-Pero vamos a ver Malú… - Sol se rasca la frente dando
vueltas por el salón – has visto igual que yo el resto de proyectos… - suspiro
– te fías de algunos de los que han pasado por esa sala? – la miro y niego – y
de Hugo te fías?
-No me hables de él por favor… - digo dándome la vuelta –
-No te comportes como si tuvieras 15 años… - dice
reprochándome mi comportamiento – sabes que es el mejor para esto… les gustó a
todo el mundo… - resoplo – y lo único que tienes que hacer es llamarle y
aclarar esto…
-No pienso llamarle Sol… - digo rápidamente – no sabes cómo
me miraba… ni cómo me habló…
-Y qué esperabas? – dice sentándose a mi lado – le dejas
tirado con una carta, durante un mes, sin hablarle ni dejarle que te hable él…
y ahora resulta que va a tirarse a tus pies cuando te vea? – pongo los ojos en
blanco – Malú… hay que encontrar a alguien o no podemos concretar fechas…
-Me importan una mierda las fechas joder! – grito – qué le
digo eh? – miro a Sol que me mira seria – que soy una imbécil?
-Por ejemplo – responde mirándome y negando con la cabeza
yendo hacia la cocina –
Hemos estado durante esta semana viendo más proyectos.
Efectivamente, Hugo llamó a la compañía y rechazó el proyecto, a pesar de que
Antonio le insistió bastante. Todos los que han pasado por esa sala, o no
tenían ni idea, o no paraban de mirarme como interesados en mí. Me sentía hasta
con ganas de partirles la cara. Interesados. Todos menos él.
Sol se marcha y me quedo sola en casa. No puedo evitar coger
el móvil y meterme en sus redes. Tiene publicaciones que no he visto. Una foto
con los que creo que serán sus sobrinos, los tres de espaldas sentados en un
parque. La foto reza: “estos enanos me dan la vida”. Sonrío. No saca sus caras.
Pero sí su presencia. Es discreto. Siempre lo fue.
Otra publicación, esta vez en una playa que no reconozco,
parece que está con toda su familia. Lo que escribe, me hace tener un nudo en
el estómago. “Papá, lo que te prometí”. Se me encoge el corazón. No se merecía
lo que le hice. Ni se merece perder un trabajo así por mi culpa.
La última publicación es enigmática. Es su sombra, o eso creo,
en la playa, en la orilla. “El lenguaje de las olas”. Me tiemblan las manos al
leerlo. Es parte de una canción mía. No entiendo nada. Igual es una casualidad.
Abro los comentarios y veo como le comenta su hermana “Gran frase hermanito”.
Su contestación me mata “no es mía”. No, claro que no. Es mía. Y lo sabe.
Me he equivocado en todo. En todo. Respiro hondo y me meto
en el whatsapp. Le desbloqueo. No me llega nada, solo de ese día, lo que ya
había leído. No ha vuelto a intentar escribirme. Le escribo? Por aquí? Sería
mejor una llamada pero… qué le digo? Qué hago?
Sin darme cuenta, su número se está marcando. Trago saliva. Qué voy a hacer si contesta?
maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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