miércoles, 13 de marzo de 2019

CAPÍTULO 115: MALDITO HOSPITAL


Llego y aparco en cuanto encuentro un sitio, cerca de la puerta de urgencias. Bajo del coche a toda prisa, aunque estoy muerto, pero las piernas me responden. Al entrar, desesperado, en la sala de espera, me encuentro a mi hermana, a mi madre y a los niños. Son casi los únicos que permanecen allí.

En cuanto los niños me ven, se ponen a llorar y salen corriendo hacia mí. Me arrodillo en el suelo, conteniéndome mientras se me abrazan. Alzo la cabeza y veo a mi madre llorar, todavía sentada en una de las sillas, y a mi hermana intentando consolarla.

-Mis enanos… - digo de forma cariñosa – estáis bien? – pregunto separándome un poco de ellos para mirarles y asienten sin decir nada –

-Quiero ver a papá… - dice Lucía – y a mamá… - comienza a llorar de nuevo y se me agarra al cuello, partiéndome el corazón en varios pedazos –

Paco siempre ha sido algo más contenido, pero se me abraza también, sin decir nada. No puedo levantarme del suelo, hasta que mi hermana agarra a Lucía para que mi madre le agarre en brazos y me levanto. Rocío me mira durante unos segundos, su barbilla tiembla, y se abraza a mi cuello. Como Lucía. Comienza a llorar desconsolada y me contagia. Me contagia como nunca. No, como nunca no. Solo he llorado así cuando mi hermano me abrazó aquel día en el tanatorio, en la calle. Cuando lo solté todo. Y ahora mi hermano no sé ni si está consciente. Una mezcla de sentimientos enormes se me agolpan en el pecho.

Mi madre espera mi abrazo. Me mira con gesto serio mezclado con lágrimas, hasta que la abrazo y se aferra a mi espalda.

-Dónde estabas Hugo? – pregunta desesperada –

-Mamá… - escucho a Ro a mi espalda con tono conciliador –

-Lo siento mamá… - digo llorando abrazándola – no he podido venir antes… - digo con rabia –

-Va – Ro pone una mano en mi espalda – vámonos a casa… - me giro hacia mi hermana extrañado – Hugo, no podemos entrar a ver a Jose… está recién operado y ya nos han informado… hasta mañana a las 8 no podremos verle… - miro mi reloj y son las 3 de la mañana – y con Laura se queda Toñi – su madre, pienso –

-Pero Laura está bien? – pregunto mirándola –

-Pasará la noche en urgencias, en observación… - dice mi hermana – y le repetirán la ecografía mañana… - miro hacia la puerta de entrada de urgencias, quiero entrar – Hugo, no te van a dejar pasar… - acaricia mi pelo – vámonos a casa hermano…

El camino a casa se me hace largo. Mi hermana me ha convencido para dejar mi coche aparcado allí, no sé si soy capaz de volver a cogerlo ahora mismo. Los niños, atrás, abrazados a mí, sin sus silletas porque han quedado echas chatarra con el coche de mi hermano, no dejan de sollozar. Mi madre suspira en el asiento del copiloto y mi hermana conduce concentrada.

Vuelvo a pensar en Malú sin querer. Necesito ese abrazo. Ese abrazo que sabe cuándo dar. Ese abrazo que sé que no volverá a darme nunca. Primero, porque yo no quiero. Segundo, porque, probablemente, ella tampoco quiera dármelo nunca más.

1 comentario:

  1. Maaaaaaaaaaaaaaaassssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss porfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

    ResponderEliminar