Estoy tan nerviosa que no sé siquiera si esperar sentada, si
esperar de pie, si subirme por las paredes o si lanzarme a la piscina y
ahogarme directamente.
Miro mi reloj, siempre es puntual. Es en punto. Y suena el
timbre. Dios mío. No puedo andar. Y no por mi pie, que está muy recuperado,
sino porque me paralizo. Me recompongo en unos segundos, camino hasta la puerta
y, cuando la abro, le veo.
Gesto serio, vaqueros y manga corta de color negro. Nos
quedamos mirándonos unos segundos.
-Me has pedido que venga para no dejarme pasar? – dice de
forma irónica –
Me hace bajar la cabeza y apartarme para que pase. Cierro la
puerta y le observo, con las manos en los bolsillos, observando la entrada de
forma sutil.
-Pasa… - noto como mi voz apenas aparece, pero se escucha y me
hace caso –
Le veo caminar hasta el salón y Danka y Rumba le reciben. Le
veo sonreir y hasta agacharse para hacerles alguna carantoña. Vaya tela, esto
es surrealista. El no saber absolutamente nada de lo que va a pasar, me pone
nerviosa.
-Quieres tomar algo? – digo para romper un poco el hielo –
-Malú, tengo prisa… - dice sin mirarme – bonita casa… - dice
mirando alrededor en el salón – me vas a decir ya por qué querías verme?
Su voz suena tan fría, tan irónica, tan indiferente… no sé
exactamente qué decirle. Sigo pensando que esta relación no puede ser. Sigo
pensando igual pero, al mismo tiempo, no quiero joderle un trabajo que va a
resultarle tan atractivo. Tan sencillo como decirle eso…
-Un mes y pico… y sigue el silencio… - sonríe irónicamente
apoyando su mano derecha en la parte trasera de mi sofá –
No sé ni qué contestarle. Viene borde. Muy borde. Más que yo
en mis mejores días.
-Hugo… - digo dudosa – quería pedirte perdón…
Alza una de sus cejas y me mira durante unos segundos, para
comenzar a reírse levemente.
-Por qué exactamente? – reposa su trasero en la parte
trasera de mi sofá, cruzándose de brazos – por desaparecer mientras dormía? –
trago saliva – por dejarme como recuerdo una carta? – dice irónicamente – por
no darme oportunidad de hablar contigo?
-Por todo – respondo cortándole –
Hay un silencio en los que me mira de nuevo frío. Muy frío.
No contesta, solo me mira y es como notar puñales en el pecho.
-Bueno… - dice descruzando sus brazos – pues ya está… - se
alza de hombros –
Veo que comienza a andar hacia la puerta y resoplo. Su
actitud es completamente fría, no encuentro ningún resquicio por donde meterme.
-Hugo… - se queda parado, de espaldas a mí – piénsate lo del
trabajo…
Se gira hacia mí mirándome, esta vez, sorprendido.
-Así que era eso… - me mira como dolido – qué pasa, no
encuentras a nadie? – dice enfadado – y me haces venir aquí, después de un mes
y pico esperando tu llamada, para tu beneficio?
-Qué? – pregunto sorprendida – claro que no! – exclamo
rápidamente –
-No? – me pregunta mirándome frío – entonces qué más tienes
que decirme? – le miro y bajo la mirada – quizá que has estado mirando mis redes
sociales? – le miro sorprendida y avergonzada a la vez – queda rastro de todo
Malú… - niega con la cabeza – es decir… - sonríe irónico – me cotilleas las
redes para ver qué hago… y no me llamas? – voy a hablar pero me lo impide – te
ha dado tiempo a pensar? – dice irónico – o necesitabas… no sé… - mueve sus
manos con gesto de burla – un siglo?
