Acaricio su pelo, todavía sigo encima de ella. La mirada lo dice todo. Necesito decírselo. Aquella tontería que iba a hacer el día en que acabamos en su camerino. Ahora ya no es una tontería. Ahora necesito decírselo.

-Malú yo… - bajo la cabeza y suspiro – te quiero…

No obtengo respuesta, no la miro durante unos segundos hasta que lo hago. Me está mirando con los ojos de nuevo encharcados. No contesta, solo se incorpora y me besa. Me besa con los labios entreabiertos. Nuestras lenguas se enganchan. Se enganchan para no soltarse. Noto como entra algo de luz de la calle. Es de día todavía, no sé ni qué hora es, pero me da igual. Me da igual cuando vuelvo a escuchar ese gemido. Leve, entremezclado con una respiración agitada. Meto mi mano de nuevo por su camiseta, hasta llegar a su pecho izquierdo. Lo aprieto levemente. Lleva el sujetador. Vuelve a gemir, esta vez de forma más intensa. Sube sus brazos para que le quite la camiseta y le obedezco.

Sin camiseta, con su sujetador como única prenda que cubre sus pechos, vuelve a cogerme la cara con las dos manos. Me mira de nuevo con esa mirada tan intensa que lo dice todo. Veo como parpadea varias veces, como si necesitara hacerlo para no llorar. Sonrío enternecido al verla así.

-Yo también te quiero… - dice con la voz entrecortada –

La miro sorprendido. Sorprendido y con un nudo en la garganta. No me lo esperaba, no se lo he dicho para que me responda pero… me lo ha dicho. Sonríe levemente con gesto emocionado. No me esperaba escucharlo. Quizá porque sé lo que le cuesta decir lo que siente si no es en un escenario. No pienso parar de besarla. No pienso hacerlo.

Comenzamos a besarnos de nuevo, ahora de forma algo más frenética. Me quita la camiseta sin mucha resistencia por mi parte.

-Te he echado tanto de menos… - digo besando su cuello –

-Dios… - susurra gimiendo levemente – y yo… - su voz suena entrecortada todavía –

Desabrocho su sujetador de un movimiento y, de otro movimiento, lo lanzo lejos. Ni un segundo más sin pasear mi boca por sus pechos. Ahora los gemidos son más sonoros. Aumentan al notar que mi mano derecha se pasea por su entrepierna, todavía cubierta por las mallas que lleva.

-Hugo… - susurra gimiendo más fuerte y agarrando mi pelo con sus manos –

Pienso hacerlo así. Repto por su cuerpo hacia abajo, hasta llegar a sus mallas. Alza sus caderas y bajo las mallas y sus braguitas al mismo tiempo. Me muero de deseo ahora mismo. Y, por su mirada, creo que también. Cuando le quito la ropa y está completamente desnuda, acerco mi cara a sus muslos, se tapa la cara y se ríe levemente. La miro alzando las cejas y me mira tapándose la boca.

-Vas a hacer lo mismo verdad? – dice cerrando sus piernas, como con vergüenza –

Me incorporo hasta llegar a sus labios. Deja de reírse de forma automática.

-Lo mismo no… - digo susurrando – mejor… - digo con la respiración acelerada –

Me mira respirando de forma agitada y vuelvo hacia sus muslos. Paseo mi boca por ellos hasta llegar a la zona. Suelta un gemido ahogado cuando nota mis labios ahí. Agarro sus muslos y los abro un poco más. Noto como apoya sus pies en mi espalda y se arquea levemente. Sin avisarla, introduzco uno de mis dedos en ella, sin dejar de pasear mi lengua por donde debo. El gemido que suelta es tan sonoro que hasta la miro sorprendido y se tapa la boca. Cojo su mano y la aparto de su boca, como diciéndole que puede gemir o gritar lo que quiera. Me mira de forma intensa justo antes de volver a llevar mi boca y mi lengua a la zona. Muevo mi dedo dentro de ella, haciendo que mueva sus caderas de forma instintiva. Voy a hacer que se corra así. No creo que tarde mucho más, a juzgar por sus gemidos. Muevo mi lengua a una velocidad alta, y mi dedo entra y sale de forma frenética. Lo oigo. Lo siento. Arquea su espalda mientras no dejo de mover mi lengua ni mi dedo. Gime muy fuerte, y durante varios segundos. Más de los que recordaba. Me agarra la cabeza para que pare. Alzo mi mirada y está con los ojos cerrados, respirando de manera agitada, con la boca entreabierta. Desde aquí veo su cuerpo entero. Su abdomen y sus pechos, que se mueven al ritmo de su respiración. Saco mi dedo y lo arrastro por la zona, provocándole un nuevo gemido ahogado.

