viernes, 15 de marzo de 2019

CAPÍTULO 128: PALABRAS


Cuando la puerta se cierra miro la carta que tengo en mis manos. Se me han puesto los pelos de punta al notarle hablar a mi espalda. Abro la carta. Está escrita a mano. Miro la habitación. Varios sobres en el suelo, con un número y una vela al lado. Parece la escena de una ouija. Si no le conociera, pensaría que quiere hacer un rito satánico conmigo. Sonrío sin querer y comienzo a leer con mis manos temblando.

“Hola jefa…. No sé por dónde empezar… anoche cuando llegué aquí, volví a parar en este hotel de forma automática. Volví a pedir una habitación y la única que quedaba libre era esta. No te parece increíble? La nuestra. Aquí habrá dormido mucha gente pero… es la nuestra – aprieto los labios intentando no emocionarme -. Lo he hecho todo mal Malú… todo… te prometí que nunca haría nada que te perjudicase ni que te hiciera daño… y lo he hecho… No sé si puedo arreglar esto pero… 72 horas y un te echo de menos han sido suficientes para que todo lo que tenía tan seguro el otro día, se me caiga al suelo. No lo he tenido seguro en ningún momento. No quería irme. No quería despedirme. No quiero cagarla más. No quiero seguir huyendo. No, no voy a matarte ni es un rito satánico – río sin querer, emocionada – Recuerdo aquella noche viendo el último capítulo de nuestra serie favorita, te acuerdas – sonrío todavía emocionada – no te lo dije, pero mi capítulo favorito no es ese… mi capítulo favorito (y el de mucha gente, supongo que lo sabrás) es “La constante”… no sé si recordarás cuál es – asiento tapándome la boca con una mano, también es mi favorito – entenderás por qué mi perro se llama Desmond – río sin querer otra vez – en ese capítulo, lo más importante que entendí es que todos tenemos que tener algo que nos ancle. Una constante. Después de irte, de pensar que no iba a volver a verte, volvimos a encontrarnos, por casualidad… - mis lágrimas ya caen por mis mejillas – cuántas probabilidades había de eso? – respiro hondo – abre las cartas por orden, todas tienen un número. Dentro hay algo y hay palabras. De esas que no se las lleva el viento. Léelas. Son 15 cartas. No es casualidad.”

Termino de leer y todavía no me puedo creer que esto esté pasando. Es que creo que no me hace falta abrir nada. Debería salir ya a por él. Respiro hondo y cojo la primera carta. Lleva un 1. La abro y hay una foto. Una foto de esta playa. Le doy la vuelta y encuentro las palabras que me ha dicho que habría.

1: “Lo mejor que hice fue terminar aquí. El lugar donde todo volvió a su sitio. En parte, gracias a ti”

Apago la vela casi de forma automática. Qué es esto? Qué estoy haciendo? Tengo muchas ganas de llorar, pero necesito saber qué pone en la segunda carta. La abro a toda prisa y una foto, casi pixelada, en la que aparecemos él y yo, mirándonos. Está recortada. Es del día de lo que pasó con Carlota. Le doy la vuelta rápidamente y hay otro texto.

2: “Me he vuelto loco buscando el maldito vídeo. No me hace ninguna gracia verlo pero… probablemente, esta fue la primera vez que nos miramos. En el peor momento, en la peor situación. Qué probabilidades había de conocernos en un momento como ese?”

De nuevo las probabilidades. Sigo con el ritual. Apago la vela y cojo el número 3. Una imagen de dos personas, de espaldas, sentadas, a la orilla del mar. Frunzo el ceño, no lo entiendo, y giro la foto.

3: “No, no somos nosotros. Pero podríamos serlo. Como aquella mañana en la que huía de todo y acabaste por anclarme e invitarme a tu casa. Y sí, el día anterior fuiste muy borde, pero no encuentro foto para ese momento”

Río sin querer mientras miro la foto. La mañana en la que le vi correr. Dice que le anclé. Necesito ver la 4. Necesito verla ya. Abro el sobre a toda prisa. Es una foto en la que salimos los dos, él con la guitarra y yo cantando, en aquella primera tarde en casa de mi padre, cuando terminó yéndose por tantas emociones. No sabía de la existencia de esta foto.

4: “Tu amiga Vero es la auténtica paparazzi que buscabas – río sin poder evitarlo – la hizo ella. Cerré muchas heridas ese día. Y descubrí que dabas abrazos que curaban”

Me llevo una mano a la boca, completamente emocionada. No ceso en seguir, necesito verlo todo. Necesito leerlo todo. Cojo el sobre 5. Una foto en el bar de los primos de mi padre. Un selfie que hizo Vero. Mi madre, Vero, la niña, él y yo. Le doy la vuelta a la foto.

5: “Esa noche terminó con un casi beso y conmigo aquí, en esta habitación, pensando que la había cagado del todo con una mujer maravillosa”

Tengo muchas ganas de llorar. Recuerdo cuando estuvimos a punto de besarnos y como, presa del pánico, entre a casa viéndole tropezar con todo. Sonrío negando con la cabeza. Una mujer maravillosa dice. Cojo el sobre número 6 después de apagar todas las velas que me he ido dejando. Cuando lo abro, una foto de dos personas caminando por la orilla. Solo se ven sus siluetas.

6: “No, volvemos a no ser nosotros. O si. Aquel paseo y aquella conversación en la que conseguí que cenaras conmigo. Te hiciste la dura y me acojonaste… pero dijiste que si”

Sonrío. Me hice la dura. Lo que pasó fue que estaba cagada. Muy cagada. Pero me fie de él. Cojo el sobre 7 y la foto que aparece es la puerta del japonés al que le llevé.

7: “Es cutre, muy cutre. Pero no nos hicimos ninguna foto aquel día – río sin querer – aquí fue donde casi me matas con el wasabi – río casi a carcajadas – y donde no podía parar de mirarte – trago saliva – después llegó la lluvia y la última copa aquí”

Cojo el sobre 8 desesperada. Al abrirlo, la foto de dos labios uniéndose me hace respirar acelerada.

8: “Pensé que te ibas y lo que hiciste fue poner el cartel de no molestar. Siempre acojonándome – río sin querer – el primer beso… la primera vez… el principio de todo”

Suspiro al acordarme del miedo que tuve esa noche y de cómo terminó. Apago la vela y cojo el sobre 9. Dentro, una foto de alguien con chándal, de espaldas. Sé lo que va a poner detrás, no puedo evitar reírme.

9: “Mi rapera favorita yendo de incógnito. No, no eres tú. Pero casi”

Sonrío enternecida. Se acuerda de todo. Absolutamente de todo. Cojo el número 10. Empiezo a pensar en el tiempo que tiene que llevar fuera, pero necesito terminar. Dentro, una foto en la terraza de mi casa, en la barbacoa, tocando la guitarra y cantando con él esa canción. Tampoco sabía que existía esta foto.

10: “Tu amiga Vero de nuevo, pillándonos in fraganti. Esa canción. No he podido volver a escucharla, me recuerda demasiado a ti”

Se me pone un nudo en la garganta. Yo tampoco he podido volver a escucharla. Sonrío al ver la foto. Vero nos hizo un reportaje esos días y nunca me pasó las fotos. Cojo el sobre 11 y lo abro con cierta desesperación. Esta vez si que somos los dos sentados en la orilla, con mi cabeza recostada en su hombro. El día que me hice daño en el tobillo y le hablé fatal.

11: “Estás segura que Vero no es paparazzi? – río con una leve carcajada – qué carácter tienes… y cuánto me gusta”

Sonrío avergonzada. Recuerdo cómo le hablé. Niego con la cabeza y cojo el sobre número 12. Se están acabando. Casi estoy al lado de la terraza. Cuando abro el sobre, veo el selfie que nos hicimos en la calita, el día del aniversario de la muerte de su padre. Se me encoge el alma al pensarlo.

12: “Conseguiste lo que no consiguió nadie en 8 años. Que sonriera en un día como ese. Esa eres tú”

Tengo que parar y cerrar los ojos un segundo. No sé si puedo seguir. Tengo unas ganas inmensas de llorar. Me las aguanto y cojo el sobre número 13. La foto que subió a Instagram el día en que me defendió. De espaldas, agarrándome con su brazo por los hombros, mientras caminamos.

13: “Y, de repente, nos volvemos a encontrar. Y sigues siendo tú. Y sigues dando abrazos que curan. Y tu pelo sigue oliendo igual de bien”

No puedo. Lloro. Me dijo que no era la persona que había conocido. Me dijo después que todo lo que me había dicho no lo pensaba… y era verdad. Pensaba que era la misma persona. Lo seguía pensando. Cojo el 14 con los ojos empañados. Cuando veo la foto no puedo evitar llorar. Salgo yo, con un brazo arriba, en el palacio, el primer día, el primer concierto. Y la foto está hecha desde su sitio.

14: “Así te vi ese día. No sé si sentía orgullo o admiración… o todo junto. Bueno, sentía muchas más cosas. Te hice la foto yo. Y no sabes cuántas veces la he mirado”

Orgullo y admiración. Y más cosas. No puedo parar de llorar. Solo queda un sobre y no sé qué foto tendrá, pero necesito saberlo y salir corriendo a buscarle. El sobre parece que tiene más de una foto. Cuando lo abro, veo los selfies que nos hicimos esa última mañana. Uno mirando los dos a cámara. Otro con él dándome un beso en la mejilla. Otro sacando los dos la lengua. Río y lloro a la vez. No las había visto. Están por orden, las giro según están marcadas.

15.1: “La felicidad no existe, pero hay momentos tan felices, que te hacen creer que si. Esta foto es uno de esos momentos. No me dio tiempo a pasártela… pero, como tú dices en tu canción, siéndote sincero, no he podido siquiera borrar las fotos”

Lloro a lágrima viva. Cojo la segunda foto, la que me está dando un beso en la mejilla.

15.2: “Esta foto es otro de esos momentos de felicidad. Darte un beso, en la mejilla, con eso hasta sería suficiente (bueno, sabes que no)”

Río por el último apunte. No puedo más, no puedo parar de llorar. La última foto en la que salimos haciendo el tonto, tiene un texto algo más largo por detrás.

15.3: “Nos parecemos. Quizá por eso nos dé tanto miedo todo. Sé que te da miedo y lo entiendo. Sé que puede salir mal. Pero puede salir bien. Puede ser siempre como esta foto. Puede ser fácil. No lo sé, y tú tampoco lo sabes. No sé lo que puede pasar, pero sí sé lo que quiero que pase. Quiero esto. Te quiero a ti – apenas puedo seguir leyendo, no paran de brotar lágrimas de mis ojos – estas son las únicas fotos nuestras que me importan Malú. Las demás me dan igual – sé que se refiere a las fotos que salieron en la revista y que hicieron que el miedo me hiciera irme – recuerdas mi capítulo favorito? – suspiro – pues eso… eres mi constante.”

Arrodillada en el suelo, comienzo a llorar sin consuelo. Cómo he podido hacerle tanto daño a una persona como él? Cómo, a pesar de todo, puede pensar todas estas cosas de mí? Debería odiarme… y no lo hace. Me quiere. Busco donde lo ha escrito para volver a leerlo. “Te quiero a ti”. Me tapo la cara, con las lágrimas cayéndome por las mejillas. Me levanto del suelo, casi arrastrando los pies, de repente siento cansancio. Demasiado intenso. Pienso en esa frase. Puede ser fácil. No tiene que ser tan difícil. Agarro el pomo de la puerta, todavía con el sobre número 15 en la mano. No he podido soltarlo. Al abrir la puerta le encuentro sentado, apoyado en la pared de enfrente. Se levanta como un resorte al verme, sin dejar de mirarme. Sigo sollozando mientras noto como se acerca a mí. Le agarro la mano. No pienso irme. No podría.

1 comentario:

  1. Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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