miércoles, 13 de marzo de 2019

CAPÍTULO 116: SIN RESPUESTA

Ayer le llamé varias veces hasta que el teléfono aparecía apagado o fuera de cobertura. Apenas he podido dormir. Cómo he podido ser tan cruel? No me quiero imaginar por lo que está pasando. Ni siquiera sé si su familia está bien o no. Y si ha pasado algo malo? Y si su hermano, o algo uno de los niños… Hugo no soportaría eso. No después de lo de su padre. Si nadie lo soportaría, mucho menos él.

He sido tan estúpida. Mi actitud ha sido infame. Cato tampoco me contesta a los mensajes. Ni nadie del equipo. Nadie hasta que Rubén me manda un mensaje escueto.

“He conseguido hablar con él. Su hermano jodido. Su cuñada en observación. Los niños bien, pero traumatizados”

Lo leo varias veces. Se me parte el corazón en tantos trozos que ni sé si puedo recogerlos. Vuelvo a llamarle. Ahora sí da señal. Solo dos tonos son suficientes para que sepa que me acaba de colgar.

La cagada es de dimensiones épicas. Creo que jamás la he cagado tanto con alguien. Necesito hablar con él, necesito disculparme, necesito que sepa que puede contar conmigo… necesito abrazarle. Y no voy a poder hacerlo. Nunca va a perdonarme lo que ayer le hice. Le traté como una mierda delante de todos, sin preguntar. Y todo porque estoy celosa.

Dios. Estoy celosa. Muy celosa. Cuando le vi con ella, de nuevo el corazón se me partió en varios trozos. Como si tuviera más de uno y cada vez se me rompiera uno de ellos.

Estoy celosa y enfadada. Enfadada conmigo. Soy una imbécil. Desde que le conozco, no he parado de comportarme como lo que soy. Una imbécil. Desconfiar de él, tratarle mal, usarle, provocarle, dejarle tirado… todo lo malo que se le puede hacer a alguien, se lo he hecho a él. Nunca va a perdonarme. Y lo peor de todo es que sé que nunca encontraré a alguien como él. A alguien que me haya comprendido así.

Cojo el móvil, le he mandado muchos whatsapps, sin contestación. Le he llamado muchas veces. Sin respuesta.

“Hugo… lo siento, de verdad… no sé por qué te he hablado así… lo siento…”

“Hugo, dime cuando llegues si todo está bien… espero que si”

“Hugo… no sé nada de ti… sé que estarás enfadado, lo sé, lo entiendo, me pasé muchísimo…”

“Hugo, ya me han dicho que los niños están bien… ojalá tu hermano y tu cuñada también”

Decido mandarle otro tras leer todos los que le he mandado desde ayer.

“Hugo, si necesitas algo, dímelo”

Hasta leyéndolo me parece hipócrita por mi parte. Si yo fuera él, eso sería lo que pensaría. De repente, veo como su estado pasa a ser “escribiendo”. Temo la respuesta y, al mismo tiempo, la ansío. Me imagino un gracias o un… ya hablaremos… pero el mensaje que me llega me parte de nuevo en dos. Duro. Muy duro. Me lo merezco.

“No iba a contestarte pero no soy como tú, aunque tengo bastantes cosas más importantes de las que preocuparme ahora mismo, te lo aseguro. Si necesito una cosa de ti. Que me dejes en paz. No hagas como que te importa algo que me haya pasado porque dejaste bastante claro que te importo una mierda. Soy un mierda para ti, no es eso?. No necesito nada de alguien que me ha tratado como tú durante todo este tiempo”

No puedo evitar echarme a llorar. Lloro como nunca he llorado. Este mensaje es el final. El maldito final que yo intente escribir en esa carta sin querer hacerlo. El maldito final que intente con aquella mentira, mirándole a los ojos y diciéndole que todo fue un error. Ese final ha llegado. Y ha sido por su parte. Lo peor de todo es que sé que yo hubiera hecho exactamente lo mismo que él. 

1 comentario:

  1. Maaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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