-Hostia… - susurra – Hugo… - dice mirándome –

Subo hasta su boca y, sin decirle nada, la beso. La beso de forma intensa, frenética. No puedo más. Necesito que me toque. Que me acaricie. Es como si me leyera la mente. Pasa sus uñas sin hacer mucha presión por mi espalda, justo antes de llevarlas a mi pantalón. Me lo baja sin resistencia. Me quedo arrodillado, igual que ella, delante de mi. Me libera de toda la ropa. Mi excitación es más que evidente. Resopla al verme y se muerde el labio inferior. No, no hagas eso. No puedo ver que hace eso. Me dirijo a su boca de nuevo, con mi mano de nuevo en su entrepierna. Los dos arrodillados. Una de sus manos se dirige mi pelvis. Lo masajea. Con movimientos suaves pero que me van a hacer perder la razón. Igual que creo que va a perderla ella como siga tocándola así.

La tumbo en la cama, boca arriba. Me agarra de la nuca y me lleva hasta su boca, haciendo que me tumbe por completo encima de ella. Desnudos, sin más ropa que la piel. Muevo mis caderas, rozándome con ella. Me mira con un gesto un tanto sorprendido.

-No voy a hacer nada… - digo acariciando su mejilla – solo quiero… - me agarra sin dejarme hablar y vuelve a besarme, con fiereza –

No me introduzco en ella, solo quiero rozarme con ella así. Muevo mis caderas despacio, escuchando como comienza a gemir de nuevo. Me acaricia la espalda y yo llevo mi mano derecha a su pecho izquierdo. Lo masajeo con cierta desesperación. Los movimientos van siendo más rápidos, sin estar dentro, solo por fuera. Sé que le estimula, noto lo excitada que está. Me agarra la entrepierna y la dirige hacia su entrada. La miro sorprendido y vuelve a morderse el labio. Dios, me voy a morir. Me va a matar.

-Ponte uno ya… - dice mirándome con gesto de absoluto deseo – o se me va a ir la cabeza…

Le hago caso. Me levanto hacia mi maleta y lo hago rápido. Me mira y vuelve a mordérselo.

-Dios, deja de morderte el labio… - digo con voz ronca tumbándome encima de ella –

-Por qué? – pregunta riendo levemente –

-Porque me pone demasiado… - confieso y sonríe triunfante – ven aquí… - digo agarrando sus caderas con fuerza –

Me sereno un poco, para no ser brusco, hasta que noto que, de nuevo, agarra mi entrepierna y la dirige. Me introduzco en ella sin ninguna dificultad. Está muy excitada, lo noto. Gime. Comienza a gemir de forma intensa. Y yo también. No suelo hacerlo, pero necesito soltarlo.

-Me encanta oírte… - dice pegada a mi oído, susurrando entre gemidos – eso lo hacías poco…

-Malú… - gimo – no voy a durar nada como sigas hablándome así… - digo moviendo mis caderas lentamente –

-Sí que duras… - dice con voz muy sensual – por qué no has gemido así nunca? – pregunta mirándome mientras me susurra –

-Dios… - susurro – tenía tantas ganas… - gimo introduciéndome lentamente en ella –

-Y yo… - responde gimiendo – me encanta así… - dice gimiendo – despacio…

-Y a mí… - poso mi cabeza en su hombro – te quiero…

Lo digo sin pensar. Quizá no es el momento. Quizá no tendría que haberlo hecho. Me mira. Me mira y gime a la vez.

