Me quedo casi parado, caminando como torpemente entre los
coches mientras no dejo de mirar el fuego. Escucho las sirenas. Ya vienen. Ya
vendría yo. Cuando todo hubiera ocurrido.
-Hugo
De nuevo su voz me hace conectarme con la realidad. Se
agarra con las dos manos a mi cuello y me abraza durante unos segundos. Me
agarro a ella casi por inercia.
-Estás bien? – pregunta deshaciendo el abrazo y agarrándome
la cara con las dos manos. Asiento casi sin mirarla – no vas a hacer nada más,
me oyes? – dice casi llorando – te has quemado? – dice mirando mi espalda
mientras niego con la cabeza y miro a los demás, que se acercan a mí. Han
debido ver que mi chaqueta se quemaba –
-Vamos lejos… - digo, ahora si, notando el cansancio –
Comenzamos a caminar rápido, sin dejar de mirar atrás. Han
llegado. Ni siquiera me había dado cuenta. No sé el tiempo que ha pasado. Están
con las mangueras. Les oigo darse órdenes y distingo a algunos de ellos. Mis
antiguos compañeros. A mi lado, los nuevos. Me paro en seco al ver que Santi,
uno de los más veteranos, del que mi padre fue casi su mentor y él pasó a ser
el mío, está apagando los coches que se han quedado al final de la zona donde
los hemos separado. Malú no me suelta la mano y tira de mi, cojeando, pero me
suelto de ella.
-Hugo joder! – exclama poniéndose a mi altura y agarrándome
del brazo –
-Malú, vete – digo sin mirarla, sin poder dejar de mirar a
Santi – tengo que hacer una cosa – digo mirándola – ve con Jose – digo
mirándole a él, que agarra a su hermana y me mira como diciéndome que no haga
nada más –
No voy a hacer nada más. Solo necesito caminar hasta Santi y
verle. Cuando llego a su altura, casi todos los coches están prácticamente apagados.
Le escucho dar órdenes. Sonrío sin querer.
-Santi – digo su nombre casi a su espalda, hasta donde me ha
dejado llegar la policía, que también ha hecho acto de presencia y organiza
todo junto con ellos –
Santi se gira. No tiene manguera, pero sé que si la tuviera,
se le habría caído de las manos al verme.
-Hugo… - se acerca a mí de forma rápida y los policías se
hacen a un lado dejándome pasar –
Me abraza. Me abraza casi como me abrazaba mi padre. No
puedo evitar emocionarme, notar un nudo en la garganta tan grande que me impide
hasta tragar saliva.
-Qué haces aquí? Estás bien? – pregunta agarrándome de los
hombros –
-Si… - digo mirándole – Ha sido casualidad – respondo
sonriendo algo emocionado – la furgoneta donde iba estará por allí – señalo
lejos en dirección camión –
-Estabas cerca? – pregunta mirándome frunciendo el ceño y
asiento – nos han dicho que un chico había sacado un niño de un coche… y había
empezado a ordenar que saliera todo el mundo de los vehículos - resoplo – tú… -
dice convencido y bajo la cabeza –
-Había más gente ayudando… - digo sin mirarle –
-Ya… - responde mirándome – pero has sido tú… - bajo la
cabeza - Estás solo? - me agarra cariñosamente de la cabeza –
-No… - miro hacia atrás y les veo alejados, mirando hacia
donde estoy – mis compañeros… - me mira sonriendo levemente – mis nuevos
compañeros… - aclaro mirándole –
-Lo has conseguido al final eh? – dice cariñosamente,
refiriéndose a recuperar mi verdadera profesión, supongo que se ha enterado –
ve con ellos – señala con la cabeza – nosotros vamos a seguir… - asiento – te
llamaré – vuelvo a asentir y comienzo a dar pasos de espaldas hasta que me doy
la vuelta – Hugo – me giro al escuchar que dice mi nombre – eras buen bombero –
le miro algo emocionado – sabes por qué? – se acerca algo a mí – porque eres
buena persona… como tu padre… - respiro entrecortado y noto como las lágrimas
se me acaban de agolpar en los ojos – está orgulloso… estoy seguro… - llega a
mi altura y vuelve a darme un abrazo, esta vez más fugaz, pero que me permite
aferrarme a su espalda como si lo hiciera con mi padre –
Deshace el abrazo y me mira algo emocionado durante unos
segundos hasta que se da la vuelta y comienza a dar órdenes de nuevo. Le miro y
camino de nuevo, de espaldas, lentamente, mirándoles. Veo como se afanan en no
dejar rastro del fuego en esos coches. Luego miro hacia el camión, todavía
ardiendo, aunque con menor fiereza. Les veo enfocando con las mangueras hacia
el fuego mientras camino de espaldas, entre los coches, como arrastrando los
pies.
Me giro, caminando, y les veo. La veo esperándome, a lo
lejos. Les miro. Mis nuevos compañeros. A mi espalda, los anteriores. Camino
despacio y me giro, mirándoles de nuevo y caminando de espaldas. Es simbólico.
He elegido. Siempre tendré ese impulso, pero ya no es mi trabajo. Siempre
sentiré el impulso que he sentido hoy, pero ya no será por trabajo, sino porque
sí, simplemente. De nuevo pienso en lo simbólico que significa ese espacio que
estoy caminando. Mi nuevo trabajo, el que nunca debió dejar de ser. A mi
espalda, el que fue porque sentía que tenía que ser como él. Le he visto. Le he
escuchado. Fruto de la adrenalina, me lo he imaginado seguro… pero era muy
real.
Llego a su altura y escucho como todos dicen mi nombre o me
agarran, hasta que noto que ella me coge la mano. Mis ojos están a punto de
reventar. La miro y trago saliva. De nuevo, como aquel día en su casa, cuando
me conocía de unas horas, sabe que necesito un abrazo. Me lo da sin decir nada
y el llanto aparece en mí, como un torrente imparable. Lloro en su hombro,
arqueado hacia adelante, abrazado a su cintura.
-Tranquilo… - susurra – tenías que verle verdad? – pregunta
emocionada y asiento – era compañero tuyo? – asiento sin parar de llorar – ya
está Hugo… - dice acariciándome la espalda – vamos… cálmate…
Deshago el abrazo todavía llorando y reprimo el llanto en cuestión de segundos. Vuelvo a mirar un segundo hacia el fuego, casi extinguido. Simbólico. Para mí lo es. El paso que tanto me costó dar, lo di. Y sé que no me equivoqué, aunque hoy me haya sentido de nuevo uno de ellos.
maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssssssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminar