Le cazaron. Una foto saltando la valla de mi jardín y otra
dándonos un abrazo y un beso. Portada de las revistas. Otra vez. Pero, esta
vez, la portada es distinta. Es como que me importa algo menos. Me importa
menos porque sé por qué lo hizo. Y las revistas lo publican como un acto de
“amor” en clave divertida, más que de otra forma.
Llevamos un par de días casi sin hablar. Monosílabos por
whatsapp. Está enfadado y yo no he hecho nada para resolverlo. Está esperando a
que yo le diga algo. Está esperando a que yo le diga si me importan más unos
periodistas o lo nuestro. Es que no tengo dudas realmente. Ese día solo me
asusté. No estoy acostumbrada, es solo eso.
Tengo que hablar con él, pero por teléfono no me parece
lógico. Tengo su dirección así que voy a presentarme allí y decirle todo lo que
siento y que me da igual, pero me va a costar acostumbrarme a ser normal. Lo
entenderá, lo sé.
Salgo de casa y sí, hay un par de fotógrafos que me sacan,
pero poco más. Pienso en la portada de Hugo saltando la valla de casa y hasta
me da por reírme. Está como una cabra y nadie había estado tan loco como para
hacer eso para verme.
Llego a la dirección, bajo del coche con las gafas de sol
intentando camuflarme un poco y todo al timbre. Es un piso a las afueras de
Madrid. Me responde su voz y se sorprende al escuchar la mía, abriéndome la
puerta tras unos segundos.
Al salir del ascensor, me encuentro de frente con su puerta,
entrecerrada. Cuando me acerco, escucho a Hugo hablar con otra persona, no
identifico la voz. Llamo al timbre antes de abrir por pura educación, pero no
sé qué está pasando dentro. Aparece Hugo ante mí, abriendo la puerta, con cara
de pocos amigos. Me impresiona verle tan serio.
-Hola… - digo con un hilo de voz –
-Hola… - suspira – pasa…
-Hugo, si llego en mal momento… - digo entrando a su casa,
mirando hacia el salón, analizando un poco todo, nunca he estado en su casa –
solo venía a… - nos miramos en el pasillo – disculparme…
Sonríe levemente y dirige su mirada hacia le fondo del
pasillo. Instintivamente, me giro. Veo una mujer de unos 60 años, imagino que
es su madre.
-Malú… - dice con tono cansado – es Lola, mi madre…
Veo que la señora se acerca a mi con gesto serio. Me
impresiona la forma que tiene de mirarme. Como con enfado. Me lo imaginaba, por
lo que me había contado Hugo. Intento poner una sonrisa y me acerco a ella
dispuesta a darle dos besos.
-Encantada – recibe dos besos casi sin moverse –
No me contesta, no cambia el gesto. Mira de reojo a su hijo
supongo, lo confirmo al ver que se pone a mi izquierda.
-Vamos al salón? – propone con tono serio y detecto como
madre e hijo se miran de forma dura –
Entramos al salón, veo como la decoración es bonita, con
colores blancos y negros, que dan sensación de amplitud al salón. No sé bien
qué decir, no me esperaba que su madre estuviera aquí y estoy extremadamente
cortada por su actitud. Parece que le molesta mi presencia.
-La portada es muy bonita… - escucho a su madre hablar con
voz irónica y me giro para mirarla – mi hijo saltando un muro cuando podría
entrar por la puerta…
-Mamá… - Hugo contesta intentando cortar a su madre, con
tono de reprimenda – para…
-Tiene que entrar mi hijo en tu casa como un delincuente? –
pregunta mirándome fijamente –
Me deja sin palabras. No sé qué contestar. Noto el rubor en
mis mejillas y las ganas de huir son ya bastante reales. Saldría corriendo de
aquí. No suaviza el gesto, me mira como con rabia. No soy capaz de mirar a
Hugo, que está a nuestra izquierda.
-Basta mamá… - dice con voz cansada –
-No hijo, pero si no me parece mal! – exclama con un tono
irónico – si para una madre es maravilloso ver a su hijo entrar en una casa
saltando un muro – me mira – lo haces igual con todos tus ligues?
-Mamá! – el tono de voz de Hugo es muy alto, tanto que
decido que es hora de irse. Estoy muy avergonzada. –
-Eh… - balbuceo sin mirar a su madre y me dirijo hacia la
puerta – mejor me voy…
-Si, mejor – responde su madre con desprecio –
-No – Hugo me agarra del brazo y me impide seguir andando –
mamá, vete
Se produce un silencio tenso durante unos segundos. Madre e
hijo se miran con dureza y me siento fatal.
-Hugo, no… - intento soltarme para marcharme yo –
-Eres tan injusta… - suelta Hugo mirando a su madre –
-Me estás echando de tu casa por ésta? – dice señalándome
con desprecio y mi respiración se acelera –
-Ésta tiene un nombre! – exclama alzando la voz – vete mamá…
-Hugo, no hagas esto… - digo soltándome de su mano y
dirigiéndome a la puerta – hablamos en otro momento…
-He dicho que no! – exclama de nuevo agarrándome otra vez –
te he dicho mil veces que me da exactamente igual salir en una revista – dice
Hugo dirigiéndose a su madre – no la conoces de nada – no sé dónde meterme
mientras les miro a los dos de forma disimulada, no me atrevo a alzar la mirada
– no te voy a permitir que le hables así mamá – dice con tono duro – ella no se
va – vuelve a pegarme a él – te vas tú hasta que entiendas y respetes mi vida
Su madre no responde. Se miran duramente y su madre coge la
chaqueta de malas maneras, dirigiéndose hacia la puerta.
-Hugo, por favor… - digo en voz baja pero me hace un gesto
de negación –
-Cuando te des cuenta de que ésta te está usando – dice su
madre mirándome en tono despectivo desde la puerta – vendrás a llorarme
-Que no le faltes al respeto joder! – exclama enfadado –
fuera! – hace un gesto con la mano hacia la puerta –
-Echar a tu madre de tu casa… - farfulla – increíble…
-Increíble es que seas así mamá… - responde ya con un tono
más moderado –
La puerta suena con un gran portazo que hace retumbar toda
la casa. Me quedo quieta, sin poder casi moverme, aunque me tiemblan las
piernas. Acaba de echar de casa a su madre por mi culpa. Me siento mal no, lo
siguiente.
-No tenías que haber hecho eso… - digo con tono culpable –
-Ah no? – me mira sorprendido – te falta el respeto y me
tengo que quedar callado?
-Es tu madre Hugo! – exclamo – joder, me siento fatal… -
digo sincera – no tenía que haber venido sin avisarte…
-Escúchame… - me agarra de la cintura – tú puedes venir a
esta casa cuando te dé la gana…
Mi sensación es tan mala que ni siquiera me doy cuenta que
se acerca a besarme hasta que noto sus labios en los míos. No ha hecho falta
nada más para que me perdone por las dudas del otro día. A cambio, ha echado de
casa a su madre. Algo que sé que nos va a traer muchas consecuencias a los dos.