-Hugo… - niego con la cabeza – no hace falta que me hables
así…
-Mira… - suspira mirándome – si tú no eres capaz de decir
nada, lo diré yo… - se acerca un poco más a mí, mirándome fijamente y
provocándome sentimientos encontrados – si no te hubieras ido esa mañana… -
suspira – probablemente estaría contigo… me hubiera dado igual todo - dice
convencido y hace que me dé un vuelco el corazón – pero después de defenderte
en una puta entrevista a traición… - resopla – después de hacerte caso, no
buscarte, no llamarte, no molestarte… - me mira hasta con un punto de rechazo –
todo eso no ha sido suficiente para que te dignes a llamarme… - le miro
apretando los labios, tengo muchas ganas de llorar – si no es por esa reunión…
tú y yo no nos hubiéramos vuelto a ver… - voy a hablar pero me corta – podría
haberte puesto a parir… - dice bajando la mirada – y aún sí, no puedo hacerlo…
- trago saliva notando el nudo en la garganta – no puedo odiarte, por mucho que
me lo pidieras en esa carta… - me señala – porque, te guste o no… sé cómo eres…
- respiro acelerada – aunque ahora no eres la misma persona que yo conocí… no
veo lo mismo… - niega con la cabeza – así que, para mí, es tarde Malú…
Respiro hondo. Es tarde. Ya me lo ha dicho todo. Decido
adoptar su misma posición. No quiero que me vea vulnerable porque me da la
sensación que todavía se ensañaría más conmigo.
-Ya sé que es tarde… - digo con la voz más segura que puedo
poner – ya sé que no lo hice bien… - niego con la cabeza – pero no te estoy
pidiendo nada, solo que no rechaces un trabajo que sabes hacer por esto…
-Pero te estás oyendo? – dice indignado riéndose – quieres
trabajar conmigo? – pregunta incrédulo – tan malos eran todos los que han
mandado el resto de proyectos? – dice riéndose de nuevo –
-Sé que lo estropeé todo y que ya no tiene vuelta atrás… -
digo segura, mirándole fijamente – ahora lo único que puede hacerme feliz es
volver a cantar… - me mira apretando la mandíbula – eres libre de hacer lo que
quieras… - digo con indiferencia – pero solo quería que supieras que, por mi
parte, si podría trabajar contigo – me mira incrédulo – y que el trabajo que
presentaste me gustó antes de saber que eras tú el que lo mandaba… - niega con
la cabeza – tenía que haberte llamado y haberte dicho que esto era imposible… -
confieso la mentira, notando un dolor en el pecho incipiente – lo sé… - digo
segura – pero no tenía valor…
Por primera vez, me muestro vulnerable. Me vengo un poco
abajo. Me apoyo en el sofá, con él en la puerta del salón mirándome.
-No sabes lo que siento haberte hecho eso… - digo con voz
algo emocionada – no sabes lo que agradecí que hablaras así de mí… - trago
saliva para intentar no ahogarme – sé que no puedo pedirte nada… - le miro y me
está mirando con un gesto un poco distinto, no tan frío – pero… no podré
cumplir las fechas si no encuentro a nadie… se suspenderá todo de nuevo… no
podré volver… - suspira – y mi equipo sabe que no va a encontrar a nadie como
tú… - suspiro de nuevo – si dices que no… no se podrá poner en pie a tiempo… -
me mira frunciendo el ceño – nah… - agito mi cabeza – olvídalo, esto es una
tontería… no tengo derecho a pedirte que hagas nada por mí – digo agobiada,
frotando mis manos nerviosa –
Veo como se marcha por el pasillo, sin decir nada, y se
queda parado en la puerta, con el pomo en la mano, dispuesto a abrirla pero no
lo hace. Suspira y lleva su cabeza hacia arriba.
-Te acuerdas lo que te prometí? – pregunta sin mirarme y le
observo desde la puerta del salón – que nunca haría nada que te perjudicase? –
me mira entonces y me hace sentir demasiadas emociones juntas – yo siempre
cumplo lo que prometo…
Sin decir nada más, abre la puerta y se marcha, dejándome allí sin saber qué significa exactamente esa frase, con un temblor de piernas evidente. Me apoyo en el sofá, como mareada. Acabamos de cerrar aquello que nunca tuve que cerrar en Algeciras. Y me duele el pecho. Me duele mucho.
Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminar