Anoche llegué casi a las 12 de la noche. Como aquel día. Y,
como aquel día, solo quedaba una habitación libre. Mismo hotel. Misma
habitación. Estuve a punto de irme, de huir, no puede ser que sea el mismo
lugar… pero lo es. Al entrar a la habitación, hasta me pareció que olía a ella.
Salí a la terraza y allí estaba ese cenicero que llenamos esas noches. Me apoyé
en la barandilla y escuché el mar. Y miré aquella playa, alumbrada por alguna
farola en la acera. No conseguí ver la orilla, pero la intuí. Estuve a punto de
bajar y sentarme en la arena, pero me hubiera quedado dormido en la playa.
Esta mañana me he despertado pronto, muy pronto. Tengo en
mente algo, que no sé si es un error. Que me aterra. Pero he vuelto al
principio. Al salir del hotel, miro hacia la playa y es como si la viera allí.
Es todo igual. Si puedo hacer algo, si puedo arreglar esto, tiene que ser aquí.
Reviso las fotos que tengo en mi móvil. No me puedo creer que Vero tuviera
tantas fotos nuestras, a traición. Sonrío al ver algunas de ellas.
Cuando vuelvo al hotel, miro hacia su calle. Esa calle en la
que aparece un callejón de la nada y acaba con la casa de su padre al fondo.
Podría pasar de hacer esta chorrada, ir a su casa y dejar de hacer estas
gilipolleces. Pero es la idea que se me ha metido en la cabeza. Soy un cabezón. Afortunadamente, a veces recapacito. Lo he hecho. Esto es una tontería, estar
así, la despedida del otro día… cuando yo siempre he pensado que hay que tomar
el camino fácil en vez de dar vueltas en círculos. No he hecho otra cosa. Y
tengo que parar, porque es un maldito bucle.
Subo al hotel y salgo a la terraza. Desde allí, creo verla.
Si, es ella. Es ella caminando y entrando a la arena. Trago saliva. Va sola,
sin nadie. Los árboles me tapan un poco pero llego a ver como se tumba a la
sombra. Podría bajar, sentarme a su lado y acabar con esto. Pero no. Lo preparo
todo, en la terraza. Hace un día genial. Un día genial para bañarse en aquella
pequeña cala donde me llevó aquel día. Ten paciencia, me digo. Y si esto sale
mal? Y si, por no contestarle, ya ha zanjado del todo el tema? No puedo
contestarle todavía, no hasta que no tenga todo preparado.
Cuando lo veo todo hecho, me parece que soy el tío más
gilipollas de la tierra. Me va a mandar a la mierda solamente por la
imbecilidad que acabo de hacer… pero así es como estaba en mi cabeza. 72 horas
han sido suficientes para recapacitar. 72 horas y un te echo de menos. Fíjate
si mi decisión de aquella noche del concierto era firme, que se ha caído por
todas partes con solo eso.
Salgo de nuevo a la terraza y la veo. Sigue allí. Cojo el
móvil y respiro acelerado. Cuando lo haga, no habrá vuelta atrás. Es más, ya no
hay vuelta atrás.
Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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