-Yo también te quiero gordo… - dice abrazándose a mi espalda –

Sonrío al escuchar que vuelve a llamarme así. Hasta tengo que contenerme o me pondré a llorar. Levanto mi mirada y miro a sus labios directamente. Nos besamos de nuevo. Lento, muy lento. Con su lengua moviéndose de forma lenta junto a la mía. Nos tapo con la sábana sin dejar de besarnos de esa manera. Cambio mi movimiento de caderas y lo hago, además de lento, mucho más profundo. Gime fuerte la primera vez que lo hago. Y la segunda. Y todas.
Aumento poco a poco la velocidad. Por sus gemidos, también lo quiere así ahora. Vuelvo a gemir. Gimo mucho. No tan alto como ella, más bajito, pero gimo mucho. Muchísimo. La deseo tanto que no puedo controlarlo.

-Ah… - gime mientras la miro, apoyado en mis manos – sigue… - gime –

-No puedo mucho más cielo… - digo gimiendo –

-Ni yo… - sigue gimiendo al mismo ritmo que mis caderas –

Llevo mi mano derecha a su entrepierna y la estimulo mientras no dejo de moverme. Me mira sorprendida y cierra los ojos mientras masajeo con mi mano la zona. Sigo mis movimientos, cada vez más rápidos. La escucho de nuevo. La miro y veo como arquea levemente la espalda y  como se corre. Veo la cara que pone, de placer absoluto, y no puedo contenerlo. Paro mis movimientos con la mano en su entrepierna y me corro con ella. Nos pasaba. Nos pasaba a veces a la vez. Me ha puesto tan sumamente cachondo ver su cara que ha sido el detonante. Caigo rendido sobre ella, todavía moviendo mis caderas de forma lenta y escuchando sus gemidos, ahora más tenues.

-No puede ser… - susurra abrazándose a mí – Gordo… - respira entrecortada – Dios… - todavía mueve lentamente sus caderas, haciéndome querer parar de todo el placer que siento ahora mismo –

-No te muevas así mucho más… - le suplico – que me matas… - susurro y escucho como se ríe levemente – joder Malú… - alzo la mirada hasta verla –

-No puede ser… - repite tapándose la boca y riéndose levemente – a la vez… - me mira y asiento – nos pasaba… - se ríe de nuevo -

-No sabes la cara que pones cuando te corres… - digo de forma totalmente lasciva –

-Hugo! – exclama algo avergonzada, tapándose la cara –

-Joder… - beso su cuello – qué quieres que haga? – sigo besando su cuello, escuchando gemiditos que me encantan – me encantas… - digo llegando a su oreja y lamiendo su lóbulo – me vuelves loco… - digo besando su mejilla – como todo este tiempo… - comienzo a darle besos fugaces en la boca – no ha dejado de pasarme… - vuelvo a besar su cuello –

No me contesta, solo acaricia mi espalda levemente. La miro y está con gesto avergonzado. Sonrío tiernamente.

-Me vas a dejar ser un ñoño de mierda verdad? – digo dándole besos por el otro lado del cuello –

-Me encanta que lo seas… - contesta abrazándome – tú si que me vuelves loca… - dice abrazándome más fuerte – qué imbécil he sido Hugo…

-No por favor… - digo cansado y resoplando – deja eso ya cielo… - la miro y sonríe levemente – te gusta lo de cielo verdad? – sonríe apartando la mirada y asiente – deja de pensar en lo que ha pasado antes de hoy, por favor – le suplico mirándola – empezamos de nuevo?

-No – responde seria y me hace acojonarme – quiero que retomemos lo que dejamos por mi culpa… - ríe al ver mi cara de alivio –

-Qué cabrona eres… - me llevo la mano al pecho y ríe más fuerte – me has acojonado… - digo sin mirarla hasta que acaricia mi mejilla y alzo la mirada hacia ella – retomarlo… - asiente – vale… - respondo sonriendo – pero deja de echarte la culpa o me tiro por la ventana… - ríe avergonzada – no lo digas más vale? – acaricio su mejilla y asiente –

Miro a la ventana y parece que está atardeciendo. Siento algo de hambre. No sé el tiempo que llevamos aquí. Me imita y mira por la ventana y me mira sonriente.

-Siguen subiendo la cena a la habitación? – pregunta mirándome sonriente y alzando una de sus cejas de forma sugerente -  

1 comentario:

  1. Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

    ResponderEliminar